¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Réseau Voltaire
Industria de la retórica política. El "prêt-à-penser" de la Heritage Foundation
La Heritage Foundation no es un think tank, es decir, un laboratorio de ideas, sino una organización militante lista para intervenir al momento en el debate público. No trata de elaborar y proponer soluciones a problemas políticos, sino de pensar por los parlamentarios y dictarles el trabajo legislativo que deben hacer. Estrechamente asociada al gobierno de Ronald Reagan y al de Margaret Thatcher, ha sabido imponer en los medios de comunicación y en los lugares de debate un discurso único de talante conservador, militarista y pseudoliberal. Con un presupuesto para gastos de comunicación de treinta y cinto millones de dólares al año, la Heritage Foundation redacta hoy día las argumentaciones del gobierno de Geore W. Bush.
En 1973, Richard Nixon no logró convencer al Congreso para que apoyara su proyecto de avión de transporte supersónico. El dosier preparado a tal efecto por el American Entreprise Institute no llegó a manos de los parlamentarios hasta dos días después de la votación. Escarmentados por ese fracaso, dos responsables del partido republicado decidieron crear una nueva asociación capaz no sólo de influir sobre las políticas a largo plazo, sino de ser también, en la acción cotidiana, no una «caja de ideas» para elaborar programas, sino una máquina de guerra para arrancar decisiones favorables en el fragor de la batalla.
Paul Weyrich, asistente parlamentario de extrema derecha [1], y Edwin J. Feulner Jr., presidente del grupo de estudios del Partido Republicano en la Cámara de Representantes, se lanzaron a la búsqueda de patrocinadores para este proyecto. Ante todo convencieron al magnate de las cervecerías de Colorado, el barón Joseph Coors, para que donara 250.000 dólares a fin de poner en marcha la iniciativa. Utilizaron un cascarón vacío para disponer lo antes posible de una personalidad jurídica y de exenciones fiscales. Una vez consolidado el asunto, pusieron a la asociación el nombre de Heritage Foundation y obtuvieron la ayuda del banquero Richard Mellon Scaife, que aportó 900 000 dólares para el primer año.
A pesar de este flujo de dinero, los comienzos de la Fundación fueron trabajosos. Los promotores tenían dificultades para dar con el estilo que los diferenciara y el modo de actuación correspondiente a sus objetivos. Paul Weyrich, que no se contenta con un simple conservadurismo, sino que quiere promover una forma de integrismo religioso [2], se separa de Feulner para crear, siempre con la ayuda financiera de Joseph Coors, la Free Congress Foundation. Las dos asociaciones, que se ven como complementarias, colaboran regularmente, como lo hicieron para la publicación, en 1988, de un imponente programa ultraliberal en tres volúmenes.
En 1977, a petición de Richard Mellon Scaife, Feulner asume la presidencia de la asociación. Con extraordinario talento, consigue reunir gran número de donantes entre los dueños de multinacionales opuestos a la política de Carter. La Heritage Foundation se convierte en un instrumento clave de la campaña presidencial de Ronald Reagan. Y cuando éste conquista la presidencia, elige una decena de colaboradores de la Fundación para formar su equipo de transición.
La Heritage Foundation y el gobierno de Reagan actúan en perfecta simbiosis [3]. Sobre cada tema que ha de discutirse, la Fundación envía por fax a siete mil parlamentarios, asistentes, consejeros ministeriales y periodistas, un dosier completo con sus argumentos en menos de veinticuatro horas. Da el punto de vista conservador, indica las enmiendas que hay que aprobar en el Congreso y proporciona una argumentación lista para ser usada. A cambio, Edwin J. Feulner es nombrado presidente de la Comisión consultiva sobre asuntos diplomáticos, puesto que ocupará sin interrupción durante los dos mandatos de Reagan y la presidencia de Bush padre.
La Heritage Foundation aporta también su ayuda al padre de la bomba H, Edward Teller, para constituir un grupo de presión en favor de la militarización del espacio. Siempre con la ayuda financiera de Joseph Coors, Feulner crea High Frontier, cuya presidencia ocupa el general Daniel O’Graham. Personalidad destacada del complejo militar-industrial, Graham había participado ya en el Equipo B (Team B) que reevaluó al alza la amenaza soviética [4], presidió la Coalición para la paz por la fuerza (Coalition for Peace through Strength) que batallaba a favor del aumento del presupuesto militar, y animó la sección estadounidense de la Liga Anticomunista Mundial (WACL) [5]. High Frontier publicó el dosier con los argumentos a favor de la «guerra de las galaxias» y aseguró la promoción de dicho proyecto.
