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Confronting Equality

Polity Press,

Cambridge-Malden,

198 págs.

Antonio Giménez Merino

En el ámbito de la literatura en lengua inglesa, el pensamiento de la australiana R. Connell y el de la norteamericana Lynne Segal son los principales exponentes de una aproximación (minoritaria) al género que asocia esta fuente de discriminaciones con otros generadores clásicos de desigualdad, fundamentalmente el clasismo, el neocolonialismo y la jerarquía racial.

En la “Carta a la izquierda por venir” que cierra este libro, Connell renueva su viejo activismo dentro de la tradición socialista australiana reivindicando la producción de una ciencia social estrechamente vinculada a los problemas reales de las gentes y a los procesos que las determinan, y por tanto atenta a los cambios en curso debidos a la economía transnacional.

En un análisis fundamentado en estudios empíricos, Connell explica cómo el neoliberalismo (impulsado en Australia, como en tantas partes, tanto por la derecha como por la socialdemocracia, no necesariamente en ese orden) ha logrado desunir orgánicamente a los intelectuales de las necesidades materiales de las personas corrientes, elitizar todo el sistema de enseñanza (ensanchando los privilegios de clase y transformando al mismo tiempo la mentalidad de los padres de clase trabajadora) y, sobre todo, invisibilizar estos procesos a ojos de la población.

La autora estuvo recientemente en Barcelona para inaugurar el I Congreso Iberoamericano de Masculinidades y Equidad. Recomendamos calurosamente el visionado del vídeo que recoge su magnífica conferencia “Masculinities and Gender Justice, Worldwide”.

26 /

3 /

2012

La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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