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Isabella Gonçalves Miranda

¿Por qué no tender la mano a la crítica de la Copa del Mundo?

Por encima de todo, esfuércense en sentir en lo más profundo de ustedes cualquier injusticia cometida contra cualquier persona en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más bella de un revolucionario.

Ernesto Che Guavara

 

La Copa del Mundo y las Olimpiadas son los más importantes y lucrativos megaeventos del capitalismo global. En el contexto de sus preparativos, se está radicalizando la privatización de la ciudad y de las políticas públicas contra la que históricamente se ha enfrentado la izquierda brasileña. En Brasil, la realización de esos proyectos ha desestructurado la vida de más de 250.000 brasileños, que han visto violados sus derechos: comunidades deslocalizadas, favelas militarizadas, trabajadores desplazados y accidentados, niños y adolescentes en riesgo de explotación sexual, población callejera violentamente oprimida, manifestantes criminalizados…

¿Qué sentido tiene entonces el silencio practicado por importantes intelectuales y militantes de movimientos y partidos de izquierda en torno a la gente que critica la Copa del Mundo?

Para responder a esa desconcertante pregunta hay que recurrir al contexto de la construcción, en los últimos años, de una plataforma de gobierno que prometió llevar a cabo algunas de las principales reivindicaciones políticas de la izquierda brasileña, con especial atención a las políticas de reducción de la pobreza. Confiados en ello, movimientos sociales y organizaciones de la sociedad civil tomaron la opción estratégica de apoyar políticamente el proyecto llevado a cabo por el Partido de los Trabajadores (PT). Lo que por un lado generó más confianza política, estabilidad y cooperación en la construcción de un proyecto transformador de país, pero por otro silenció muchas de las críticas que con justicia deberían ser hechas al gobierno, por miedo a que éstas “fortaleciesen a la derecha”.

La pregunta, entonces, es qué ocurre con un gobierno que deja de ser presionado desde el lado popular dentro de una economía basada en la apropiación privada.

El PT nunca dejó de recibir presión desde la derecha y es sabido que, para mantener su poder, ha tenido que ceder a perversas conciliaciones políticas con sectores de la élite agraria y urbana, nacional e internacional. En el contexto de la Copa del Mundo, la FIFA emerge como una perversa fuerza política transnacional, la cual ha empujado al país a profundizar en un modelo de desarrollo que viola los derechos de los pueblos y las soberanías locales.

La crítica a la Copa del Mundo, por lo tanto, es una crítica justa que no puede ser condenada ni silenciada sin dar la espalda a quienes están siendo oprimidos con la preparación del mundial. Los Comités Populares de la Copa actúan en las 12 ciudades que serán sede del campeonato y están integrados en la Articulación Nacional de los Comités Populares de la Copa (ANCOP). Desde hace cuatro años acumulan un importante trabajo tanto de denuncia como de organización y apoyo en el proceso de resistencia de los grupos de afectados por la Copa (simbolizado en las comunidades atrincheradas frente a policía y tractores en los procesos de desalojo que la Copa ha intensificado).

Formados por comunidades afectadas, movimientos sociales y organizaciones civiles, los comités creen que la crítica a la Copa del Mundo no sólo es justa, sino que se hace cada vez más necesaria.

Vivimos en un escenario donde predomina un clima de insatisfacción con la Copa del Mundo en Brasil. La mayor parte de los brasileños ya se dio cuenta de que el Mundial no dejará un legado positivo para la población. A poco más de 30 días para el mundial, en la calle las personas hablan de la Copa con resentimiento y, al evocar el slogan “Piensa en la Copa”, siempre añaden algún comentario desalentador.

Actualmente, la Copa del Mundo ha ayudado a politizar el debate nacional sobre diversos problemas estructurales del país, desde la cuestión de las prioridades de la inversión pública hasta cuestiones atinentes a la democracia y a las políticas urbanas. Un debate extremamente saludable que sin embargo revela la insatisfacción de gran parte de la población con la conducción del proceso político brasileño.

