La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existan las finas y espirituales. A pesar de ello, estas últimas están presentes en la lucha de clases de otra manera a como nos representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor. Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos.
El Rombo
Kakademia, I
I
Podía haber sido
un gran profesor
en Oxford
o en Harvard.
Aquí
solo veían
un tipo anómalo,
maniático,
y no disculpaban
sus rarezas,
como ignorar
educadamente
a los descerebrados
aunque entre ellos
estuvieran
sus colegas.
Amigo, ante todo,
de la verdad
fue
para muy pocos
el verdadero maestro
que hubiera debido ser
para muchos.
II
La mujer
con forma de croqueta
pidiome consejo.
Díselo,
siguiolo,
triunfó,
y aquí está
mi mano sangrante
por su mordisco.
III
El excelso
ecologista,
poeta,
profesor
y animalista
a su gata en celo
masturbaba
con un lápiz.
IV
IN MEMORIAM
Negro era el cuello
de su camisa;
negros los puños
y las uñas.
Pero arrimose
al futuro gran hombre
pequeñito
pero muy televisado.
Se arrimó tanto
que le quitó la mujer
con su consentimiento.
Ella lavó la mugre
de sus camisas
regularmente,
según creo.
Y debió enseñarle
a lustrar
sus zapatos
antes que le dejara.
Ahora viste correctamente,
habla poco,
peina canas,
muy digno
aspirante eterno
a juez constitucional.
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22 /
9 /
2022