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Fuertebrazo

Gente que viene, gente que va...

Gerardo Díaz Ferran ha anunciado que no se presentará a las elecciones de diciembre para la presidencia de la CEOE. Admitámoslo: es una mala noticia. Se va el presidente de la patronal más cristalino que haya tenido España desde los años de la Transición a la democracia. Él único que realmente llamó a las cosas “pan al pan y vino al vino”. Acostumbrados al lenguaje elíptico de sus predecesores, vamos a echar de menos al hombre que pidió “un paréntesis en el capitalismo” para salvar al sistema de sus mismas fechorías, al que admitió no fiarse de los servicios que prestaban sus empresas (Air Comet) y al que, con inigualables capacidad de síntesis y sencillez terminológica, presentó su propuesta para salir de la crisis: “trabajar más y cobrar menos”. Don Gerardo, gracias por ayudarnos a entender sus pensamientos con meridiana claridad. Ahora nos toca volver a la jerga cifrada de los leguleyos y de los economistasminnesotos. ¡Ay, señor!

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Los medios de comunicación no se han puesto de acuerdo sobre el coste de la visita que realizará el Papa a Barcelona entre el 6 y el 7 de noviembre, pero coinciden en que la cantidad que tendrán que pagar los contribuyentes será elevada. De momento, sabemos que el Ayuntamiento de Barcelona se gastará 700.000 euros para el acondicionamiento del espacio público, los servicios de limpieza y las horas extras de la Guardia Urbana; que la aportación de la Diputación de Barcelona y de la Generalitat para habilitar en las Drassanes un centro internacional de prensa para los periodistas acreditados de todo el mundo asciende a 350.000 euros; y que el coste de la retransmisión de la visita que está preparando TV3 se acerca a los 800.000 (El Periódico, 21/10/2010).

Desde luego, no se puede discutir la legitimidad de un jefe de Estado para realizar una visita diplomática en nuestro país ni el deber del gobierno anfitrión de costear su seguridad y los actos protocolarios al uso. Pero, ¿cómo es posible que unas instituciones laicas y aconfensionales como las españolas se presten a sufragar parte de los gastos de una “visita apostólica”, como justamente la define el Arzobispado de Barcelona (http://www.arqbcn.org/) Apostólica y no diplomática, porque en el programa colgado en la página web del Arzobispado no figura ningún acto público en los lugares propios de la autoridad civil (Delegación del Gobierno, Palacios de la Generalitat y del Ayuntamiento), sino “salidas en papamóvil”, “misa en la Sagrada Familia”, “visita a l’Obra Benèfico-Social del Nen Déu” y “cena en el Arzobispado”. Definitivamente, el Sr. Ratzinger no vendrá como jefe de Estado del Vaticano, sino como guía espiritual de una comunidad religiosa determinada que no por ser la más numerosa del país debería gozar de algún tipo de privilegio. Para curarse en salud, la Conferencia Episcopal ha afirmado que no habrá “despilfarro” en la visita del Sr. Ratzinger y que, por el contrario, “siempre que viene el Papa es un negocio económico y espiritual” para todos (La Vanguardia, 3/10/2010). Pues bien, del negocio espiritual que se ocupen ellos, que de controlar a dónde va nuestro dinero lo haremos nosotros. Es por eso por lo que un servidor anima a los lectores que no quieren callar y otorgar a sumarse a la concentración del 4 de noviembre en la Plaza Sant Jaume de Barcelona para reivindicar la laicidad del Estado (http://www.jonotespero.cat/).

11 /

2010

La lucha de clases, que no puede escapársele de vista a un historiador educado en Marx, es una lucha por las cosas ásperas y materiales sin las que no existan las finas y espirituales. A pesar de ello, estas últimas están presentes en la lucha de clases de otra manera a como nos representaríamos un botín que le cabe en suerte al vencedor. Están vivas en ella como confianza, como coraje, como humor, como astucia, como denuedo, y actúan retroactivamente en la lejanía de los tiempos.

Walter Benjamin
Tesis sobre la filosofía de la historia (1940)

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