¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Demografía y posverdad
Icària,
Barcelona,
230 págs.
Francesc Bayo
Desde hace unas décadas estamos viviendo una serie de transformaciones económicas y sociales influidas fundamentalmente por la acción del capitalismo globalizado, que están teniendo unas consecuencias importantes en diferentes ámbitos de la vida de las personas. Para examinar estos fenómenos se ha desplegado un repertorio de análisis con visiones diferenciadas en todos los campos de las ciencias sociales, que en ocasiones ha propiciado una interpelación y un cierto debate entre ellas, pero al final lo que ha emergido con más fuerza ha sido el intento bastante exitoso por establecer un discurso mayoritario acorde con la ideología dominante en ese proceso de transformación, que hemos dado en llamar el pensamiento neoliberal.
Frente a esta tendencia por la apropiación casi exclusiva de lo que hoy en modo coloquial se denomina el relato, y que históricamente ha sido la tendencia al establecimiento de un pensamiento único con intenciones uniformadoras para la dominación, afortunadamente se han alzado voces críticas que cuestionan esa forma de presentar los hechos y las acciones como inevitables. Para ello el pensamiento crítico también tiene que desmentir las falsedades que se emplean en la construcción de esos discursos, y a la vez tiene que desentrañar las distorsiones y desmontar los estereotipos que se utilizan para reforzar esas argumentaciones.
Como ya se ha mencionado anteriormente, todas esas transformaciones económicas y sociales han afectado a diferentes ámbitos de vida y uno de ellos es la evolución de la población, de cuyo estudio se ocupan los demógrafos, y por tanto es de agradecer que un equipo con una visión crítica haya decidido ocuparse en analizar el tema desde esta perspectiva. En definitiva, todos estos antecedentes se han tenido en cuenta en la preparación del libro editado por Andreu Domingo, con el título Demografía y posverdad, que ha publicado la editorial Icaria en su colección Antrazyt.
El libro empieza con un prólogo del editor en el que nos advierte sobre la expansión del fenómeno del falseamiento y la distorsión de los hechos y la realidad en las argumentaciones de los análisis en los más variados campos de las ciencias sociales en los últimos tiempos, que en estos momentos se le está llamando posverdad, aunque me parece preferible por más clara y directa la denominación del título del propio prólogo (“Y por el monte las sardinas, tralará (bis)…”. También es importante reseñar la reivindicación de la demografía como campo propio de estudio frente a quienes desde hace tiempo han querido reducirla a una mera disciplina auxiliar y a la vez manipulable, tal como ha ocurrido frecuentemente desde algunas corrientes mayoritarias de la economía.
A continuación del prólogo, se despliegan diez capítulos con un análisis sobre diferentes aspectos de la evolución de la población, que incluyen tanto su cuantificación como su valoración en muchas circunstancias que nos atañen a la vida cotidiana de las personas.
En el primer capítulo se examina el fenómeno de la explosión demográfica con una visión crítica de las rémoras que aún se arrastran desde las perspectivas catastrofistas anunciadas por Malthus hace ya dos siglos. Para ello se estudian de una forma menos alarmista cuestiones como la producción de alimentos o la esperanza de vida, mientras que se especifica que la solución a otros temas candentes como la pobreza o las desigualdades sociales hay que buscarlas principalmente en las políticas públicas y en la planificación económica, que sí pueden ser responsables de las consecuencias de la evolución de la población.
En el segundo se pasa revista al tratamiento que se ha dado al estudio de la población en el pasado y que desgraciadamente en muchas ocasiones aún perdura en el presente. En ese sentido los autores del capítulo denuncian el análisis demográfico que asume la evolución de la población como una especie de fenómeno de la naturaleza, y para ello se construyen explicaciones quiméricas como la generalización de la “peste” como causa de mortalidad, o sobre el tamaño siempre desmesurado de las familias por efecto de una natalidad descontrolada, entre otros ejemplos.
El tercer capítulo revisa otro tópico muy actual en España, que hace referencia a la baja fecundidad, donde se desmontan estereotipos como la tasa de reemplazo que hace ya años que ha dejado de ser un objetivo generalizado en el contexto internacional. Por otro lado, dejando al margen algunas políticas pronatalistas un tanto pintorescas, la realidad muestra que hay una gran cantidad de obstáculos que desincentivan la fecundidad y que no son atendidos desde las instancias públicas o son dejados al albur de lo que resuelva el mercado. Un claro ejemplo son el desempleo y la precariedad laboral, pero tampoco es que se haya mostrado un especial entusiasmo desde ningún gobierno para desarrollar una adecuada política pública de cuidados (guarderías y escuelas públicas suficientes, conciliación vida laboral y familiar, etc.), o de atención a las nuevas formas familiares que deben lidiar su cotidianeidad con mayor desventaja (por ejemplo, en los últimos años se ha producido un relativo aumento de las denominadas familias monoparentales, aunque en una mayoría considerable la cabeza de familia sea una mujer).
El cuarto capítulo trata sobre las nuevas parejas y las nuevas oportunidades para la igualdad de género, unas cuestiones sobre las que desde otros ámbitos, en particular la sociología o los estudios del feminismo, se ha ido desarrollando una atención que se espera que vaya en aumento en el futuro. Al igual que en otros aspectos tratados en el libro, aunque en este caso con mayor consideración, las transformaciones operadas se asocian a la mejora del nivel educativo de las mujeres y al aumento de las tasas de participación femenina en el mercado laboral, dos circunstancias que pueden favorecer la capacidad de un mayor empoderamiento de las mujeres.
