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Revista mientras tanto número 107

Verano

2008

Maria Rosa Borràs, in memoriam

NOTAS EDITORIALES
¿El final del neoliberalismo?
Europa sí, Europa no

Aproximaciones anómicas al campo del género

Homosexualidad, masculinidades, e identidad gay en la tardomodernidad: el caso español
por Oscar Guasch

¿De la desconstrucción a la (re)esencialización?
Género, heterosexualidad obligatoria y minorías sexuales
por Laurentino Vélez-Pellegrini

Reconstruir la identidad masculina: una obligación política
por Daniel Gabarró

La identidad de género: dos reflexiones desde una perspectiva trans
por Andrea Planelles

Marxismo y desarrollo
por Bob Sutcliffe

Pane lucrando. Octavi Pellisa y el quehacer remunerado
por Josep Torrell

Se ha apagado una voz imprescindible.
En recuerdo de David Anisi

RESEÑAS
La diversidad sexual en el embudo de la identidad de género
        por Antonio Giménez Merino

    Ghandi. Una antología
     por Pere Ortega

CITA


Mientrastanto107

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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