La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Agustín Moreno
Rajoy y los persas
Era costumbre entre los antiguos persas pasar
cinco días en anarquía después del fallecimiento de
su rey, a fin de que la experiencia de los asesinatos,
robos y otras desgracias les obligase a ser más fieles
a su sucesor.
Manifiesto de los persas (1814)
El 20-D el bipartidismo dinástico salió tocado del ala, al pasar del 73% al 50% de los votos. El PP sufrió una gran caída de votos y de escaños, lo que demuestra que no existe la impunidad por los recortes y la corrupción, pero que la derecha aún tiene un suelo electoral importante y se beneficia de la ley electoral. El PSOE obtiene sus peores resultados de la época democrática, lastrado por la falta de credibilidad de las políticas que aplicó cuando gobernaba. Podemos tiene un importante éxito, especialmente con las confluencias unitarias. Ciudadanos cumple a la perfección su papel de vaso comunicante para los votos que pierde el PP (3.650.000) y los que ellos obtienen (3.500.000). Izquierda Unida-UP se ve perjudicada por la descarada marginación en los medios y en los debates y por una ley electoral tan injusta que hace que el PP logre un escaño cada 58.600 votos y que a IU le cuesten 461.000. Pero la gran conclusión es que el bloque de la izquierda saca más votos que el de la derecha y que si no se hubiera presentado tan fragmentado podría haber una alternativa progresista como en Portugal.
Ahora la pregunta es ¿qué va a pasar tras el 20-D? Veamos algunas claves:
¿Mejorará la situación de la ciudadanía? Es muy difícil, si sigue el PP, que los parados, jóvenes y desahuciados obtengan soluciones. Una cosa es que haya una fuerte oposición de bloqueo que evite nuevas agresiones, y otra que exista una mayoría de progreso para gobernar y que revierta los recortes y derogue, por ejemplo, la reforma laboral y la de pensiones, la LOMCE, la ley ‘mordaza’ o los recortes sociales. Mantener el status quo existente, tras la brutal legislatura de Rajoy, es profundamente negativo para la mayoría social. Si el PP finalmente gobernara, probablemente abusaría del Decreto-Ley para continuar con la austeridad y las medidas antisociales.
¿Será posible un gobierno de coalición? Sería la primera vez en el ámbito de todo el Estado. Ha habido experiencias en varias comunidades autónomas (Cataluña, Andalucía, Canarias, etc.), pero el turnismo bipartidista lo ha hecho innecesario. Por eso no tiene ninguna posibilidad, a corto plazo, ese escenario. Otra cosa son pactos entre los partidos que podríamos llamar dinásticos y de planteamientos económicos neoliberales para dejar gobernar al PP, tal y como proponen los poderes fácticos y Ciudadanos. Lo peor tras el 20-D no sería la ingobernabilidad, como dice Rajoy, sino un nuevo gobierno del PP.
¿Aguantará Pedro Sánchez la presión para dejar gobernar al PP? La presión va a ser tremenda en los próximos dos meses. Asistiremos a coacciones desde la Corona, de las empresas del Ibex y los bancos, de la troika, de los santones de su propio partido (no tardará Felipe González en salir a la palestra), editoriales de los grandes periódicos, etc. Si el PSOE permite gobernar al PP, aunque obtenga algunas ventajas institucionales, la destrucción del Partido Socialista será imparable, como sucedió con el PASOK griego. Si no le deja, se acelerarán los movimientos para sustituirle por Susana Díaz, del felipismo andaluz, opción bastante probable.
¿Se atreverá el PP a dar por amortizado a Rajoy? Para conseguir apoyos para poder gobernar, pueden pedir al PP la cabeza de Rajoy. Asistiremos a un escenario parecido al de Cataluña: Rajoy, como Mas, resistiéndose a dejar paso a otra candidatura porque sabe que es su muerte política. El problema que tiene el PP es que Rajoy está realmente amortizado, pero la falta de democracia interna hace que se expresen adulaciones a un líder liquidado, en vez de críticas y alternativas.
¿Es posible un pacto progresista de gobierno? Sería lo deseable: un acuerdo como en Portugal en base a un programa de emergencia y a un paquete de derogaciones (reforma laboral, LOMCE, ley ‘mordaza’,…). Y tendría más legitimidad, porque estaría respaldado con más votos que el bloque de la derecha. Otra cosa es la dificultad de gestionar una ‘brocheta’ de partidos políticos de izquierda, lo que exigiría acuerdos a múltiples bandas. Pedro Sánchez está obligado a intentarlo. Cuestiones como la celebración de un referéndum en Cataluña no debería ser un obstáculo para el acuerdo, ya que antes o después se tendrá que hacer (mejor tras una reforma constitucional). Otra cosa es que se lo permitan en su partido, donde Díaz cada día se lo pone más imposible: ni apoyar a Rajoy ni pactar con Podemos. Es decir, nada, hasta que yo llegue.
