¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
ABC
Sancho Panza, expulsado de Barcelona
El martes 16 de noviembre de 2021 el Ayuntamiento de Barcelona rechazó la propuesta del grupo municipal de «Ciutadans» de instalar unas estatuas de Don Quijote y Sancho Panza en la playa de la Barceloneta. Votaron en contra los grupos de «Comuns», PSC y ERC; a favor, PP, «Barcelona pel canvi» y una concejal no inscrita; se abstuvo «Junts per Catalunya».
En mi opinión, no es fácil encontrar en el atrabiliario mundo de las politiquerías un comportamiento más insensato y menos ejemplar. Ante todo porque la magnanimidad puede reforzar y consolidar una mayoría: así que cuando una minoría avanza alguna propuesta interesante es pésima práctica estratégica rechazarla. «Arrieros somos y en el camino nos encontraremos» es un atinado refrán sanchopancesco que siempre conviene tener presente. En cambio, principios como «Al enemigo, ni agua» o apelar a la ley del Talión, «Ojo por ojo y diente por diente», son quizás las pautas más nefastas que han envenenado las convivencias difíciles, y empedrado el devenir humano con montones de infamias históricas embellecidas con ocurrencias retóricas.
Desde luego, incluso en el plano individualista más elemental, el derecho exige que aunque tu vecino pudiera ser un insoportable ciudadano maleducado y de ideología fascista, si se declara un incendio en su apartamento, habrá que echarle una mano de inmediato, aunque en condiciones normales jamás le invitaríamos a tomar café en nuestra casa. En resolución, que siempre es conveniente tener en cuenta las variopintas circunstancias que rodean a nuestros yoes.
En lo que atañe a los aspectos simbólicos y colaterales, la profesora y escritora Carme Riera los condensó en un sencillo párrafo de una excelente crónica sobre dicho asunto: «Más Cervantes en Barcelona significa más cultura, más internacionalización, puesto que El Quijote continúa siendo la primera novela moderna, fuente de inspiración de escritores de todo el mundo. No capitalizar este aspecto, no enaltecerlo, es continuar anclados en un nacionalismo casposo y obsoleto. Si las susodichas estatuas ayudan y son gratuitas, como así parece, no veo por qué no pueda instalarse en algún lugar decente. Si eso atrae a turistas cultos y menos gamberros, mejor» (La Vanguardia, 20.11.21, p. 3, Culturales).
Con todo y con eso también deseo llamar la atención sobre un particular aspecto de este asunto. Cuando se quiere ganar una buena causa, y no se tienen asegurados los apoyos necesarios, es muy recomendable (y positivo y aleccionador) buscar complicidades con vistas a inclinar el fiel de la balanza a su favor. En concreto, me gustaría creer que si con unas semanas de antelación el grupo municipal de «Ciudadanos» o «Ciutadans hubiera enviado un aviso a todos los directores de diarios y revistas y emisoras de radio y TV ubicados en Barcelona, pidiendo ayuda y presión en este sentido, al final otro gallo hubiera cantado, un gallo más rojo que no amarillo chillón e indecentemente desplumado.
Es un suponer …
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2022