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Revista mientras tanto número 120

2014

La emergencia planetaria

         por John Bellamy Foster y Brett Clark

Una ojeada al terrorismo nuclear

         por Xavier Bohigas

Del Atlántico al Mediterráneo: Portugal, España y Grecia
en busca de una salida

         por Armando Fernández Steinko

La influencia del neoinstitucionalismo en el discurso
de la gobernanza

         por José Antonio Estévez Araújo

Como «argumento» pero también como «pretexto»: la retórica europeísta en la época socialista (1982-1992)

         por Sergio Gálvez Biesca

La época de lo posthumano. Lección magistral
por el cumpleaños de Pietro Ingrao

         por Pietro Barcelona

Robert Castel (1933-2013). Un teórico de la sociedad salarial en tiempos de precariedad

         por Laurentino Vélez-Pelligrini

RESEÑA

CUESTIÓN DE PALABRAS
Luis García Montero

mientrastanto120

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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