La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Revista mientras tanto número 095
Verano
2005
NOTAS EDITORIALES
¿Regreso de las nucleares?
Intelectuales, proyectos, naciones
El «no» francés al Tratado Constitucional europeo y su papel en la dinámica de la izquierda
por Joaquim Sempere
Redefinir el proyecto de la ciudad de Barcelona
por María Rosa Borrás
La reforma del sistema educativo español
por María Rosa Borrás y Antonio Madrid
Empleo y medio ambiente. Necesidad y dificultad de un proyecto alternativo
por Albert Recio
Política, elitismo y engaño en el ideario neocon. La influencia de Leo Strauss sobre los neocons
por Ramón Campderrich Bravo
Reflexiones en torno al conocimiento científico
Conocimiento científico y desarrollo tecnológico para un mundo sostenible
por Alicia Durán
Experiencias de socialización del conocimiento. Del software libre a las licencias Creative Commons
por Jordi Torrents Vivó y Pau Freixes Alió
La ciencia frente a las creencias religiosas
por Juan Antonio Aguilera Mochón
RESEÑA
A las generaciones futuras
por Josep Torrell
DOCUMENTO
Después del No a la Constitución de franceses y holandeses: La UE necesita una nueva estrategia de desarrollo económico y social
por Euro Memorandum Group
CITA