Skip to content

El Lobo Feroz

Remolacha

Activistas del movimiento Rebelión Científica se manifestaron a las puertas del Congreso, a principios de abril, protestando por la lentitud y la lenidad de las medidas institucionales contra el cambio climático. La cincuentena, no más, de manifestantes exhibió pancartas reivindicativas y manchó de rojo con zumo de remolacha las escaleras de las Cortes. 

El zumo de remolacha conmovió el corazón de este Lobo: esos buenos manifestantes ecologistas no emplearon pintura, sino algo que con agua se quita.

El Gobierno, con poca cintura —no en vano el ministro responsable es el pequeño Marlasca—, reaccionó enviando 14 furgonetas de antidisturbios a disolver la manifestación.

Importa poco que la madera lo hiciera con modos algo menos violentos que los habituales: los manifestantes, sentados en el suelo, fueron arrastrados hasta los vehículos de la policía. Aunque algo de sangre de los ciudadanos hubo también, como es costumbre. Importa mucho que el gobierno no tolerara una manifestación pacífica, reducida y muy puesta en razón.

Cierto que está prohibido manifestarse ante el Congreso. Pero obviamente la prohibición está dirigida a impedir movimientos tumultuarios que pudieran cercenar la libertad de sus eminencias los diputados, lo que no era en absoluto el caso. Para los gobernantes lo más urgente y prioritario es obtener un buen resultado en las próximas elecciones (estén o no cercanas en el tiempo), y todo lo demás puede esperar. Los científicos manifestantes no eran de esa opinión: las medidas contra el cambio climático son urgentísimas.

Esperamos que en la temporada electoral todo se vuelva en llanto y golpes de pecho de los que hoy desprecian a los manifestantes ecologistas. Porque estas manifestaciones van a repetirse y el volumen de los manifestantes va a aumentar; tanto que al final se darán cuenta de que los manifestantes son votantes. Aunque habida cuenta de la inteligencia de nuestra clase política quizá me esté haciendo ilusiones. El ejemplo de las elecciones presidenciales francesas señala cómo están las cosas.

26 /

4 /

2022

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

+