La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.
Amelia Díaz Benlliure
Antipoema de Navidad
Te inventaste hombre desde ese niño,
desde el umbral de lo que fuiste.
Y te soñaste inmenso.
Pero dejaron de brillar las estrellas
en el árbol de Navidad.
Sólo te quedó la prisa,
las cenas de empresa
y un regalo mal envuelto
de última hora.
Ya no miras cómo avanzan
los reyes de plástico
camino a Belén.
– También es cierto que ese camino
ya no es lo que era
y que los niños piden en sus cartas
unas piernas nuevas –
El abrazo fraterno se ha perdido en el río
entre los peces que bebían
y volvían a beber.
Eso sí que perdura.
La sed.
30 /
11 /
2024