¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Albert Recio Andreu
Empiezan las rebajas
Con el cuaderno ya cerrado se acumulan las noticias que dan cuenta de lo que nos va a ocurrir si no acabamos con la “economía de la usura”. El gobierno ya ha filtrado su propuesta de reforma de la Seguridad Social con la cuestión estrella del alargamiento de la edad de jubilación. Como en la misma nota informativa se incluye España sigue siendo uno de los países con una retirada más tardía del mercado laboral, si bien existen enormes desigualdades según género o grupo social. Lo que la información no incluye es que España sigue siendo uno de los países europeos que menos gasta en pensiones y donde una parte de las mismas se sitúan bajo índices de pobreza. Tampoco nadie sabe explicar como se va a imponer a las empresas que retengan a sus empleados hasta los sesenta y siete años. Sin cambios en la situación actual, esto es una mera medida de recorte de unas pensiones ya de por sí muy bajas.
Esta misma semana el F.M.I. ha dicho que España debe reducir salarios para recuperar la productividad. Insólito, basta con consultar el fondo estadístico Eurostat y comprobar que España es, con Alemania, el país europeo que en la última década más ha reducido los costes salariales sin que esta estrategia haya tenido efectos beneficiosos. Pero pedir al F.M.I. que incluya en sus predicciones un análisis profundo de los problemas de la estructura productiva y empresarial, o que considere el impacto de la cotización del euro, es lo mismo que pedir a un testigo de Jehová que se olvide de la Biblia al expresar una opinión. Nadie sabe además explicar “cuánto deberían reducirse los salarios” ni qué impactos sociales tendría esta medida para el sostenimiento de la demanda interior y la equidad social. Por no convencer no lo han hecho ni a los dirigentes de instituciones financieras como Caixa de Catalunya o Banesto que esta misma semana se han autoconcedido suculentos aumentos salariales y planes de incentivos. Aunque más que desobediencia, estos aumentos reflejan mejor que nada el talante social de las élites dirigentes. A ver si de una vez por todas los lideres sindicales y sociales responden a esta nueva tomadura de pelo y empiezan a articular una respuesta seria, argumentada, convincente y contundente a lo que no es más que otra vuelta de tuerca de unas políticas que primero provocaron la crisis y ahora tratan de sacar rentabilidad de la misma.
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2010