¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Cantaclaro
Consignas asesinas: patriotas o hinchas
El fútbol modela nuestras vidas. Especialmente las del género masculino. Los hinchas de fútbol suelen vivir en un mundo bicolor. O eres blaugrana o eres merengue, merengue o rojiblanco… Los del otro equipo son simplemente el enemigo. Por esto proliferan los insultos en los campos de fútbol (mayormente de corte machista y racista). Y por esto no es raro que entre los seguidores más entregados se encuentren los componentes de formaciones ultras, los que a veces pasan de la guerra verbal a la paliza. (En Barcelona el 10-O, al final de la manifestación en defensa de la unidad de España, se produjo una pelea entre, sorprendente, hinchas del Valencia y del Athletic.)
Ya se sabe que el deporte en general y el fútbol en particular han contaminado nuestras vidas y han convertido en una competición muchas actividades que más bien deberían propiciar la cooperación (como la producción científica). Y que propenden a favorecer una actitud de desprecio al rival en numerosos ámbitos de la vida social (con el refuerzo de estos debates televisivos en que lo importante es evitar que el rival pueda expresar un discurso mínimamente racional).
No podía faltar esta contaminación en el conflicto catalán. Hay dos “consignas” que han tenido éxito en cada uno de los campos.
Una, por obvia, el “A POR ELLOS” dedicado a la policía enviada a Catalunya a reprimir el referéndum. Directamente sacada de la movida futbolística. Y que parece que fuera la música de fondo que animó a muchos policías a aporrear a ciudadanos pacíficos y a “trinchar” unos cuantos colegios y otros equipamientos.
Pero la respuesta independentista no es menor. En las manifestaciones posteriores se ha oído insistentemente “ELS CARRERS SERAN SEMPRE NOSTRES” (“Las calles siempre serán nuestras”). Un verdadero canto a la defensa del territorio propio y a la exclusión de los demás. Totalmente opuesta a las viejas consignas de “La calle es de todos”, de la defensa del espacio público como un lugar de mezcla y libertad.
Y es que ya se sabe: a los hinchas no les gusta el fútbol. Solo que gane su equipo, aunque sea por fallos del árbitro.
30 /
10 /
2017