¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
El Lobo Feroz
Breves
Los defensores de la teoría según la cual el aleteo de una mariposa en Brasil puede causar una catástrofe en las antípodas serían más creíbles si la expresaran en formas modestas. Por ejemplo: los resultados de las elecciones autonómicas andaluzas pudieron provocar el despeñamiento de Rodrigo Rato.
Cuando los atentados de los trenes, dijeron que era ETA. Cuando la deuda pública, el déficit público y el paro causan vértigo, dicen que vamos mejorando.
Muchos son los corruptos y pocos los corruptores pillados. Como si el dinero cayera del cielo. Mal trabaja la Fiscalía de este régimen.
Indignados, pero todavía no desesperados.
Si al encender la radio tropiezas con un locutor que parece un vendedor de feria, que destroza la prosodia castellana, que va de jefe, que desinforma y cuyo populismo se despacha en los modos y maneras del PP, no lo dudes: has dado con «Las mañanas» de Radio Nacional de España.
Se asombran de que un pobre adolescente psicótico la emprendiera a ballestazos en la sacrosanta escuela. Pero hay otra escuela más eficiente: las pelis, los noticiarios, los videojuegos, que enseñan la violencia y a matar.
Como las nubes negras anuncian la tormenta, así la aparición de maquinaria y trabajadores de la limpieza urbana anuncia las elecciones municipales.
De la misma manera que el actual gobierno aplaza ad calendas graecas la creación de empleo y subsidiar a quien no lo tiene, así los lobbys de la automoción se emplean para que no se limite el uso del coche en las ciudades.
La sabiduría popular halla consuelo en señalar que no hay mal que cien años dure. Pero más sabia sería si nos hubiera prevenido: no hay bien que dure cien años.
Al igual que los príncipes de los cuentos, los príncipes reales pueden convertirse en sapos y viceversa. A la historia me remito.
Preciso es reconocer que los intelectuales y artistas no trabajan: tienen ocupaciones. Currar, lo que se dice currar, es otra cosa.
Si el poder se alcanzara por la vía electoral hasta podríamos ganar.
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4 /
2015