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Joaquim Sempere

En el centenario del nacimiento de Manuel Sacristán

mientras tanto se une, con artículos sucesivos, a la conmemoración del centenario del nacimiento, el 5 de setiembre de 1925, de quien fue —junto con su compañera Giulia Adinolfi— el fundador de esta revista, cuyo primer número apareció en diciembre de 1979. mientras tanto prolongaba otra revista publicada en 1977-1978, Materiales, de la que aparecieron doce números. Los títulos de ambas revistas, propuestos por el propio Manolo, indican la modestia de los dos proyectos y la consciencia de vivir en un momento adverso y con medios escasos. Los «materiales» son piezas de reflexión para (re)construir un corpus de pensamiento. La cabecera «mientras tanto», por su parte, sugería que la hora de grandes cambios estaba lejos, pero que, en ese «mientras tanto», quienes no nos rendimos no podemos aceptar el statu quo ni quedarnos de brazos cruzados; más aún, si no pensamos y actuamos no se producirán los cambios indispensables. Provisionalidad y modestia, pues, en las tareas emprendidas, pero una ambición político-moral indiscutible: no resignarse, mantener encendida la antorcha de la rebeldía ante un sistema cada vez más agresivo y prepotente que arrastra a la humanidad entera hacia el abismo. Un mérito de la iniciativa fue adelantarse a los tiempos y señalar la desnudez del rey cuando pocos la percibían. Fiel a su historial político, Manolo veía con claridad que la dominación capitalista cerraba un capítulo —el del keynesianismo de la posguerra y sus concesiones a las clases trabajadoras— y pasaba al ataque con lo que luego hemos conocido como «neoliberalismo», augurando tiempos difíciles para la izquierda. Un decenio después se añadía a la contrarrevolución neoliberal otra conmoción: la desintegración de la Unión Soviética era el acta de defunción del primer gran proyecto obrerista y comunista, y dejaba sumamente debilitada a toda la izquierda, sobre todo a la europea, pero también a la mundial. Para quienes no estábamos dispuestos a aceptar acomodos con el sistema —a diferencia de tantos que dieron por amortizado el comunismo y, con distintos acentos y maneras, actuaron en consecuencia—, era imprescindible revisar a fondo qué había pasado y qué cabía esperar.

Manuel Sacristán llevaba ya un decenio largo dándole vueltas al problema, en sus varias facetas: la capacidad del capitalismo para conformar e integrar a las masas populares en los países centrales, y su potencial destructivo tanto del tejido social y los valores humanistas como de las condiciones ecológicas de vida de la humanidad. Pero también formaba parte del problema el régimen emanado de la Revolución rusa —convertido en tiranía— y la incapacidad de la izquierda para ofrecer una alternativa. Las iniciativas publicísticas de Sacristán, a las que nos asociamos un grupo de sus seguidores con entusiasmo, tenían como finalidad básica proceder a esta revisión a fondo con los escasos medios con que contábamos. Se trataba, por un lado, de conservar y actualizar los valores de la libertad y la fraternidad inherentes al ideal comunista, y, por otro, de analizar los nuevos fenómenos emergentes, el feminismo, el pacifismo y muy en particular la crisis ecológica, el tema menos atendido por las izquierdas tradicionales. Si cabe decir que la izquierda política y sindical de los pueblos de España es una de las más sensibles del mundo en las cuestiones ambientales, esto se debe sobre todo a la influencia de Manuel Sacristán sobre varias generaciones de activistas y militantes.

