La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
La casa del jacobino
Hiperion,
Madrid,
La casa del jcobino
Juan-Ramón Capella
Colección de textos en prosa que, como a menudo ocurre con los artefactos literarios de García Montero, nos descubren el lado verdadero de la vida cotidiana, lo significativo que por su misma obviedad nos empeñamos en no ver. La concreción del pensamiento de García Montero revela una disciplina en el trabajo de escuchar, y de oír hasta la voz de los que no tienen voz.
Juan Ramón Capella
6/2003
6 /
2003