Es verdad que dicho debate influirá en el contexto de las elecciones de octubre de 2014 y, por ello, tienen razón los intelectuales y militantes que argumentan sobre los costes electorales derivados de la Copa del Mundo. Pero eso no da razón a su silencio consciente, o no digamos a la idea de que apoyar el Mundial es proteger al gobierno federal. La crítica es hoy un hecho y, por tanto, es necesario dotarla de contenido en el ámbito de las gentes.

Para eso, es preciso combatir algunas de las falacias vertidas sobre quienes luchan contra la Copa del Mundo en Brasil:

En primer lugar, es falsa la idea de que las movilizaciones contra la Copa están promovidas por la derecha social o por sectores políticos cuya crítica carece de contenido. Es cierto que existen sectores que buscan aprovecharse del contexto político generado por la Copa para atacar el gobierno, pero se trata de un sector minoritario (aunque importante en términos de acceso a los medios de comunicación y por tanto con capacidad de concitar atención).

En el ámbito popular, Comités Populares de la Copa, movimientos sociales y organizaciones políticas han protagonizado importantes críticas a lo largo de las 12 ciudades-sede. En Bello Horizonte, las zonas urbanas ocupadas que han sido amenazadas con el desalojo lanzaron el slogan “Como haya desalojo, no va a haber Copa” y, más recientemente, el MTST (el mayor movimiento social brasileño de lucha por la vivienda) realizó una ocupación bajo el lema “Copa del Pueblo” como parte de la lucha contra la ciudad de excepción promovida por el mundial. Además, colectivos artísticos urbanos, los movimientos “tasa cero” y “pase libre” y barrios y favelas de todo Brasil se han organizado también contra el Mundial.

La crítica a la Copa del Mundo que construyen esos grupos no se centra en cuestiones vacías dirigidas contra el gobierno federal tales como la corrupción general, presentada de forma moralizante por los grandes medios de comunicación. Son cuestionamientos importantes al hilo de las violaciones de derechos, de la profundización en un modelo neoliberal de ciudad, de la inversión de prioridades en la utilización de recursos públicos, etc. Pautas afines a la esfera popular en su conjunto.

En segundo lugar, es falso afirmar que los medios están a favor de las críticas a la Copa, o de aquellos que se manifiestan contra la Copa. En los últimos meses los grandes medios de comunicación han intensificado la criminalización de las protestas y orientado a la opinión pública en contra de la contestación. En una edición reciente de la revista Vea (financiada por empresas patrocinadoras de la Copa con grandes intereses en su realización), los Comités Populares de la Copa fueron tildados de amenazas análogas a la de las organizaciones terroristas internacionales.

Si las manifestaciones en la calle alcanzan grandes proporciones durante la Copa del Mundo está claro que la derecha social tratará de canalizar en su propio provecho las críticas. También es cierto que esos sectores utilizarán sus medios de comunicación para adueñarse de esa clima de protesta, por lo que nos podemos encontrar ante un escenario con desafíos notables. De ahí que cada vez se haga más importante converger en la construcción de una crítica serena, justa y necesaria a la Copa del Mundo que concite a sectores lo más amplios posibles de la izquierda y que quede al margen de opciones electorales divergentes.

En la coyuntura actual es muy difícil prever el devenir de las movilizaciones en torno a la Copa del Mundo o cómo afectarán éstas a las elecciones, pero de algo podemos estar seguros: nuestra fragmentación y desarticulación alimenta los intereses de quienes pugnan por la reproducción de las más variadas formas de exclusión social y política que siguen marcando el día a día de las personas en las ciudades y en el campo brasileños.

