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Esmeralda Berbel

Lo prohibido

Tres Hermanas Ediciones,

2022,

320 págs.

El cuerpo en el que habito

Esmeralda Berbel

Hay una línea muy fina entre la vida y la literatura, y también hay una línea más gruesa. En ambas, el interlineado es amplio.

He escrito un libro en el que el trazo es amplio, pero antes de llegar al grosor he tenido que perfilar cada tramo delgado hasta llegar al perfil.

Es un libro en el que un personaje hace daño. Los gestos del inicio son leves, el giro de la luz crea una extraña e íntima penumbra, la voz del personaje que hace daño al mismo tiempo que «ama» posee un discurso hipnótico, extraordinario. Las palabras con las que él avanza van poniendo en duda lo que ocurre en la vida, en el cuerpo de ella. La voz es un grito que al amanecer ya se ha disuelto.

Hablar de lo que hace daño. Escribir porque hablar es a veces muy confuso. Construir a dos personajes que habitan una misma ciudad, un mismo idioma, una misma generación, casi una misma literatura, adultos, responsables de lo que hacen, que pueden entrar y salir de la relación —sea cual sea— con la misma «libertad» que entraron.

Los dos son cultos. Pueden vivir de su trabajo. Él es un hombre amable, simpático, cuidadoso, con un discurso fascinante, a veces ininteligible por lo elíptico y lo críptico.

El quiebre en su amabilidad es lento. Dosifica el gesto. Va adquiriendo el poder en ese gesto, lento, fino, en ese trazo que adhiere en la intimidad y engrosa con cautela. La línea es ya menos frágil pero no el cuerpo.

Antes de que él pueda mostrar ese otro lado, antes, ha tenido que crear un vínculo de afecto, de fascinación, de algo parecido al amor. Es muy difícil descubrir el otro lado de ese cuerpo, creer que alguien que te ama va a hacerte daño. Un daño verbal. Tan difícil de explicar. Un daño verbal que sin duda cae dentro, daña dentro. Y se vuelve físico. ¿Por qué cuándo todo cambia ella no se va o se va más tarde, tarda demasiado?

Por eso, porque el vínculo ya es fuerte, como la fascinación, y el deseo y la escisión.

Hay muchas formas de hacer daño. Cuando me preguntan qué es un maltrato, y sobre todo qué es un maltrato psicológico, me paso horas para explicarlo, para que quede más o menos claro. Y lo que he conseguido decir de forma más breve y quizá más clara es que hay una diferencia entre hacer daño porque eres torpe, porque no sabes, porque no te das cuenta o porque has reaccionado a algo y te defiendes o hacer daño con habilidad, intención, consciente y sin haber reaccionado a nada. El maltrato puede reaccionar a cualquier cosa, inventarse cualquier cosa. No depende de lo que haga el otrx.

He puesto el título de «El cuerpo que habito» porque es ahí donde estará todo. Y todo es la inclinación que produce el grito, la humillación, la dosificación del mal, la ambigüedad del lenguaje, la soberbia del que hace daño, el poder que se asigna. Es difícil explicarlo porque la marca es invisible, como la fragilidad de la línea. Hay que leer el entramado, lo lineal

Y como es difícil, lo escribo. Con la lentitud de la palabra, con el salto que me permite el lenguaje, con la superposición de una escena tras otra en la que el lectxr pueda decidir qué ocurre, quién y por qué queda tan atrapado.

[Esmeralda Berbel es escritora y profesora de Escritura Creativa]

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