Skip to content

Política y República. Aristóteles y Maquiavelo

Editorial Biblioteca Nueva,

Madrid,

304 págs.

José A. Estévez Araújo

El gran tema abordado en este libro es el del concepto de “política”. La política es una actividad muy denostada hoy en día (por buenas razones). Es vista como el ámbito de la corrupción, de las falsas promesas, de los abusos de poder… Jorge Álvarez reivindica otra concepción de la política. Esta concepción está inscrita en la tradición republicana y procede de Aristóteles. La política es vista desde esa perspectiva como una actividad eminentemente discursiva, realizada por ciudadanos libres e iguales, y con una rotación periódica entre quienes ocupan la posición de gobernantes y quienes están en la posición de ser gobernados. En una época en que la política está copada por profesionales, esa idea de que los gobernantes sean gobernados y a la inversa tiene un enorme atractivo. Todos los ciudadanos deberían tener la oportunidad y el deber de ejercer funciones políticas.

El tema del concepto de la “política” se aborda en el libro, presentándonos un Aristóteles “maquiavélico” y un Maquiavelo aristotélico. En su Política, Aristóteles no sólo habla del ser humano como “animal político”, sino que dedica partes de la obra al problema del mantenimiento del poder tiránico. Las estrategias dibujadas por el filósofo no tienen nada que envidiar a las diseñadas luego por Maquiavelo en El Príncipe. La política aparece, así, como una técnica, dejando de ser una praxis. Se convierte en un arte instrumental dirigido al mantenimiento del poder.

Pero no es posible eludir el dilema entre ética y política tal como es planteado por Maquiavelo. El autor florentino nos dice que, en ocasiones, de los bienes se derivan males y de los males, bienes. Una actuación éticamente correcta (p. ej. no mentir) puede tener unas consecuencias moralmente terribles (p. ej. que una niña judía sea atrapada por los nazis). El dilema es real, pero la salida propuesta por Maquiavelo no lo soluciona. El fin bueno no excusa los medios malos (Jorge Álvarez nos descubre que, en realidad, Maquiavelo no habló de justificación de los medios por el fin: utilizó el verbo “scusare”, no “giustificare”). Como Álvarez Yagüez señala, el problema que Maquiavelo no vio es que los medios condicionan el fin. No se puede alcanzar un fin político utilizando medios incompatibles con el mismo. Maquiavelo no perseguía la perpetuación de un poder tiránico. Su planteamiento en El Príncipe es el de una “dictadura” transitoria dirigida al fin de instaurar un régimen republicano (que dibuja en sus Discursos sobre la primera década de Tito Livio). Pero el problema es si la democracia se puede instaurar por medio de una dictadura. La experiencia histórica muestra más bien lo contrario: que una vez instauradas, las dictaduras tienden a perpetuarse.

22 /

6 /

2012

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

+