Siguiendo en la línea del capítulo anterior, en el quinto se profundiza en un aspecto más concreto: la custodia compartida en un supuesto contexto de igualdad de género. Para ello se analiza tanto la evolución del fenómeno en la sociedad española y en el contexto europeo, como la evolución del tratamiento jurídico y los debates parlamentarios en diferentes espacios institucionales en España.
En el sexto capítulo el tema es el impacto de la migración internacional en España, sobre la que se han construido algunos discursos con distorsiones considerables. Entre ellas destaca la supuesta pugna por los puestos de trabajo en un mercado laboral con tendencias a la competición darwinista, seguida de la observación prejuiciada sobre las dificultades para la incorporación social y espacial (¿hay guetos?, ¿son reales o inducidos?), o las conjeturas sobre el elevado consumo de servicios del Estado del Bienestar por parte de la población migrante en detrimento de la población autóctona.
El séptimo capítulo también revisa el movimiento internacional de personas, pero en este caso se ocupa de quienes han tenido que huir de situaciones de conflicto y están demandando refugio en Europa. Sobre este tema se han elucubrado las tesis más siniestras, empezando por una imaginaria y desmesurada presión demográfica que amenazaría la placidez de los países europeos. La conversión de un drama humano en una cuestión de seguridad exterior es la mayor vergüenza política que se ha cometido contra los frágiles pilares del ideal europeo comunitario de cohesión e inclusión social, que han estallado mediante el juego indigno de atemorizar a unos ciudadanos europeos que hace tiempo se dejaron inculcar una candidez miedosa, en unos casos, o se entregaron abiertamente al populismo xenófobo en otros.
En el capítulo octavo se pretenden desmontar los miedos y las falacias que se han construido en torno al envejecimiento demográfico, cuando según el autor lo que deberíamos hacer es celebrar los avances sociales que han permitido aumentar la esperanza de vida, por ejemplo. Para ello propone analizar las consecuencias de la revolución reproductiva que se sustenta en una revolución de las relaciones intergeneracionales, con el resultado del interés por procurar mantener cada vez mejores niveles de calidad de vida en todos los estadios de la existencia. De ese modo se genera un ciclo autoacumulativo que cambia completamente las dinámicas demográficas tradicionales, completando un fenómeno que el autor denomina democratización de la supervivencia. Estos avances sí que es cierto que pueden verse amenazados por las consecuencias de una crisis económica, que por cierto poco tiene que ver con la evolución de la población como causante, y sí en cambio tiene consecuencias para las migraciones internas y externas, o sobre el coste de las pensiones y del cuidado de los mayores, pero esto ya hemos visto que depende fundamentalmente de la planificación económica en curso y de las políticas públicas del momento.
Por otro lado, el autor nos advierte que la democratización de la supervivencia trastoca nudos de relaciones, de costumbres y de privilegios tradicionales que ante la amenaza que perciben en sus intereses por el progreso social que conllevan las transformaciones demográficas, lanzan el mensaje de la supuesta crisis demográfica. De ese modo, alrededor de esta cuestión se han construido varias conjeturas ideológicas, cada cual más perjudicial para una visión progresista de la sociedad, con las cuales se pretende superar esa crisis demográfica imaginaria. Esto se manifiesta en un auge mundial del conservadurismo que rememora los valores familiares tradicionales, y que achaca los supuestos problemas demográficos al avance de las ideologías igualitaristas de género, a la planificación familiar o al creciente egoísmo individualista. En el caso español esa cruzada ideológica se exhibe en la vergonzosa apelación a un añorado pasado en el que imperaban los valores familiares del nacional-catolicismo en sus muy variadas versiones (donde destacan actualmente el Opus Dei, los llamados kikos o los Legionarios de Cristo).
En el capítulo nueve se analiza una derivada de las falacias comentadas en torno al envejecimiento de la población, como son las consecuencias en el sistema de pensiones. Desmontando el uso intencionado de los datos tan frecuente en estos tiempos, los autores nos proponen un giro desde las visiones mayoritarias que recurren al catastrofismo provocado por el envejecimiento de la población, para llevarnos al verdadero núcleo del problema que son las transformaciones que se están produciendo en el mercado laboral y en el conjunto de las relaciones laborales, que incluyen tanto la calidad y la remuneración del trabajo como la regulación de derechos y la capacidad u obstrucción para ejercerlos.
Finalmente, el capítulo décimo se ocupa de las proyecciones de la evolución de la población en España que emiten tanto el Instituto Nacional de Estadística (INE) como Eurostat. El autor parte de la base de la dificultad para discernir en esas proyecciones los grados de incertidumbre que transmiten, entre otras razones porque se sustentan en actualizaciones sobre un presente económico y social que ya hemos visto que puede ser muy cambiante, y luego porque las interpretaciones que se derivan de las tendencias no son para nada inocentes. Para ello analiza de forma amplia las previsiones de la evolución de la población en general, de las pirámides de población, de la demografía en función del mercado laboral, y de las tendencias respecto a la evolución de la población mayor, para concluir más o menos que todo quedará en manos de las políticas públicas que son las que en realidad pueden marcar tendencias en unos sentidos u otros.
20 /
2 /
2019