La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Miguel Candel
Más allá del ser y el no ser
Nèctar,
Torrelles de Llobregat,
2024,
336 págs.
¿Por qué leer a Miguel Candel?
Josep Torrell Jordana
No soy un filósofo y nunca he simulado parecerlo. Si ahora pretendo dar cuenta de un libro como Más allá del ser y el no ser es por dos razones. La primera es la figura de su autor. Miguel Candel fue miembro de la redacción de Materiales y de mientras tanto, fue catedrático de griego (1977-2008), presentó y editó Aristóteles. Obra completa (en Gredos), y publicó Metafísica de cercanías (2004), Tiempo de eternidad. Reflexiones sobre y desde la filosofía antigua (2013) y Ser y no ser (2018), en la editorial Montesinos. Después de cinco años, ha publicado de nuevo, revisado, el último de los libros mencionados. La segunda razón tiene que ver con un dato que nos aterra: «según estadísticas de los profesionales del ramo, las ventas de textos filosóficos han descendido un 65% en los últimos años». Una tierra batida por el ultracapitalismo.
El libro tiene seis capítulos y tres apéndices: «Miseria (extrema) de la filosofía», «Experiencia: la realidad y sus sombras», «Lo real y lo trascendental», «El punto ciego del saber», «La mente, entre el cielo de las ideas y el abismo del ser» y «El ser se hace de muchas maneras». Y los apéndices «Ser, verdad y misterio», «La confección aristotélica de la naturaleza» y «Aforismos encadenados de una ética de la razón».
Más allá del ser y el no ser es una crítica al narcisismo dominante en la cultura occidental, y apuesta por los viejos y tradicionales términos platónico-aristotélicos del ser, el uno, el devenir, la substancia, etcétera.
Si tuviese que escoger un trazo, seguramente escogería la definición de nación (pág. 68), en que es obvio el entramado de relaciones y compromisos conscientes entre individuos (que son indivisibles). Un abismo respecto a la nación descerebrada del «todos somos la patria» o «la culpa de todo la tiene Madrid».
Creedme: vale la pena leerlo, sobre todo el capítulo último, que habla del presente.
17 /
11 /
2024