¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Aaron Maté
Las autoridades estadounidenses utilizan medios de comunicación subsidiarios para culpar a una Ucrania subsidiaria
Casi seis meses después de que explotaran los oleoductos Nord Stream y un mes después de que Seymour Hersh informara de que el Gobierno de Biden era el responsable, las autoridades estadounidenses han presentado su defensa. Según el New York Times, fuentes anónimas del gobierno afirman que la “información recopilada recientemente” ahora “sugiere” que quien atentó contra el Nord Stream era un “grupo proucraniano”.
La única “información” confirmada sobre este supuesto “grupo” es que las autoridades estadounidenses no tienen ninguna información sobre ellos.
“Las autoridades estadounidenses afirmaron que no sabían mucho sobre los autores y sus afiliaciones”, informa The Times. La supuesta información “recopilada recientemente no especifica quiénes son los miembros del grupo, ni quién dirigió o pagó la operación”. A pesar de no saber nada sobre ellos, las fuentes del Times especulan, no obstante, que “lo más probable es que los saboteadores fueran ciudadanos ucranianos o rusos, o una combinación de ambos”. También dejan abierta “la posibilidad de que la operación la podría haber llevado a cabo extraoficialmente una fuerza subsidiaria, con conexiones con el gobierno ucraniano o sus servicios de seguridad”.
Cuando no se presentan pruebas, cualquier cosa es, por supuesto, “posible”. Pero, curiosamente, las fuentes del Times están seguras de un asunto crucial: “Las autoridades estadounidenses dijeron que no estaba implicado ningún ciudadano estadounidense o británico”. Además, “no hay pruebas de que el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, o sus principales lugartenientes estuvieran implicados en la operación, ni de que los autores actuaran bajo la dirección de ningún funcionario del gobierno ucraniano”.
A pesar de no haber obtenido ninguna información concreta sobre los autores, el Times declara, no obstante, que la portada estadounidense publicada en sus páginas “equivale a la primera pista significativa que se tiene sobre quién fue el responsable del ataque a los gasoductos Nord Stream”.
Se desconoce por qué el Times ha considerado que su “pista” carente de pruebas es “significativa” y no así la historia de Hersh que apareció cuatro semanas antes. El reportaje de Hersh no solo es anterior al del Times, sino que su historia contenía una descripción detallada del modo en que Estados Unidos planeó y ejecutó las explosiones del Nord Stream.
Es revelador que el Times tergiverse la base del reportaje de Hersh. “Al exponer sus argumentos”, afirma el Times, Hersh se limitó a “citar” la “amenaza que el presidente Biden profirió antes de la invasión de ‘poner fin’ al Nord Stream 2, y declaraciones similares de otros altos cargos estadounidenses”. Al sugerir falsamente que se basó únicamente en declaraciones públicas, el Times omite por completo que, de hecho, Hersh citó a una fuente bien situada.
Por el contrario, el Times no tiene información sobre sus recién descubiertos autores ni sobre ningún otro aspecto de su “significativa” pista.
“Las autoridades estadounidenses se negaron a revelar la naturaleza de la información, cómo se obtuvo o cualquier detalle sobre la solidez de las pruebas que contiene”, afirma The Times. En consecuencia, las autoridades estadounidenses admiten que “no hay conclusiones firmes” que extraer, y que existen “enormes lagunas en lo que las agencias de espionaje estadounidenses y sus socios europeos sabían sobre lo ocurrido”. Por esa razón aparente, “las autoridades estadounidenses que han sido informadas están divididas sobre la importancia que debe otorgarse a la nueva información”. Por el contrario, aparentemente, el Times no siente dicha carga probatoria.
En resumen, las autoridades estadounidenses tenían “mucho desconocimiento acerca de los autores”, es decir, todo; “enormes lagunas” respecto al modo en que el (desconocido) “grupo proucraniano” supuestamente llevó a cabo un atentado en alta mar; incertidumbre sobre “qué importancia otorgarle” a su “información”, e incluso “ninguna conclusión firme” que ofrecer. Además, toda esta supuesta “información” estadounidense resulta haber sido “recopilada recientemente”, después de que uno de los periodistas más consumados de la historia publicara un informe detallado sobre el modo en que los servicios de inteligencia estadounidense planearon y llevaron a cabo el atentado.
Dada la ausencia de pruebas y el curioso oportunismo, una conclusión razonable no es que una “fuerza subsidiaria” ucraniana fuera la culpable, sino que Estados Unidos está utilizando ahora a su subordinado ucraniano como chivo expiatorio.
