La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Petons a Robadors
Barcelona,
El Barrio Chino de Barcelona ha sido históricamente un espacio de luchas de la clase obrera, desde el cual las identidades del Raval han reivindicado su derecho a la ciudad. Los procesos de gentrificación están desvistiendo las calles del Raval de su fisonomía canalla. Hay, sin embargo, un relato del barrio que habla de las viviencias, de las complicidades y de los afectos entre las personas que resisten dentro de un entorno que las violenta y que las quiere fuera de él. El vídeo «Petons a Robadors» («Besos en Robadors») sólo es una pequeña muestra de estas voces: nacidas en el barrio, llegadas de fuera, blancas, negras, mujeres, hombres, mayores, putas, vecinas todas. Más que la voz de cada una de ellas, es una historia coral de luchas y causas comunes, así como de los espacios donde nacen los vínculos que hacen que un lugar —como Robadors— y las relaciones de vecindad con las personas trabajadoras sexuales se conviertan en un símbolo de resistencia y libertad.
30 /
6 /
2020