El presidente ucraniano Zelensky asegura que la guerra durará hasta la derrota de Rusia. Rusia es una potencia nuclear, y mi pregunta es: ¿cómo se derrota a una potencia nuclear? La pregunta puede hacerse tanto a propósito de Rusia como respecto de potencias nucleares “menores”: India, Pakistán, Israel, o las más cercanas a nosotros. Rusia y los USA tienen no solo armas nucleares sino también armas nucleares tácticas, esas tan bonitas de efectos limitados: matan a las personas, sí, pero dejan intactas las instalaciones industriales.

Bien mirado, Ucrania no posee armas nucleares tácticas, pero podría tenerlas si se las prestaran los Estados Unidos. Entonces sí se podría librar una “guerra de teatro” en el teatro de la Europa oriental.

Aun así, ¿por qué solo en la Europa oriental? Rusia podría recurrir a su armamento nuclear estratégico y acabar de liarlo todo. ¿Alguien quiere llegar hasta aquí? ¿Hasta un aquí en que estaríamos concernidos también nosotros?

Lo dicho —lo dice Putin, pero también la mera inteligencia—: una potencia nuclear no puede ser derrotada.

¡Ah, pero es que el objetivo de esta guerra, para el bloque occidental, no es ganar la guerra a Rusia, sino desgastarla! De ahí el armamento convencional para prolongar la guerra. En medio, quien va a quedar algo más que desgastada es la martirizada Ucrania: sufren y sufrirán las personas, lo que para este Lobo es lo que más cuenta.

Si uno escucha la atribución de culpas corriente en estos pagos parece que la guerra haya sido, además de un error descomunal de Putin, un capricho suyo. En otras palabras: ¿se analiza de verdad por qué Rusia quiso recurrir a medios militares para resolver un conflicto? ¿Y de qué conflicto se trata? ¿Todo empezó en el Maidán, cuando la entonces secretaria de Estado estadounidense para Asuntos Europeos corría por allí en 2014? ¿Tan importante es para Estados Unidos desgastar a Rusia que voló el gasoducto Nord Stream 2 para impedir más comercio de su gas con Alemania, más influencia de Rusia en el resto de Europa? Pues Rusia, aunque Inglaterra en el pasado y Estados Unidos en el presente traten de presentarla como una potencia no europea, resulta ser más europea que asiática. ¿O es que alguien tiene respecto de los pueblos eslavos la misma concepción que los nazis? ¿Son asiáticos Tchaikowski y Shostakovich, Dostoievski, Tolstoi o Chejov?

Los países satélites de los Estados Unidos, incluido el nuestro, se han puesto firmes ante las órdenes del patrón. Unos con alguna renuencia, como Alemania; otros, con sus halcones a la cabeza, como España. En vez de ayudar a la población ucraniana y buscar vías pacíficas para solucionar el conflicto, se dedican a enviar armas, a prolongar la situación en vez de poner todo su peso político, que lo tienen, en exigir un alto el fuego y negociaciones. Se empeñan en poner en la picota a quienes van en esa dirección, como el papa Francisco y las autoridades chinas; como Lula y otros.

Este Lobo está harto de hipocresía: del mar de hipocresía que nos rodea por todos lados. Hay que parar esta guerra. Las partes implicadas deben negociar. Es culpable obstinarse en levantar sospechas sobre la negociación (como hace sistemáticamente cierta prensa, con El País a la cabeza). Hay que parar los pies a los halcones de todo signo —empezando por los nuestros (no les votéis)—. Alto el fuego y negociación ya.