Como abanderado de los medios de comunicación del establishment estadounidense, el “reportaje” del Times se ajusta perfectamente a su papel. Días después del atentado al gasoducto Nord Stream que tuvo lugar en septiembre de 2022, el Times señaló que “gran parte de la especulación sobre la responsabilidad se ha centrado en Rusia”, tal y como sin duda esperan las autoridades estadounidenses. El exdirector de la CIA, John Brennan, se hizo eco de esta afirmación al opinar que “Rusia es sin duda el principal sospechoso” del atentado contra Nord Stream. Citando a “servicios de inteligencia occidentales” anónimos, la CNN afirmó que “responsables de seguridad europeos observaron buques de la Armada rusa en las inmediaciones de las fugas del gasoducto Nord Stream”, arrojando, de este modo, “más sospechas sobre Rusia”, que “las autoridades europeas y estadounidenses consideran el único actor en la región con la capacidad y motivación para dañar deliberadamente los gasoductos”.
Como la historia de que Rusia hizo explotar sus propios oleoductos ya no se sostiene, el nuevo discurso del Times nos pide que creamos que algún “grupo proucraniano” no identificado, que “no parecía estar trabajando para los servicios militares o de inteligencia”, de alguna manera logró obtener la capacidad única de colocar múltiples explosivos en un oleoducto sellado en el fondo del mar Báltico.
Los medios de comunicación alemanes ya se han hecho eco de esta historia. Horas después de la publicación de la noticia del Times, el medio alemán Die Zeit publicó una noticia, con fuentes oficiales alemanas, en la que se afirma que la operación fue llevada a cabo por un grupo de seis personas, entre las que había solo “dos buzos”. Estos supuestos autores, se nos dice, llegaron a la escena del crimen a través de un yate que partió de Alemania y “que aparentemente era propiedad de dos ucranianos”. No se explica cómo un yate pudo transportar el equipo y los explosivos necesarios para la operación.
De alguna manera, los saboteadores tenían la capacidad de llevar a cabo un atentado en alta mar, pero no la conciencia de limpiar adecuadamente la escena flotante del crimen. Según Die Zeit, el barco fue “devuelto a su propietario sin limpiar”, lo que permitió a los “investigadores” descubrir “restos de explosivos en la mesa del camarote”. Si este escuálido y experto equipo de comandos navales “proucraniano” lleva a cabo otro acto de sabotaje en alta mar, solo tendrá que contratar a un profesional de la limpieza para salirse con la suya.
En cuanto a la motivación, de alguna manera también se nos pide que olvidemos que las autoridades del Gobierno de Biden no sólo expresaron la motivación, sino la satisfacción posterior. “Si Rusia invade Ucrania, de un modo u otro Nord Stream 2 no seguirá adelante”, prometió en enero de 2022 la alta funcionaria estadounidense Victoria Nuland. El presidente Biden añadió al mes siguiente que “si Rusia invade… ya no habrá Nord Stream 2. Vamos a ponerle fin. Vamos a ponerle fin”. Tras el ataque a los gasoductos Nord Stream, el secretario de Estado Antony Blinken recibió la noticia como una “enorme oportunidad estratégica”. Pocos días antes de que se publicara el reportaje de Hersh, Nuland informó al Congreso de que tanto ella como la Casa Blanca están “muy satisfechas” de que Nord Stream sea “chatarra en el fondo del mar”.
No solo se pide al público mundial que ignore las declaraciones públicas de los principales responsables del Gobierno de Biden, sino también su negativa general a responder a cualquier pregunta. Esto se puso de manifiesto el pasado fin de semana en Washington, cuando el canciller alemán Olaf Scholz visitó a Biden en la Casa Blanca. A diferencia del último viaje de Scholz a Washington, no hubo conferencia de prensa conjunta. Esto era comprensible: la última vez que aparecieron juntos, Biden soltó que “pondría fin” al Nord Stream, dejando a Scholz de pie a su lado en incómodo silencio. Esta vez, los dos se sentaron brevemente ante un grupo de periodistas que fueron rápidamente expulsados de la sala para aparente regocijo de Biden.
Los medios de comunicación estadounidenses se enteraron: en una entrevista cara a cara con Scholz, Fareed Zakaria, de la CNN, no encontró el momento de mencionar el reportaje de Hersh. Al cubrir la visita de la canciller alemana, medios estadounidenses como el Times y el Washington Post adoptaron un voto de silencio similar.
