La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Revista mientras tanto número 110-111
Primavera-Verano
2009
NOTAS EDITORIALES
La crisis para quien la trabaja
La prueba pericial
Un tribunal constitucional plurinacional y elegido por sufragio universal
Marx, Einsenstein, Kluge
La Europa de la exclusión
LOS DESIGNIOS NEOLIBERALES PARA LA UNIVERSIDAD
La Universidad en el siglo XXI
por Boaventura de Sousa Santos
La crisis universitaria y Bolonia
por Juan-Ramón Capella
La evaluación universitaria en el contexto del pensamiento neoliberal
por Ángel Díaz Barriga
La evaluación universitaria: ¿toyotismo en la universidad?
por José A Estévez
Ojeada sobre la crisis energética
por Alfons Barceló
La economía política del castigo
por Elena Larrauri
El conflicto de Palestina: desmontando algunos mitos
por Javier Honorato
Francisco J Vidarte y los orígenes de la teoría Queer en España
por Laurentino Véllez-Pellegrini
SOBRE CINE
Una poética del cine
por Pere Portabella
Un trabajo cultural en el cine
por Josep Torrell
CUESTIÓN DE PALABRAS
por Antonio Jiménez Millán
RESEÑA
De la locura maoísta al desenfreno neoliberal
por Ramón Campderrich
CITA