La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
El Rombo
Kakademia, I
I
Podía haber sido
un gran profesor
en Oxford
o en Harvard.
Aquí
solo veían
un tipo anómalo,
maniático,
y no disculpaban
sus rarezas,
como ignorar
educadamente
a los descerebrados
aunque entre ellos
estuvieran
sus colegas.
Amigo, ante todo,
de la verdad
fue
para muy pocos
el verdadero maestro
que hubiera debido ser
para muchos.
II
La mujer
con forma de croqueta
pidiome consejo.
Díselo,
siguiolo,
triunfó,
y aquí está
mi mano sangrante
por su mordisco.
III
El excelso
ecologista,
poeta,
profesor
y animalista
a su gata en celo
masturbaba
con un lápiz.
IV
IN MEMORIAM
Negro era el cuello
de su camisa;
negros los puños
y las uñas.
Pero arrimose
al futuro gran hombre
pequeñito
pero muy televisado.
Se arrimó tanto
que le quitó la mujer
con su consentimiento.
Ella lavó la mugre
de sus camisas
regularmente,
según creo.
Y debió enseñarle
a lustrar
sus zapatos
antes que le dejara.
Ahora viste correctamente,
habla poco,
peina canas,
muy digno
aspirante eterno
a juez constitucional.
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22 /
9 /
2022