La fotografía es un medio para recordar, reflexionar y actuar.
Álvaro González Montero y Richard Cleminson
Entre broma y broma, la verdad asoma: la liberación LGTBQ en la Costa del Sol de los sesenta
¿Cuánto de verdad hay en una broma? ¿Tiene sentido entender que una broma equivalga a una tontería, una locura, una incongruencia? Al calificar algo de broma, hacemos ver que se trata de algo cómico y gracioso, a la vez que se le quita seriedad e importancia. Sin embargo, el chiste puede ser, al mismo tiempo, tanto un descalificativo como una estrategia de resistencia frente a ideologías hegemónicas y regímenes autoritarios. Comprender el funcionamiento de la broma es clave para entender la resistencia de grupos socialmente marginados, tal y como demuestra el siguiente ejemplo que ocurrió en la última etapa del régimen dictatorial franquista en una localidad costera de la provincia de Málaga.
En 1969, el alcalde de Marbella, Paco Cantos, calificó como broma la acción de pegada de carteles (a modo “agitprop”) que tuvo lugar en San Pedro de Alcántara, el 22 de enero, quitándole importancia ante las autoridades a cuya atención había llegado esta acción. Pongámonos en situación: seis carteles que piden “la liberación del mariquita”, escritos en hojas de almanaque de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Ronda, aparecen pegados en algunas calles de San Pedro, una pequeña localidad perteneciente al municipio de Marbella. No se sabe quién los colocó ni cuánto tiempo permanecieron visibles. Parece que no mucho, a juzgar por la actuación de la policía local, que pasaron el asunto de inmediato a la guardia civil. Aún no se han encontrado los carteles originales, pero los mensajes fueron transcritos en una nota informativa de la guardia civil para el gobernador civil de la provincia de Málaga. Tampoco se sabe a ciencia cierta el número de autores o si fue obra de una sola persona. Sin embargo, sí que parecen tener una estrecha relación con la existencia de un bar clandestino, Miss Dragón, en el que una clientela ecléctica se reunía para ver espectáculos de transformismo. El ambiente en torno a este bar ha sido recreado en una novela, titulada Miss Dragón, escrita por Miguel Ángel Parra, que ha llevado a cabo una cuidadosa labor de documentación.
Hay que reconocer que las proclamas que aparecen en los carteles tienen un cariz claramente humorístico: “arriba el tercer sexo” o “solo queremos que algunos hombres […] nos deje la Juana”. Incluso en la frase “día de la liberación del mariquita”, el término “mariquita” tiene una connotación más ligera y coloquial que el término más médico, al menos en aquella época, “homosexual” – aunque la mención a un tercer sexo parece indicar que veían la identidad sexual estrechamente relacionada con la identidad de género. Sin embargo, estas mismas proclamas proponen la “igualdad de oportunidades” o la “liberación del mariquita”, dos ideas que, en el año 1969, tenían una valencia revolucionaria. Por supuesto, este tipo de acciones reivindicativas, aunque relativamente frecuentes en el tardofranquismo, podían acarrear problemas con las autoridades. En este sentido, no debemos olvidar la existencia de la Ley de Vagos y Maleantes, una ley que se creó en época republicana pero que el régimen franquista modificó para incluir, entre otras categorías, las relaciones homosexuales como delito. Las consecuencias de ser homosexual eran por lo general más duras para aquellas personas que no pertenecían a las clases altas e incluían penas de prisión e incluso trabajos forzados.
Si bien ya hemos estudiado en profundidad algunos de los aspectos históricos y culturales que rodean a esta acción y este lugar en concreto, tales como el auge del turismo en el tardofranquismo, o los incipientes cambios en sexualidad y género dentro del régimen franquista, así como la propia naturaleza verídica de los hechos, una de las cuestiones que aún requieren un mayor análisis es la de la seriedad o no de la acción. De hecho, cuando comenzamos a indagar al respecto, uno de los primeros comentarios que recibimos de algunos otros investigadores fue, precisamente, que era probable que solo se tratara de una broma intrascendente. Un chiste, una gracieta, algo que, a primera vista, carece de la importancia necesaria para poderse considerar desde el punto de vista histórico. Conviene, sin embargo, analizar y desmontar esta afirmación, ya que este punto de vista tacha de irrelevante evidencia que muestra como los protagonistas de esta acción, forzados por la situación social marginal en la que vivían, tenían que resguardarse en lo chistoso para poder expresarse.
