La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Revista mientras tanto número 108-109
Otoño-Invierno
2008
NOTAS EDITORIALES
Tres millones
¿Qué persigue Israel en Gaza?
Israel y el alma
Carta a los magos de Izquierda Unida
¿Qué regulación del aborto?
La misión de la universidad (según la UE)
Que no te den gobernanza por democracia
por José Antonio Estévez
La estrategia de la gobernanza en el debate sobre la democracia en Europa
por Giovanni Messina
¿Qué crisis? ¿qué regulación?
por Antonio Antón
Crisis financiera, economía y medios de comunicación
por Nuria Almirón
La guerra de Afganistán: una guerra también contra el derecho
por Eduardo Melero
El 11-S y la «Inquisición estadounidense»
por Michel Chossudovsky
Entonces, ¿cómo fue?
por Juan Gelman
La «guerra contra el terrorismo», nueva misión de la Otan
por Cedric Housez
In decrescendo, para cinco voces. Entrevistas sobre el decrecimiento
por Oriol Leira y Stefano Puddu
DOCUMENTO
Judíos contra el colonialismo sionista.
Carta de la Red Judía Antisionista Internacional
por International Jewish Anti-Zionist
CITA