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Revista mientras tanto número 118

2013

Paco Fernández Buey (1943-2012): In memoriam

Postfacio: cuatro años después del año ocho

    por Juan-Ramón Capella y Miguel A. Lorente

La Unión Europea en perspectiva

    por José A. Estévez Araújo

La recepción del pensamiento de Gramsci en España (1956-1980)

    por Giaime Pala

Tesis falaces. Una revisión crítica de las sinrazones contrarias a la recuperación de la «memoria histórica»

    por Ramón Campderrich

La Amazonia brasileña después de Río+20

    por José Heder Benatti

Contra el Parlamento, contra la plutocracia: hacia una filosofía radical de la comunidad

    por Andityas Soares de Moura Costa Matos

Las pesquisas de Nassim Taleb en el País de los Cisnes Negros. Notas de lectura

    por Alfons Barceló

CUESTIÓN DE PALABRAS

    por Felipe Benítez Reyes

118

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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