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El estado de la SS. El sistema de los campos de concentración alemanes

Alba Editorial,

Barcelona,

512 págs.

Ramón Campderrich Bravo

En los últimos años ha habido una gran profusión de publicaciones sobre la experiencia de los campos nazis de concentración y, sobre todo, exterminio, de tal manera que casi no hay aspecto de esta experiencia, desde la reflexión filosófica sobre el fenómeno más terrible de la historia del siglo XX hasta la vida cotidiana en los campos a través de los relatos de sus supervivientes, respecto del cual no se pueda hallar en la actualidad una buena monografía en las librerías. No es de extrañar por ello que en este contexto de revivido interés por el universo concentracionario nazi haya visto la luz la traducción al español de un clásico en la historiografía sobre el tema: la monografía del sociólogo austriaco Eugen Kogon titulada Der SS-Staat, publicada por vez primera en diciembre de 1945.

La monografía de Kogon es ya en sí misma un documento histórico, pues constituyó el primer esfuerzo por analizar de un modo sistemático y exhaustivo el fenómeno de los campos de concentración. En efecto, Kogon estudia con detalle, si bien tomando como punto de partida su propia experiencia personal en el campo de Buchenwald, la organización del aparato policial nazi y de la SS en los campos, el sistema de trabajo y punitivo, la psicología de los verdugos nazis y sus víctimas, las condiciones deplorables de alimentación

y salud en los campos, la organización clandestina de los mismos, la suerte de los distintos grupos de prisioneros, la actitud del pueblo alemán hacia los campos durante el Tercer Reich e inmediatamente después de su derrumbe… El libro de Kogon tiene, además, la ventaja (que para algunos, quizás, pueda ser un inconveniente) de estar centrado en la menos conocida experiencia de los campos de concentración propiamente dichos, y no tanto en la de los campos de exterminio en sentido estricto, cuyo modelo fue Auschwitz. Dicho con otras palabras, su objeto principal de análisis es la experiencia, quizás menos estudiada y extrema, pero no por ello prescindible y tolerable, de aquellos prisioneros de los campos nazis respecto de los cuales no existía un programa de aniquilación total comparable al de judíos, gitanos y comisarios políticos soviéticos: prisioneros políticos y de guerra, «asociales», delincuentes habituales, trabajadores esclavos del Este… Debe también remarcarse que la implicación personal de Kogon como víctima en la experiencia histórica de los campos nazis no le hace perder un ápice su buen oficio de científico social, ni el comedimiento y pertinencia de sus muestras de justa indignación por el mayor crimen contra la Humanidad hasta el momento perpetrado.

7 /

2005

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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