Es en este contexto donde la noción de broma que se observa al final de la nota informativa deviene más importante, ya que aparece un mensaje manuscrito que reza: “dice Cantos que cree ha sido una broma”. La declaración del alcalde de Marbella de aquella época, Paco Cantos, de que se trata de una broma puede interpretarse a través del concepto del desplazamiento que Sigmund Freud explica en su El chiste y su relación con el inconsciente. En este sentido, podemos entender la etiqueta de broma como aquello que permitía a las autoridades desplazar el componente de reivindicación, lucha e, incluso, asociacionismo local (el cartel menciona grupos de “mariquitas” diferenciados según su procedencia) hacia el campo de lo anecdótico, lo aislado, lo débil, lo individual – una estrategia de sobra conocida. También se puede advertir otro mecanismo freudiano, el del contrasentido: en la ideología dominante del régimen franquista, las proclamas de los carteles tienen tan poco sentido que no pueden más que ser una broma. Por ende, una actuación reivindicativa que ponía en cuestión el género y la sexualidad heteropatriarcal se despachó enseguida como un chiste cualquiera, para evitar que el gobernador civil la considerara seriamente.
Esta falta de consideración es más compleja de lo que pueda parecer a simple vista. Si bien los mecanismos de contrasentido y desplazamiento se encontraban operativos, esto se debe a que tenían una razón de ser en los propios individuos que llevaron a cabo la pegada de carteles. En el fondo, estas personas (o esta persona) eran más que conscientes del sistema autoritario y opresivo en el que vivían, en especial en lo que respectaba a la moral sexual. Aunque se atrevieran a lanzar estas proclamas, quizás animados por la situación de inestabilidad en el país aquel año, dos días antes de la instauración de un estado de excepción que el gobierno franquista llevó a cabo el 24 de enero de 1969, en un clima de revueltas estudiantiles, la realidad de ser perseguidos por la justicia podía ponerlos en una situación más que complicada. De ahí la aclaración, en los propios carteles, de que no buscaban “comunismo” o “marihuana”, dos conceptos asociados a las manifestaciones de estudiantes. Esto subraya la comprensión que estos individuos tenían de su propio mundo; a fin de cuentas, esta pegada de carteles tuvo lugar el mismo día del asesinato de Enrique Ruano en Madrid, un joven estudiante universitario y militante antifranquista, a manos de la policía franquista.
Más allá de este hecho en particular, la Costa del Sol ya tenía una cierta tradición de lugar turístico para homosexuales. En concreto, Torremolinos, por aquel entonces un barrio más de la ciudad de Málaga, donde hubo una cierta permisividad en las costumbres sexuales, como bien mencionaba la prensa de la época como los diarios Sol de España o La Tarde. Esto cambió bruscamente en el año 1971, cuando la policía llevó a cabo una redada en la zona de Torremolinos frecuentada por homosexuales, el Pasaje Begoña, donde fueron arrestadas 114 personas de diferentes nacionalidades. La situación de Torremolinos hacia finales de los sesenta es paralela a la de San Pedro, con diferencias de tamaño del núcleo urbano. Miguel Ángel Parra lo describe en detalle en su novela Miss Dragón, y muestra el cierto grado de permisividad existente en la zona, lo que podría catalogarse como un “espacio de excepción”. Este espacio se formó por una alianza tácita entre los propios usuarios, que no eran solo homosexuales o transformistas, sino también turistas, lugareños, aristócratas, miembros de la jet-set, y sus patronos, quienes defendían a sus empleados. Esto es así porque los transformistas que llevaban a cabo espectáculos en el bar también trabajaban como empleados domésticos en las casas de la burguesía marbellera. Esta especie de alianza entre la clase trabajadora y la clase alta, si bien problemática en muchos aspectos, demuestra que la moral nacionalcatólica franquista no era tan ubicua y generalizada como a veces se interpreta. Esto no significa que no hubiera mucha homofobia, que la había, ni que no estuviera teñida de clasismo. Lo que sí indica es que las actitudes morales respecto a la sexualidad no eran tan extremas y uniformes como a veces se plantea y que podían adaptarse, sobre todo cuando se trataba de personas que se consideraban cercanas o útiles. De ahí que la figura del “mariquita de pueblo”, una figura muy maltratada, pero para nada extraña en el franquismo, no fuera necesariamente eliminada, sino que servía en sí para cristalizar la idea de lo femenino como lo “otro”: lo opuesto a la masculinidad, lo relegado a la casa y a las tareas domésticas.
Entre bromas asoma la verdad, como bien dice el refrán que titula este artículo, y prestándoles la debida atención se revela una gran cantidad de información sobre determinadas épocas históricas y su ideología inconsciente. El estudio de evidencia de este tipo, limitada en su contenido pero que puede generar ricas y variadas interpretaciones, es de importancia clave para una historia LGTBQ que incluya tanto a los centros, Torremolinos o Barcelona, como aquellas localidades en las periferias sociohistóricas. Asimismo, estas nuevas lecturas añaden detalles necesarios para hacer más compleja nuestra memoria histórica, a través de la investigación de las estrategias de resistencia ante el fascismo y los autoritarismos. A su vez, esto nos puede ayudar a entender y resistir la oleada política ultraconservadora actual, que está teniendo un impacto claro en colectivos socialmente marginados, tales como las personas trans o los migrantes. La lucha por la igualdad social y la redistribución de la riqueza no debería ser, queridas lectoras, ninguna broma.
25 /
05 /
2025