Inadvertidamente, el relato del Times deja al descubierto nuevas lagunas en los intentos fallidos de refutar la historia de Hersh.
Miembros de Bellingcat, el sitio web de la OTAN financiado por el Estado y falsamente presentado al público de los Estados de la OTAN como un medio de investigación independiente, han intentado poner en duda las afirmaciones de Hersh argumentando que el rastreo de fuentes abiertas acerca del momento del bombardeo no detecta los buques sobre los que informó. Pero, como señala el artículo del Times, los investigadores están buscando información sobre barcos “cuyos transpondedores de localización no estaban encendidos o no funcionaban cuando pasaron por la zona, posiblemente para ocultar sus movimientos”. Hersh ha hecho esta misma observación en diversas entrevistas, señalando que cuando Biden voló a Polonia antes de su visita a Kiev el mes pasado, su “avión apagó su transpondedor” para evitar ser detectado, como informó Associated Press. Por desgracia para los autodenominados sherlocks digitales, los grandes crímenes internacionales —en particular los que implican a agencias de inteligencia— no pueden resolverse desde sus ordenadores portátiles.
Hersh también fue ridiculizado por citar una única fuente anónima. La historia del Times, por el contrario, se basa en múltiples fuentes anónimas que, a diferencia de Hersh, no tienen información tangible que ofrecer. Después de ignorar la historia de Hersh durante todo un mes, la sección de noticias del Times se vio obligada a reconocerla por primera vez. Y lo mejor que sus fuentes anónimas pudieron aportar no es solo un relato sin pruebas y lleno de advertencias, sino una historia que no cuestiona ni un solo aspecto del detallado relato de Hersh.
Por otra parte, Hersh es uno de los periodistas más consumados y de mayor repercusión en la historia de la profesión. Dos de los periodistas del artículo del Times, Julian E. Barnes y Adam Goldman, han firmado múltiples artículos que difunden falsedades demostrables con fuentes procedentes de autoridades estadounidenses anónimas.
En el verano de 2020, Barnes y Goldman estaban entre los periodistas del Times que blanquearon la desinformación de la CIA de que Rusia estaba pagando recompensas por tropas estadounidenses muertas en Afganistán. Cuando el gobierno de Biden se vio obligado a reconocer que la acusación carecía de fundamento, el Times trató de suavizar sus afirmaciones iniciales en un intento por salvar las apariencias.
En enero, Barnes coescribió un artículo del Times en el que se afirmaba, citando más de una docena de veces a “autoridades estadounidenses” anónimas, que “agentes de los servicios de inteligencia militar rusos” estaban detrás de “una reciente campaña de cartas bomba en España cuyos objetivos más destacados eran el presidente del Gobierno, el ministro de Defensa y diplomáticos extranjeros”. Pero días después, como informó el Washington Post, las autoridades españolas detuvieron a “un español de 74 años que se oponía al apoyo de su país a Ucrania pero que al parecer ha actuado solo”. (Moon of Alabama es una de las pocas voces que han denunciado la información fraudulenta del Times).
Ese mismo mes, Goldman compartió autoría, junto con su colega Charlie Savage, taquígrafo de las “recompensas rusas”, en un artículo del Times que sostenía que el fiscal especial John Durham “no ha encontrado irregularidades en los orígenes de la investigación sobre Rusia”, a pesar de que las conclusiones de Durham aún no se han hecho públicas. Como informé para Real Clear Investigations, el Times presentó su caso omitiendo información contrastada y distorsionando los hechos, como es la norma en la cobertura mediática del establishment sobre el Rusiagate.
Es de suponer que las autoridades estadounidenses que están detrás del último cuento del Times sobre el Nord Stream creen que han ofrecido la mejor respuesta posible a Hersh. El hecho de que carezca de información concreta y esté escrito por empleados del Times con un historial de dedicarse a repetir como loros la propaganda de los servicios de inteligencia estadounidenses, en última instancia, tiene el efecto contrario.
El discurso del Times solo puede entenderse como una confirmación más de que Hersh encontró al terrorista del Nord Stream en Washington. Eso explica por qué ahora autoridades anónimas de EE. UU. están utilizando a sus subsidiarios en los medios de comunicación del establishment para presentar como chivo expiatorio a su subsidiario ucraniano.
[Fuente: Ctxt. Traducción de Paloma Farré]
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2023