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Paco Roca y Rodrigo Terrasa

El abismo del olvido

Astiberri,

Bilbao,

2023,

297 págs.

Eduardo Melero Alonso

Este cómic cuenta la lucha desde 2011 de Josefa Celda, Pepica, una mujer de más de ochenta años, por recuperar los restos mortales de su padre. José Celda Beneyto fue fusilado en Paterna, Valencia, el 14 de septiembre de 1940, tras ser condenado a pena de muerte por adhesión a la rebelión y pasar un año en prisión. Pepica Celda tenía entonces 8 años. Otro personaje principal es Leoncio Badía Navarro, represaliado republicano que trabajó como enterrador del cementerio de Paterna de 1939 a 1945, y que ayudó a las mujeres familiares de los fusilados. El cómic también nos acerca a la labor de las personas arqueólogas que llevan a cabo la exhumación de las fosas comunes. Y pone de manifiesto las trabas burocráticas que determinadas administraciones han puesto a las exhumaciones.

Es una historia de la lucha por mantener la memoria y la dignidad. En un país en el que la derecha presume de no haber hecho nada para ayudar a la exhumación de las fosas comunes, conviene recordar las palabras de Pepica Celda: «Lo de mi padre sí que fue una represalia, que lo mataron con la guerra ya acabada. Yo no quiero venganza, yo solo quiero llevar a mi padre al lado de mi madre y, cuando me apetezca, llevarle un ramo de flores. No pido otra cosa. La noche antes de que lo mataran, mi padre escribió una carta en un trozo de papel higiénico y se la escondió en un dobladillo del pantalón. En ella nos decía que moría inocente y nos pedía que no le olvidáramos. Si está en algún sitio viéndome, sabrá que su hija no lo olvidó».

15 /

2 /

2024

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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