¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
La Redacción
En memoria de Juan Ramón Capella (1939-2024)
Querido lector, querida lectora:
Este mes no vas a ver un número convencional de mientras tanto. Recoge una sola nota y algún texto de otras fuentes que apreciamos. La pérdida reciente de uno de sus principales propulsores, nuestro gran amigo Juan Ramón Capella, nos ha dejado conmovidos, sin ánimos para reemprender el trabajo editorial habitual. Lo haremos, con vuestro permiso, para continuar con el número de marzo.
La importancia del legado intelectual y moral que deja nuestro compañero ha sido sobradamente reconocido estos días, a través de intervenciones en redes, notas en prensa y comunicaciones personales. Tiempo habrá para insistir sobre ello en estas páginas, con el rigor del que nos priva este instante el dolor.
Desde el momento de su fundación de la mano de sus queridos Giulia Adinolfi y Manuel Sacristán, los más de 350 números publicados de mientras tanto hubieran sido impensables sin el impulso infatigable de Juan Ramón. Fueran cuales fuesen las circunstancias, no hubo mes en que no contribuyera con ideas y materiales, propios o solicitados, animándonos a escribir y a seleccionar textos que aportaran una visión alternativa e informada sobre el devenir de las cosas, en este tiempo oscuro e incierto. La introducción rigurosa en nuestro país de los debates concernientes al trabajo, la paz, la crisis ecosocial y el sexismo tuvo en él a uno de sus más lúcidos impulsores. En la web de la revista encontraréis numerosísimos escritos suyos con los que mantener viva su llama: la lectura es el mejor homenaje que podemos hacerle ahora y el que sin duda más le gustaría.
A todas las personas que habéis intervenido estos días os queremos enviar un agradecimiento especial. Y a todos vosotros, queridos y fieles lectores, os mandamos de parte suya un saludo afectuoso y os compartimos nuestra carta de despedida al inolvidable amigo y maestro que ha sido para nosotros Juan Ramón.
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Querido Juan Ramón:
No encontramos la manera de despedirnos de ti, ni tenemos el mejor ánimo para ello. Las circunstancias no nos han permitido hacerlo en persona, aunque nos consuela saber que dejaste un libro en prensa, Disfrutar el arte. Comentario y silencio, al lado de una nueva traducción de tu querido Pasolini. También, que sabías del título Arar en el mar, con el que varios amigos tuyos han querido dejar constancia de algunas de las ideas con las que nos has permitido ver el mundo con mayor claridad. La vida en este trance, ya se sabe, es cruel, pero también somos conscientes de que seguirás a nuestro lado en el pensamiento y a través de ese bien tan preciado para ti como era la lectura.
Sabemos de tu antipatía por los homenajes y que probablemente, si pudieras leer esto, nos lanzarías alguna de tus cariñosas bramuras. Sin embargo, fuiste siempre el primero en sobreponerte a tu propio dolor por los seres queridos que se nos van a la hora de escribir una nota de recuerdo. Justamente lo que queremos ahora hacer contigo, aunque sea torpemente.
Te agradecemos que nos inculcaras el profundo respeto que siempre sentiste por los lectores de mientras tanto («¡hay que cuidarlos!», decías a menudo), el artefacto que impulsaste al lado de Manolo, Giulia y el resto de los compañeros del primer colectivo redactor para difundir otra manera de hacer política tan necesaria en la desolada época del final de la dictadura, cuando tomasteis consciencia de que la mal llamada transición ocultaba una derrota, y no una cualquiera. La derrota del proyecto por el que tantos habían luchado, con graves costes personales, en condiciones muy adversas. El tiempo ha demostrado, como bien nos recordabas, que aquella necesidad sigue viva, y posiblemente con más fuerza.
Por todo ello, hemos querido compartir con tus lectores de esta revista, que tanto amabas y a la que tanto esfuerzo dedicaste, este simple recuerdo, doloroso pero tierno y lleno de afecto.
Discúlpanos por no sacar un número convencional este mes. Comprendemos que te enfadaría saberlo, pero no encontramos fuerzas para ello, y por otro lado estamos seguros de que los lectores lo comprenderán.
Y en este punto, nos parece que lo mejor es guardar silencio: lo que ahora necesitamos es espacio y tiempo para estar contigo en la intimidad. Mientras volvemos, no olvides dar al Lobo una caricia de parte nuestra. También le echaremos de menos a él.
La Redacción
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Para seguir leyendo
(breve selección de textos de Juan Ramón Capella
publicados en mientras tanto):
Sin esperanza y sin desesperación
Solos en la prehistoria
Patriarcado
El final del rock and roll
Identidades
Protofascismo
Sobre la tradición de la izquierda
¿Tenemos un lío con la democracia?
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2024