La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Revista mientras tanto número 114
2010
A los 25 años de la muerte de Manuel Sacristán Luzón
Presentación
Ponencia de las jornadas intelectuales comunistas en Barcelona
por Manuel Sacristán
Introducción a un curso sobre los nuevos movimientos sociales
por Manuel Sacristán
La obra de Manuel Sacristán: sugerencias de lectura
por J.-R. Capella
Los crímenes del franquismo y la justicia española
Los jueces y el aprendizaje de la impunidad, a propósito de los crímenes del franquismo
por Ramón Saez
Ilegitimidad franquista frente a legalidad republicana
por Carlos Jiménez Villarejo
Jueces y fiscales ante crímenes del franquismo
por Antonio Doñate Martín
CUESTIÓN DE PALABRAS
por Luis García Montero
RESEÑAS
Retrato del cerebro de Adam Zeman
por Alfons Barceló
Sobre los escritos filosóficos inéditos de Castoriadis
por Xavier Pedrol
CITA