En la experiencia de las protestas de junio de 2013 participaron miles de personas, con reivindicaciones extremamente diversas, pero principalmente organizadas en espacios-bisagra y de deliberación directa desde los que construyeron un ámbito político específico orientado a la acción colectiva, en aquel mes y en los que le siguieron. Aunque dicho ámbito fuera hasta cierto punto estrecho y dispar, ellas y ellos fueron sujetos decisivos en la convocatoria de las protestas y en la conformación de contrainformación mediática, de discursos y narrativas sobre el significado político de estar en las calles, en disputa directa con el relato de los grandes medios y de otros grupos sociales y políticos. En consecuencia, las jornadas de junio hicieron emerger importantes cuestiones políticas (como la reducción del precio del trasporte, la desmilitarización de las policías y la reforma política), además de haber alimentado en muchos el deseo de luchar por una sociedad mejor.

¿Por qué no tender la mano a la crítica de la Copa del Mundo? La Copa del Mundo está causando sufrimiento injusto y violaciones de derechos que nos deshumanizan a todos y creemos que la lucha contra ello es la más efectiva y democrática forma de transformación de las causas de esa opresión.

Criticamos la Copa del Mundo para que no quede oculto el legado perverso que ésta deja para muchos brasileños y brasileñas, para que se mantenga nuestra capacidad de indignación frente las injusticias. Luchamos para que los derechos de las poblaciones sean reparados, y para que cese el proceso de higienización y militarización de las ciudades que perjudica a los grupos más vulnerables. Luchamos para que el modelo de ciudad impulsado por ese mega-evento no se consolide como el modo de producción del espacio urbano brasileño.

Criticamos la Copa como lo hacemos con todos los mega-proyectos de desarrollo que anteponen los intereses del capital a los derechos y la dignidad de las personas. Repudiamos la forma en que el gobierno brasileño ha vehiculizado dichos mega-proyectos, en Brasil y en otros países del Sur.

Criticamos la Copa del Mundo de la FIFA, no el fútbol en general, un deporte que despierta tantas emociones y alegrías. La FIFA es hoy, a nivel mundial, uno de los símbolos más evidentes de lo peor del capitalismo: pulsión desenfrenada por la mercantilización de todas las esferas de la vida; una política internacional imperialista y corrupta; dominación y desprecio hacia las poblaciones locales; presión por instaurar un estado de excepción, cuyo objetivo último es destruir la democracia para garantizar la acumulación sin fin.

Por todo ello, el 15 de Mayo se puso en marcha la agenda unificada de luchas contra la Copa del Mundo. Esta agenda, ampliamente debatida en el I Encuentro de Afectados de la Articulación Nacional de los Comités Populares de la Copa, cuestiona de forma incisiva el actual modelo neoliberal de políticas públicas en el campo y en la ciudad y la criminalización del disenso y de la protesta, intensificada en el país con la Ley General de la Copa y la puesta en marcha de legislaciones retrógradas como la Ley de Seguridad Nacional (clique aquí para leer el manifiesto de la ANCOP sobre el 15 de Mayo).

Creemos que silenciar y someter nunca pueden ser instrumentos efectivos para la construcción de una política popular de izquierdas. La crítica es una parte fundamental del proceso democrático: cuando es serena y consecuente gana poder para impulsar transformaciones importantes en la sociedad. Si estuviéramos atentos a la hora de evaluar las potencialidades del actual contexto de intensificación del debate democrático y de politización de cuestiones centrales, tal vez podríamos transformarlo. Estamos en un momento importante para el impulso de luchas sociales históricas en el país, luchas que no han surgido de la Copa y ni van a concluir con ella.

 

Vídeos de acompañamiento del texto:

https://www.youtube.com/watch?v=HmoLZBtqQ3c

https://www.youtube.com/watch?v=mhNym4Es-To

 

[Isabella G. Miranda es militante del Comitê Popular dos Atingidos pela Copa y miembro de la Articulação Nacional dos Comitês Populares da Copa. Trad. de A. Giménez Merino del original en portugués, en: Atingidos pela Copa 2014 – BH, 15 de maio de 2014]

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2014

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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