Las nuevas generaciones pueden aprender de Sacristán varias cosas importantes. Una es la apuesta decidida por la libertad, la igualdad y la fraternidad, nada fácil en un contexto ideológico y político que empuja en dirección contraria (como ilustran numerosas encuestas de opinión entre los jóvenes). Esto requiere actitudes morales y políticas bien definidas, pero también compromisos personales para empezar ahora mismo a vivir, dentro de lo posible en cada caso, de acuerdo con los principios morales defendidos. Otra es la necesidad de formarse e informarse sin ser rehenes del alud permanente de falsedades, calumnias y perversiones que invaden el espacio público, desarrollando un sentido crítico que sirva de protección frente a dicho alud, hoy agravado por las redes sociales informáticas. Y hacer esto con la máxima coherencia en los principios y sin caer en dinámicas sectarias, vinculándose a la vez a formas eficaces de intervención práctica en los planos cultural, social y político.

¿Por qué las aportaciones de Sacristán no sólo no decaen, sino que adquieren una actualidad creciente? Porque supo comprender que la doble crisis, del capitalismo y del comunismo del siglo XX, tienen una raíz común —la depredación ecológica al servicio de un productivismo sin límites— que dibuja una crisis de civilización materializada en ambos sistemas. Y que la emancipación humana exige superar esa crisis rediseñando una nueva relación con la naturaleza y un nuevo contrato social. Quien haya comprendido que ese es el horizonte del futuro hallará en Sacristán no sólo una inspiración político-moral, sino también herramientas conceptuales básicas para el diagnóstico y para elaborar cualquier proyecto de futuro.

Para ello, la obra y el ejemplo de Manuel Sacristán serán siempre un referente. Una dificultad para inspirarse en ese ejemplo es que Sacristán ha dejado poca obra escrita por haber sacrificado horas y horas a las tareas de la militancia antifranquista y comunista y por su muerte prematura, diez días antes de cumplir los sesenta años. Su influencia, en cambio, se ejerció en su trabajo docente —en la universidad, pero también en barrios obreros—, en las innumerables charlas que impartió y en escritos ocasionales, a menudo relacionados con su labor de editor y traductor de autores de reconocido valor que topaban con la censura, formal e informal, que la dictadura franquista y el conservadurismo académico aplicaban contra lo mejor y más innovador del pensamiento científico, filosófico y político.

Pese a esa parvedad, la herencia de Manolo es altamente sugestiva y recomendable. Una parte figura en sus libros de filosofía y lógica publicados en vida suya; otra, en la colección de cuatro volúmenes («Panfletos y materiales») publicada por Icaria entre 1983 y 1985, tras su muerte, a la que en 1987 se añadió Pacifismo, ecología y política alternativa, también en Icaria, la recopilación de los textos más interesantes de cara a la política ecologista y alternativa. Además, contamos con la colección audiovisual Integral Sacristán, editada en 2015 en cuatro DVD por Joan Benach, Xavier Juncosa y S. López Arnal (El Viejo Topo). Y con la recuperación y puesta en circulación de numerosas intervenciones públicas, esquemas de charlas, apuntes para las clases, etc., en algunos casos transcritos de grabaciones (con los correspondientes coloquios posteriores a las intervenciones), que debemos muy especialmente a la labor ingente de Salvador López Arnal. Desde aquí recomendamos la web espai-marx.net, donde este último autor ha anunciado la publicación, cada semana, de textos de Sacristán inéditos o de muy difícil acceso como contribución a la campaña del centenario (véase la sección «Foro de webs» en este mismo número). La campaña del Centenario de Manuel Sacristán debe ser una ocasión para reforzar la batalla que tenemos por delante.

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La principal conversión que los condicionamientos ecológicos proponen al pensamiento revolucionario consiste en abandonar la espera del Juicio Final, el utopismo, la escatología, deshacerse del milenarismo. Milenarismo es creer que la Revolución Social es la plenitud de los tiempos, un evento a partir del cual quedarán resueltas todas las tensiones entre las personas y entre éstas y la naturaleza, porque podrán obrar entonces sin obstáculo las leyes objetivas del ser, buenas en sí mismas, pero hasta ahora deformadas por la pecaminosidad de la sociedad injusta.

Manuel Sacristán Luzón
Comunicación a las jornadas de ecología y política («mientras tanto», n.º 1, 1979)

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