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Eberhard Grosske

Catalunya será otro mazazo electoral para Unidos Podemos

Unidos Podemos está gestionando muy mal su papel de “tercera vía” en el conflicto catalán y, si esto no se corrige, puede  ser un nuevo mazazo a nuestras ya menguantes expectativas electorales .

Los conflictos nacionalistas polarizan mucho a la opinión pública y dejan poco espacio para las terceras vías salvo que cumplan dos requisitos esenciales:

  1. – Aparecer como un elemento superador de la dinámica bipolar.
  2. – Aparecer como el portaestandarte de una solución al problema positiva y practicable.

Lamentablemente, nuestra posición está muy lejos de cumplir cualquiera de los dos requisitos.

UP combina  la voluntad de que Catalunya no se separe de España con el derecho a decidir. Se trata de dos elementos programáticos diferenciados respecto a otros partidos y muy defendibles. Sin embargo, cuando desarrollamos estos principios programáticos en una propuesta política concreta fallamos estrepitosamente: no somos rigurosos en el análisis,  no somos capaces de trazar una hoja de ruta sólida, razonable y atractiva e, incumpliendo el primero de los requisitos anteriormente expuestos, aparecemos orbitando en torno a una de las partes en conflicto.

Algunos ejemplos de esto último:

a) Acertamos cuando dijimos  que el referéndum del día 1-0 no era garantista ni válido… pero nos equivocamos al decir que, a pesar de eso, se tenía que ir a votar. Un malabarismo incomprensible para la gente normal y que ya tuve ocasión de analizar.

b) No queremos la independencia pero participamos en el mitin de fin de campaña organizado por el conjunto de los independentistas, otro elemento político no menor y también muy difícil de entender

c) Hemos sido hipercríticos con el inmovilismo político y la falta de diálogo del gobierno del PP –con toda la razón–  pero no hemos sido igualmente críticos, ni de lejos, con un “procés” hecho a medida de los intereses políticos de sus impulsores y que muchos sabemos, desde hace tiempo, que no tiene ninguna viabilidad .

No. Nosotros no aparecemos como una tercera vía ni tenemos autoridad para protestar contra el choque de trenes porque, de hecho, viajamos en uno de los trenes, aunque sea incómodamente instalados sobre el techo de los vagones.

¿Por qué? Pues por algo tan pedestre y tan de vieja política como intentar contentar al sector de nuestro electorado en Catalunya (minoritario pero significativo) que apuesta por la independencia.

En todo caso, el incumplimiento del primero de los requisitos citados al principio –aparecer como un elemento superador de la dinámica bipolar– influye poderosamente en el incumplimiento del segundo: aparecer como el portaestandarte de una solución al problema positiva y practicable.

En efecto, si abrimos el maletín de las soluciones que trae consigo Unidos Podemos encontramos dos únicos elementos: las apelaciones al diálogo (que todos reivindican aunque pocos lo practican) y un referéndum pactado. Poco bagaje para un problema tan complejo.

Ciertamente, el referéndum pactado es una propuesta incontestable e hiperdemocrática… pero hay que tener el valor de decirle a la gente la verdad (se supone que la verdad es revolucionaria) y explicarle que el referéndum pactado, a corto y medio plazo, es una solución inviable.

¿Por qué? Pues porque, nos guste o no, la Constitución Española (y esto nos diferencia de Gran Bretaña o Canadá) es una Constitución que excluye taxativamente cualquier proyecto secesionista y que, además, en éste y en otros temas (no en todos) es una Constitución muy difícil de modificar porque requiere amplísimas y reiteradas mayorías políticamente imposibles en estos momentos. Dicho en otras palabras, con la actual Constitución, el Gobierno del Estado no podría pactar un referéndum de secesión de ninguna comunidad del Estado… ¡aunque tuviera la voluntad política de hacerlo!

A corto y medio plazo, sólo queda, pues, la otra vía, la que ha ensayado Puigdemont: la ruptura con el orden constitucional ya sea en Catalunya o en el conjunto del Estado. El problema  –por no entrar en disquisiciones que nos llevarían muy lejos– es que esta vía tampoco es practicable a corto y medio plazo porque  requiere niveles de movilización y consenso social mucho mayores de los  que existen actualmente en Cataluña (por eso fracasará el gobierno Puigdemont) y,  ya no digamos, en el conjunto del Estado.

Por tanto, el maletín de las soluciones de Unidos Podemos está vacío en la práctica.

Pues vaya mierda, no?

No, no es una mierda, se llama REALIDAD , se llama correlación de fuerzas, y cualquier revolucionario que opte por métodos democráticos ha de tener el valor de afrontarla.

Lo revolucionario no es construir relatos atractivos pero fantasiosos, proponer avanzar por vías impracticables o plantear soluciones imposibles: lo revolucionario es encontrar la manera de hacer posible mañana lo que es imposible hoy.

Unidos Podemos debería tener el valor de hacer lo siguiente:

  • desmarcarse, de verdad, de ambos trenes.
  • explicar que la independencia ni es nuestro proyecto ni es un objetivo factible en estos momentos.
  • apostar por la convocatoria de elecciones en Catalunya y en España (Rajoy derrotará a Puigdemont pero perderá la posibilidad de aprobar los presupuestos del 2018).
  • arremangarse para tejer alianzas políticas y promover la movilización social en torno a la reforma de la Constitución,  la mejora del Estatut y la superación de la catástrofe que supuso la Sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut del 2006 (por citar sólo lo que hace referencia a Catalunya).

Soy muy consciente de que la derrota del “procés” va a dificultar la culminación de estos objetivos porque, tras la derrota, una parte de la sociedad catalana se instalará en el desánimo y otra parte se instalará en una radicalización estéril. Pero esta también es la realidad con la que tendremos que bregar.

Debemos hacerlo porque es imprescindible, porque es coherente y también, claro está, para evitar la amenaza del  descrédito y la progresiva decadencia electoral de nuestro proyecto.

[Fuente: blog personal de Eberhard Grooske]

13 /

10 /

2017

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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