¿Cómo influirá la situación de Cataluña en el Estado? Probablemente como coartada para justificar apoyos políticos al PP: ya lo hace Ciudadanos y en el PSOE aparecerá esa posición. Aunque la debilidad del gobierno de Madrid puede acelerar el proceso hacia la secesión, éste es imparable si no se aborda una reforma constitucional que reconozca a Cataluña como nación y establezca un nuevo modelo territorial cómodo para todos.
¿Irá la izquierda en serio de una vez? Es decir, a ganar, y ello significa movilización y unidad para recuperar la esperanza. No aprendió de las elecciones autonómicas andaluzas o de la comunidad de Madrid para condicionar gobiernos o echar a la derecha. Las cuentas que salen de haber ido junta la izquierda el 20-D son aplastantes. Podemos, las Confluencias y Unidad-Popular-Izquierda Unida hubieran sido la segunda fuerza en votos y habrían sacado 14 diputados más (de 71 a 85), el PP hubiera pasado de 123 a 114, el PSOE de 90 a 88, Ciudadanos de 40 a 36. Es decir, el PP no hubiera gobernado.
A los que siguen diciendo, sin más argumento que su sectarismo, que la unidad de la izquierda no sumaría tanto hay que recordarles las victorias de las listas municipales unitarias y los resultados del 20-D. En Comú Podem (24,7%); En Marea (25,04); Compromís-Podem (25.09%); Podemos-resto de España (18.39%); IU-UP resto de España (3,67%). La estrategia debería de estar muy clara, otra cosa es que todos apuesten por la unidad o, simplemente, por fagocitar sin más a la fuerza electoralmente más pequeña, aprovechando el cansancio que supone estar siempre con los que pierden.
¿Cuándo serán las próximas elecciones? ¿Serán con una nueva ley electoral? En cuanto a la reforma de la ley electoral debería ser más fácil hacerla ahora ya que el panorama político se aleja del bipartidismo y se equilibra. Pero por la nostalgia del ‘turnismo’, los grandes partidos siguen sin tener ninguna intención de modificarla, aunque expresa un tremendo déficit democrático. Por otro lado, todo apunta a una legislatura corta, por lo que asistiremos a un escenario en el que la estrategia de cada partido hará muy difícil moverse de sus líneas rojas, lo que bloqueará aún más la situación política.
La carrera ya ha empezado y asistiremos a unos meses de fuertes presiones sobre la opinión pública para preparar el terreno. El 21-D la bolsa arrancó con pérdidas y la prima de riesgo subió, la Unión Europea recordó que hay que cumplir el déficit y seguir con las reformas (o recortes), las agencias de calificación de riesgos meten miedo, la CEOE pide gobierno de concentración, los medios de comunicación editorializan para que se asegure la gobernabilidad con el PP, y el obispo Munilla salió diciendo disparates sobre el resultado. Todos tratan de crear la sensación de desbarajuste para que finalmente se permita un gobierno del PP con la abstención de C’s y PSOE y sea acogido con alivio.
La táctica es muy vieja y se repiten las situaciones históricas. Después de la guerra de la independencia contra Francia se estaba produciendo un cambio de régimen en España, de uno absolutista hacia uno liberal. Para impedirlo 69 diputados absolutistas recomendaron con un manifiesto a Fernando VII que se demorara en su regreso de una regalada vida de prisionero en Francia (Valençay) para que, cuando el caos se apoderara del país, el pueblo deseara la vuelta al orden de siempre. Así lo hizo Fernando VII, que entró por Figueras el 22 de marzo de 1814 y fue recorriendo ciudades hasta que se produjo el pronunciamiento del general Elio. El 4 de mayo, el recibido como El Deseado, restauró el absolutismo, abolió la Constitución de Cádiz de 1812 y reprimió a los liberales que habían luchado por él. La diferencia es que ahora lo que se quiere salvar es la Segunda Restauración y el régimen del 78.
Lo único cierto es que vamos a vivir dos meses muy intensos, donde todo el mundo se va a retratar, al tiempo que se querrán cargar de razón en clave electoralista. Ya lo decía Rivera la noche del 20-D: “Hoy empieza todo”. No me cabe ninguna duda de que no se estaba acordando de Bertrand Tavernier: se estaba refiriendo a que desde el 21-D ha empezado sin pausa la carrera hacia la próxima cita electoral que se producirá más pronto que tarde.
[Fuente: Cuarto Poder]
26 /
12 /
2015