Nuestra sociedad está llena de progres que creen aportar un punto de vista de izquierdas a las tertulias políticas de televisión. He aquí los típicos tontos útiles: un mensaje de izquierda auténtica jamás podrá simplificarse en una intervención de treinta segundos. Quien acepte esta manera de empobrecer el pensamiento, estará apuntalando la hegemonía de la derecha. Eso sí, llevándose a casa unos cuantos euros…

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Si Antonio Machín hubiese conocido a un votante de Convergència i Unió, no habría comprendido cómo es posible querer a dos partidos como esos a la vez y no estar loco.

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Lo que se dice una ironía de la historia: asentar la monarquía borbónica en los años de la Transición significaba transmitir a la población una imagen majestuosa de un tío normal y corriente; hoy, en cambio, perpetuar esta misma monarquía supone dar la imagen de un tío normal y corriente a un chico cuya educación fue pensada bajo el prisma de la majestuosidad.

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Si es cierto que el presupuesto destinado a la policía aumenta conforme baja el gasto público, entonces no nos extrañará que el presupuesto de los centros psiquiátricos crezca en la medida en que bajen los recursos para Sanidad.

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Sólo cuando se haya producido el desastre entenderemos que la crisis económica era un asunto demasiado serio como para haberlo dejado en manos de los economistas.

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El auténtico problema del PSOE no reside en que el chaconismo sea una enfermedad infantil del rubalquismo, sino que el rubalquismo es una enfermedad senil del chaconismo.

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El gestor cultural es a la cultura lo que el derivado financiero es a la economía.

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España es el único país en el que un hombre investigado por la justicia por una compra ilegal de trajes confeccionados ha acabado confeccionando un traje a la justicia.

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La austeridad que nos han impuesto se legitima en un despilfarro de miedos por parte de la ciudadanía.

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Un país que durante años consideró arte una “tortilla deconstruida” o un puente de Santiago Calatrava, no podía no irse a la mierda.

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No es que hayamos vivido por encima de nuestras posibilidades, sino que hemos pensado y actuado por debajo de nuestras posibilidades.

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Desengañaos: ya no podremos recuperar la “senda del crecimiento”. Sólo nos queda hacer crecer, desde cero, una nueva senda.