La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Silver City
Josep Torrell
En Estados Unidos es difícil mantenerse haciendo una película cada año. John Sayles lo ha conseguido. Aunque no todas son iguales (es decir, no todas son obras maestras como Matewan, Mi hermano de otro planeta, La ciudad de la esperanza, Lone Star y La tierra prometida), en todas se encuentra lo esencial de un estilo: la capacidad para imaginar situaciones que permiten encontrarse a los ricos y los pobres causantes de su riqueza; una trama que mezcla los personajes más variopintos; una mirada sardónica sobre el mundo actual; y un trabajo de cámara envidiable. En Silver City (2004) hay todo esto, y es una buena razón para verla.
La primera secuencia de la película tiene la virtud de contener toda la película: están filmando en un lago un spot publicitario para la campaña electoral para gobernador del estado. El candidato lanza el hilo y pesca un cadáver. Es el cadáver de un emigrante y la película se desarrollara entre ambos ambientes, claramente contrapuestos: el de la alta política y el mundo de la inmigración clandestina. John Sayles asume siempre la escritura de sus guiones (y también escribe para otros). En Silver City destaca por la trama irónica de su argumento, que tiene incluso final feliz, antes de mostrar el lago lleno de peces muertos. Es la película de un hombre inequívocamente de izquierdas que hace películas como un francotirador.
11 /
2004