La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Agustín Moreno
Revuelta escolar o las calles para los niños
La revuelta escolar es un movimiento social que reúne beneficios tan importantes como proteger a la infancia y, a la vez, luchar contra el cambio climático. Hoy día es una de las iniciativas sociales más potentes en varias ciudades europeas y aquí en España especialmente en Barcelona y Madrid. El 6 de mayo las familias con sus hijos e hijas organizarán acciones y eventos para reclamar Calles Abiertas Para La Infancia, es decir, entornos escolares seguros, aire limpio y autonomía infantil.
Tal y como propone el pedagogo Francesco Tonucci con su proyecto de La ciudad para los niños, se trata es una nueva filosofía de gobierno de los espacios públicos, tomando a los niños como parámetro y garantía de las necesidades de todos los ciudadanos. Se trata de construir una ciudad diversa y mejor para todos, de manera que los niños y niñas desarrollen aspectos fundamentales en su vida: su autonomía y su participación.
La protección de los menores no sólo es responsabilidad de las familias sino también de las administraciones públicas y debe extenderse a los espacios que frecuentan. Las entradas y salidas de los colegios en las grandes ciudades se han convertido en lugares peligrosos o inadecuados, que dificultan la seguridad y la salubridad necesarias.
La omnipresencia de los automóviles en la ciudad aumenta el riesgo de accidentes y atropellos, y eleva el nivel de contaminación y de ruidos. Todo ello agudizado por la falta regulación de la movilidad, el incumplimiento de la velocidad máxima, la ausencia de aceras amplias o de pasos de peatones. Todos hemos visto a escolares sorteando coches aparcados en doble fila, junto las vallas de sus colegios y respirando sus humos para entrar. Hace falta una señalización como zona escolar que les proteja. La nula o insuficiente presencia de Policía Municipal dificulta el cumplimiento de las ordenanzas de movilidad. Cuando se hacen cumplir dichas normas, los estudios indican que se reduce la contaminación hasta un 23% y el número de niños que llegan en coche hasta un 54%.
Un estudio de Mapfre de 2017, que realizó 3.000 mediciones de velocidad junto a parques y colegios, concluyó que excedían los límites de velocidad el 65% de los conductores, con el consiguiente riesgo de atropellos. El proyecto Lobelia Air ha realizado mediciones de la calidad del aire y concluye que el 38% de los centros educativos de infantil y primaria de Madrid registran una media anual horaria que superan los 40 microgramos por metro cúbico de dióxido de nitrógeno (NO2), que es límite establecido por la Comisión Europea desde 2010. A la hora de la entrada en el colegio (nueve de la mañana), lo superan todos menos cinco centros.
Cada vez más estudios internacionales y nacionales llegan a la conclusión de que el aire contaminado es tóxico para el cerebro de los niños e influye negativamente en su capacidad cognitiva cuando está en pleno desarrollo. Estamos ante un problema serio y no solo de salud si, como afirma Jordi Sunyer, del ISglobal (NOTA 4): «El deterioro de las funciones cognitivas tiene consecuencias para el rendimiento escolar».
En Barcelona, después del atropello mortal de un niño en 2019, el Ayuntamiento puso en marcha un programa «Protegemos las escuelas» que ha transformado el entorno de un centenar de colegios quitando plazas de aparcamiento, peatonalizando calles, poniendo vallas y badenes. Tras el trágico accidente que provocó la muerte de una niña y heridas graves a otras dos niñas a la salida de un colegio de Fuencarral-El Pardo, el Ayuntamiento de Madrid ha anunciado la realización de actuaciones en los entornos de 218 centros educativos con un coste de 15 millones de euros. Es un primer paso gracias a la presión ciudadana.
Grandes ciudades europeas como París también han actuado en esta dirección, peatonalizando casi 200 calles. En Londres, en 2018, se implantaron medidas para reducir el tráfico de coches en los entornos escolares de 450 escuelas, impulsado por la iniciativa popular School Streets.
La Revuelta Escolar promueve considerar a los menores un colectivo especialmente protegido, y reivindica ordenanzas de movilidad sostenible que reduzcan los niveles de contaminación. Quiere que se aplique el concepto de «Calle Escolar», peatonalizando los entornos de los centros educativos, reduciendo el tráfico, ampliando las aceras, poniendo barreras y cuenten con la presencia de agentes de movilidad que aseguren su cumplimiento y acompañen, en su caso, a los niños y niñas.
Hay que priorizar la movilidad peatonal y ciclista en el entorno escolar, creando corredores de acceso libres de coches, y promoviendo zonas de encuentro y de juego en el espacio público próximo a los centros. Para ello, se precisa crear en los recintos educativos y en sus aledaños, de un espacio seguro para el aparcamiento de bicicletas, patines y patinetes, para incentivar la movilidad activa al centro. Hay que sustituir las zonas de aparcamiento que se encuentren dentro o fuera de los recintos escolares por áreas de juego y ajardinamiento. No tiene sentido suprimir plazas de aparcamiento para poner terrazas y no hacerlo para aumentar los espacios para la infancia. Se pueden complementan estas propuestas con la organización de rutas de «Bicibus» para que niños y niñas vayan acompañados por sus familiares al colegio usando la bicicleta y otros medios de desplazamiento alternativo.
Una de las medidas más beneficiosa sería la escolarización de proximidad. El distrito escolar único aumenta el tráfico y la contaminación por el desplazamiento de escolares en autocares o coches particulares. Pensemos en Alemania, Francia o países nórdicos, donde cada niño o niña llega andando a su colegio desde casa. Y reflexionemos sobre el tiempo perdido y el cansancio que acumulan las criaturas que diariamente hacen muchos kilómetros para llegar a centros alejados de sus barrios.
Por último, para actuar de forma sistémica, se debe trabajar en los colegios el concepto de patios inclusivos. Es decir, respetando la diversidad de todos. El otro día lo resumía muy bien una niña que decía a otra: «Ha dicho la señorita que o nos pasan el balón o no juega nadie». Pues eso. En consecuencia, defendemos un modelo de ciudad, educativo, de convivencia y protector. La revuelta escolar, los patios inclusivos o el concepto de urbanismo feminista, en el fondo lo que plantean es una transformación radical de los espacios de vida.
Posdata. El grupo parlamentario de Unidas Podemos registramos en la Asamblea de Madrid una Proposición No de ley (PNL) (NOTA 6) sobre entornos escolares seguros el 14 de febrero. Dada la importancia del tema y que está respaldado por movilización social, propusimos a Más Madrid y al PSOE que la hiciéramos conjuntamente. Desgraciadamente no ha sido posible, porque Más Madrid ha activado unilateralmente su PNL presentada con posterioridad a la nuestra. La apoyamos, aunque es mejorable. Pero es una pena que, por una cuestión de pura oportunidad, este tema no se plantee de forma unitaria para dar mayor fuerza a las justas demandas de las familias.
[Fuente: Público]
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4 /
2022