Vosotros, los que estáis ahí, sí, vosotros, mis contemporáneos que os creéis superiores a
las generaciones precedentes y que os consideráis vacunados contra esta propaganda de
guerra simplista y burda que engañó a nuestros padres, a nuestros abuelos, a nuestros bisabuelos, ¿estáis seguros de que lo que os dicen ha sido así? Haríais mejor examinando más de cerca lo que acaban de deciros vuestros medios de comunicación, porque puede que os lo hayáis tragado ¡No hay que remontarse a 50 o 100 años atrás! sino a ayer mismo, durante la guerra contra Irak, Yugoslavia, Rusia y Palestina.
César Estirado de Cabo (coord.)
En memoria de Francisco Javier Elola
Tirant Lo Blanch y Fiscalía General del Estado,
Valencia,
2023,
207 págs.
De Monforte en 1877 al Camp de la Bota en 1939. Biografía de un jurista asesinado
Isabel Alonso Dávila
Encontrarse con un nombre que nos resultaba desconocido y descubrir, gracias a este libro, todas las complejidades de una biografía que comienza en Monforte de Lemos, en 1877, y termina con su protagonista ante un pelotón de fusilamiento el 12 de mayo de 1939, en el Camp de la Bota de Barcelona, nos lleva a pensar cuántas biografías quedan aún por escribir para establecer verdades, hacer justicia y reparar la memoria que nos merecemos como país. Cuando, como en este caso, las fuentes, sobre todo las judiciales y hemerográficas, permiten hacer un recorrido cargado de informaciones precisas para adentrarnos en la complejidad de quien fue el primer fiscal general de la II República, nos maravillamos con muchos de los detalles que nos ponen ante un tipo concreto de historia, la historia vivida por personas concretas.
Por ejemplo, leyendo este libro, nos encontraremos con un jovencísimo Francisco Javier Elola, que ya cuando estudiaba Derecho, en Santiago de Compostela en 1895, con 19 años, participó en el cuestionamiento de la separación de su cátedra de la Universidad de Barcelona del naturalista Odón de Buen, acusado por el cardenal Casañas de enseñar las teorías de la evolución de Darwin. Y nos preguntamos por primera vez cómo puede ser que quien tenga una calle a su nombre en Barcelona no sea el gran científico, oceanógrafo conocido internacionalmente, sino el cardenal oscurantista que lo persiguió y que casi consiguió su objetivo. ¡Cuántas veces habré pasado por esta calle, cercana a mi domicilio en el Barrio Gótico de Barcelona, sin saber nada de este cardenal Casañas!
Después de estos inicios cuando era estudiante, seguiremos a un joven Elola, ya licenciado, camino de Madrid, para trabajar, como pasante, en el bufete de Pi i Margall. Formación esta que reivindicará en diversos momentos de su vida. Más adelante, le veremos sacar las oposiciones a juez, ser juez en diversos destinos, veremos aumentar su prestigio judicial a través de la prensa, que publicará comentarios sobre algunas de sus más conocidas y alabadas sentencias, y lo veremos llegar a ser nombrado Fiscal General del Estado, a ser elegido diputado a las Cortes Constituyentes de 1931, a ser magistrado del Tribunal Supremo, a participar en los juicios por rebelión militar, esta sí de verdad, de los militares que se sublevaron el 18 de julio de 1936, y a seguir, como magistrado del Tribunal Supremo, al gobierno republicano hasta Valencia primero y a Barcelona después.
¿Por qué no marchó al exilio, como tantos otros?, ¿por qué decidió quedarse en Barcelona? Elola da sus razones, los autores de este libro buscan algunas otras. Quizás nunca podremos elucidarlo del todo. En todo caso, permanecer no le hizo vivir un juicio justo, como no lo podía ser en la sanguinaria dictadura que acababa de vencer la guerra, sino una venganza judicial de una justicia vestida de uniforme militar, que le llevó a los 61 años al paredón de fusilamiento en el Camp de la Bota y al Cementerio de Montjuic, junto a Fernando Berenguer de las Cagigas y Pedro Rodríguez Gómez, también juristas.
El libro comienza con un prólogo del fiscal César Estirado de Cabo, que es, a su vez, el coordinador de la publicación, que nos introduce a la figura de Elola y, sobre todo, nos pone ante su procesamiento por «rebelión militar» y ante los «razonamientos impecables, propios de un jurista» de Elola. A continuación, un artículo firmado por la historiadora María Torres Celada nos pone ante un interesantísimo «recorrido por la historia del magistrado a través de la prensa». El siguiente artículo, escrito también por historiadores, los profesores de la Universidad de Santiago de Compostela Lourenzo Fernández Prieto y Antonio Míguez Macho, nos entrega unas «notas para la aproximación a un jurista fusilado por los sublevados» también llenas de interés. Y los dos últimos artículos vienen de nuevo, como en el prólogo, de manos de juristas. El tercero lo firma el magistrado del Tribunal Constitucional Ramón Sáez de Valcárcel: «Javier Elola y la Justicia Constitucional en la República». En él vemos aparecer a Elola participando en la elaboración de la Constitución Republicana y en la reorganización de la Justicia. El último artículo, firmado por el magistrado de la Audiencia Nacional José Ricardo de Prada Solaesa, nos acerca al gran papel que tuvo Elola en «la construcción del Poder Judicial en la II República».
En resumen, un libro imprescindible para acercarse a una figura que, presumo, será desconocida para muchos. Y de especial interés en la formación inicial de los jóvenes profesionales del Derecho en las Universidades españolas.
30 /
4 /
2025