La Heritage Foundation interviene principalmente sobre las cuestiones económicas. Populariza el «liberalismo», doctrina, en realidad, favorable a la desreglamentación económica, algo bien distante del concepto de libertad. Publica versiones de sus argumentaciones adaptadas al Reino Unido por cuenta del gobierno de Margaret Thatcher. Edwin J. Feulner trabaja también en la Sociedad de Mont-Pèlerin, que difunde el pensamiento ultraliberal de Friedrich von Hayek [6]. Fue presidente de este grupo internacional de 1996 a 1998 [7].
Para ampliar su financiación, la Fundación acepta una subvención de 2,2 millones de dólares de la Fundación coreana, que no es otra cosa que los servicios de información surcoreanos (KCIA), bajo el control del reverendo Sun Myung Moon.
La Heritage Foundation recluta para dirigir sus publicaciones al periodista racista Roger Pearson, militante de la Liga Anticomunista Mundial y colaborador del complejo militar-industrial. Dimitió cuando la prensa reveló sus diversas actividades.
La Heritage Foundation apoyó la política exterior de Ronald Reagan. Por otro lado, alojó en sus locales tanto al Comité por un Afganistán libre (Committee for a Free Afghanistan), sostenido por el hombre de negocios anticomunista Ossama Bin Ladin, como a la Resistencia Nacional de Mozambique (Renamo). Las cosas marcharon tanto más fácilmente cuanto que William Casey, jefe de la CIA, fue uno de los primero miembros de la Fundación. Muchas otras personalidades siguieron su ejemplo. Entre ellos, Elliott Abrams, Richard V. Allen (asistente del presidente Reagan para asuntos de seguridad nacional), Midge Decter (esposa de Norman Podhoretz, de Commentary), Steve Forbes (Forbes Magazine), Jack Kemp, Lewis E. Lehrman (antiguo director de Radio Free Europe), Edwin Messe III (fiscal del Tribunal Supremo), Frank Shakespeare (antiguo director de la CBS y embajador ante la Santa Sede), etc.
La reaparición de los reaganianos en el entorno de George W. Bush ha dado nuevos bríos a la Heritage Foundation. El secretario de Estado Colin Powell, el vicepresidente Dick Cheney y el propio presidente Bush han pronunciado algunos de sus discursos más importantes en las veladas de la Fundación.
En 2003, los expertos de la Heritage Foundation participaron en 1.100 emisiones de televisión y 1.418 emisiones de radio, y publicaron en 907 medios de la prensa escrita. Con doscientos mil donantes, la Fundación dispone actualmente de un patrimonio considerable al que hay que añadir un presupuesto anual de funcionamiento, para sus investigaciones y publicaciones, de unos treinta y cinco millones de dólares. Emplea a una pléyade de investigadores y publica 365 días al año notas de síntesis dirigidas a los parlamentarios y al gran público. Por su parte, el sitio internet de la asociación ha recibido 3,6 millones de visitas. Ha publicado asimismo diversas obras, entre ellas el Índice de la economía libre, en colaboración con el Wall Street Journal. Por supuesto, esta actividad desbordante y sin parangón en el mundo no tiene relación alguna con la investigación científica, sino únicamente con la propaganda ideológica.
Notas
[1] Paul Weyrich era asistente parlamentario del senador republicano de Colorado Gordon Allott.
[2] Paul Weyrich es católico de rito greco-melquita.
[3] Véase «Ronald Reagan contre l’Empire du mal», Voltaire, 7 de junio de 2004.
[4] Véase «Les marionnettistes de Washington», por Thierry Meyssan, Voltaire, 13 de noviembre de 2002.
[5] Véase «La Ligue anti-communiste mondiale: une internationale du micrime», por Thierry Meyssan, Voltaire, 12 de mayo de 2004.
[6] Véase «Friedrich von Hayek, pape de l’ultra-libéralisme», por Denis Bonneau, Voltaire, 4 de marzo de 2004.
[7] Véase «Les présidents de la Société du Mont-Pèlerin», biblioteca electrónica de la red Voltaire.
[Fuente: Réseau Voltaire, www.voltairenet.org/.
Traducción: Miguel Candel. Texto aportado por Agustí Roig.]
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2004