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Juan-Ramón Capella

Golpe de estado social

No ha sido un golpe de estado político. Como Hitler, el Partido Popular ha llegado al poder por la vía de los votos. Y una vez en el poder, y en alianza con el partido de la burguesía catalana y con la gran patronal, esto es, formando un bloque social de derechas, ha dado un golpe de estado social.

Este bloque derechista ha acabado con la estabilidad en el empleo, ha implantado el despido libre y barato, ha convertido la negociación colectiva y los convenios colectivos en papel mojado, ha eliminado cualquier control sobre el empresariado. Y ha dotado a los empresarios individuales de una capacidad de coerción sobre los trabajadores que no tenían siquiera en la época franquista.

Por si fuera poco, este bloque derechista está estableciendo dos líneas distintas de servicios en la educación y en la sanidad: una pública para los pobres y otra privada pero que se hace con lo público para los ricos.

En la educación, por la vía de la enseñanza privada concertada y la enseñanza pública desdotada, maltratada y censurada.

En la sanidad esta política es especialmente retorcida: hasta ahora, todo el mundo sabía que la medicina de calidad y para los casos graves estaba en la sanidad pública, y que para los trastornos leves eran más rápidos, en cambio, los consultorios privados y las clínicas privadas; pues bien: ahora lo privado tiene prioridad en las instalaciones públicas gracias al nuevo sistema de conciertos, y en la medicina pública no hay camas disponibles para los pobres, los quirófanos están a menudo cerrados u ocupados, las listas de espera se hacen interminables, los médicos se ven desbordados y la gente sufre o muere gracias a la nueva orientación y gestión política.

Y en el limbo queda la muerte digna, el derecho a morir con dignidad y tener asistencia sanitaria para ello.

La derecha no soporta la crítica ni la manifestación: ahí está la respuesta del PP a los estudiantes de Valencia, el enemigo para el jefe de su policía. El bloque de la derecha ha buscado nuevos jefes policiales de su gusto, ha amnistiado a guardias condenados por torturas, ha eliminado las cámaras de control policial donde las había, y permite que sus policías no sean identificables. Manos libres para la policía, por encima de la ley, aunque se llene la boca de estado de derecho.

Los corruptos campan a sus anchas, protegidos por los apoyos políticos correspondientes; todos lo sabemos: nosotros, ellos y sus encubridores.

La derecha ha roto el consenso social. Tratará de imponer una ley del aborto restrictiva. No paga ayudas por dependencia. Todo sea por favorecer a las grandes fortunas en lo material y a la Santa Iglesia en lo cultural.

Al no perseguir los crímenes del franquismo, las mayorías de ese bloque social de derechas en el Poder Judicial se colocan fuera de la ley penal internacional.

El bloque derechista ha actuado en esta crisis como en su día actuó contra las conquistas sociales republicanas. Porque lo que caracteriza a la derecha española es que no soporta la democracia; pretende convertir en irreversible la destrucción de la redistribución social.

El consenso está roto: lo ha roto la derecha política y social.

También nos ha liberado de compromisos con ella. Rechacemos ahora todas las instituciones que un día le consentimos.

24 /

2 /

2012

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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