La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
Chris Hedges
Así funciona la propaganda israelí y su correa de transmisión
Entrevista de Chris Hedges a Alí Abunimah, fundador de The Electronic Intifada, sobre el aparato de propaganda israelí y la disciplinada prensa occidental que reproduce rutinariamente sus mentiras.
* * *
Chris Hedges: Israel, como todos los proyectos coloniales, se basa en mentiras. La mentira de que la tierra pertenece históricamente a los colonizadores. La mentira de que los palestinos no tienen identidad nacional. La mentira de que Israel es la única democracia en Oriente Medio. La mentira de que una solución pacífica se ve frustrada por los palestinos y no por el Estado de apartheid israelí. Esta mendacidad es especialmente frecuente cuando Israel lleva a cabo sus ataques asesinos contra los palestinos, incluido el actual genocidio en Gaza. La palabra hebrea para esta propaganda es hasbará o explicación. La hasbará es una combinación de agitprop, propaganda y censura; está diseñada para garantizar la unidad entre los judíos en Israel y en el extranjero, mantener el apoyo de los aliados, especialmente Estados Unidos, desacreditar y deslegitimar a los críticos que son tachados —incluso si son judíos— de antisemitas, y controlar la narrativa dentro de los medios de comunicación y el mundo académico.
La Hasbará está diseñada para oscurecer y neutralizar las graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional que definen la ocupación israelí. El esfuerzo incluye el mantenimiento de sitios web, cuentas en redes sociales y mensajes con identidades falsas, así como la manipulación de las funciones de los navegadores, motores de búsqueda, algoritmos y otros mecanismos automatizados para controlar qué información se presenta y qué se oculta a los usuarios de Internet. Junto con las casas Hillel, las organizaciones universitarias judías llevan a cabo campañas de difamación, a menudo despiadadas y coordinadas, contra quienes defienden los derechos de los palestinos y denuncian el Estado de apartheid.
Mientras gran parte del mundo asiste con repulsión a la matanza de Israel en Gaza, que incluye bombardeos de alfombra con cientos de muertos y heridos —en su mayoría civiles— al día, la militarización del hambre y las enfermedades infecciosas, la hasbará se ha disparado: bebés decapitados, violaciones en masa, ejecuciones en grupo en una guardería, niños colgados de tendederos, bebés incinerados en hornos y mujeres embarazadas con el estómago abierto y el feto acuchillado delante de ellas y de sus otros hijos. El Organismo de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en el Cercano Oriente, o UNRWA, es un semillero de Hamás, y los hospitales de Gaza sirven como centros de mando de Hamás; todo ello los hace legítimos a los ojos de los objetivos de Israel.
La mayoría de los medios de comunicación, incluidos The New York Times, CNN, MSNBC y The Intercept, se han tragado esta propaganda y la han escupido a sus lectores o espectadores como un hecho. Sólo un puñado de publicaciones —Electronic Intifada, The Grayzone, Mondoweiss, y Al Jazeera— han expuesto tenazmente las mentiras difundidas por la vasta campaña de desinformación de Israel, a menudo obligando a las principales publicaciones como The New York Times a retractarse o dar marcha atrás en su información. Ali Abunimah, uno de los fundadores de Electronic Intifada, se une a mí para hablar de la campaña de propaganda de Israel.
Ali, has luchado contra esta maquinaria durante mucho tiempo, y yo diría que probablemente con más éxito que nadie. Has puesto al descubierto la falacia de la mayoría de estas narrativas, incluida la de las agresiones sexuales (del 7 de octubre), pero hablemos de la máquina, de cómo funciona, porque tú también has sido objetivo de esa máquina…
Ali Abunimah: Hola, Chris. Hemos tenido éxito en la medida en que más gente que nunca es consciente de que le están mintiendo, y eso es una parte muy importante de la batalla. Lamentablemente, no puedo decir que hayamos detenido o disuadido a los llamados medios de comunicación dominantes o a nuestros medios de propaganda corporativa y gubernamental de difundir esa propaganda. Yo diría que su propensión a vomitar la propaganda israelí es mayor que nunca, y ahora es raro ver una cobertura decente, ya sea en The Washington Post, The New York Times, la CNN o la BBC.
Recuerdo que hace 25-30 años solíamos señalar a la BBC como el contrapunto a los sesgados y propagandísticos medios estadounidenses; yo diría que ahora la BBC es tan mala como cualquiera, y la NPR (National Public Radio de Estados Unidos), tan mala como cualquiera. Lo que ha cambiado es el crecimiento de los medios de comunicación independientes, su alcance y el hecho de que Internet —por más censurado y controlado que esté— nos proporciona un medio para llegar directamente a la gente. Eso significa que estas narrativas propagandísticas pueden ser más omnipresentes que nunca, pero también son más desconfiadas y despreciadas que nunca.
Chris Hedges: Quiero hablar de la táctica. Por ejemplo, el asesinato de Shireen Abu Akleh puede remontarse a casi cualquier incidente que obtenga amplia difusión internacional. Mienten descaradamente sobre lo ocurrido. Culparon del asesinato de esta periodista de Al Jazeera —una periodista palestino-estadounidense— a los palestinos. Difundieron imágenes de vídeo de hombres armados que, según ellos, disparaban contra ella; luego, Al-Haq o B’Tselem, una de esas organizaciones de derechos humanos israelís, expusieron que el vídeo se había grabado en un lugar en el que ella ni siquiera estaba presente, etc.
Finalmente, al cabo de unos meses, las autoridades israelíes admitieron que un soldado israelí pudo dispararle por accidente, pero para entonces ya habíamos pasado a otra historia. Dan forma a la narrativa, y tienen una habilidad bastante eficaz para hacerlo desde el principio. Lo vemos ahora en Gaza repetidamente, incluida la matanza de personas que iban a buscar comida en camiones en el norte de Gaza; los israelíes dicen que fue una estampida. Sale a la luz más tarde, pero para entonces ya no tiene el mismo efecto…
Ali Abunimah: La táctica es jugar con la propensión de los medios de EE. UU., y esto es lo que enseñan en las escuelas de periodismo. Nunca he estado en una escuela de periodismo —que creo que es donde se aprende a no hacer periodismo—, pero se aprovechan de la propensión de los medios de comunicación estadounidenses a «poner de ambos lados» todo. Los medios de comunicación estadounidenses adoptan el enfoque, en particular con la cuestión de Palestina, de que nunca debes poner tu credibilidad o tu autoridad como periodista en términos de decir: los israelíes dicen esto, los palestinos dicen lo otro, pero los palestinos dicen la verdad porque las pruebas demuestran A, B y C. Eso es, para mí, lo que hace un periodista.
En mi opinión, eso es lo que hace un periodista: decir que esto es lo que dicen dos posibles partes, pero que los hechos nos llevan hasta aquí. Eso es lo que debería ser el periodismo. El periodismo estadounidense, lo más lejos que llega a decir es: «los israelíes dicen esto y los palestinos dicen lo otro». ¿Quién sabe cuál es la verdad? Es un misterio. Nosotros, como periodistas, somos completamente incapaces de discernir nada, así que los israelíes juegan con eso. Así que cuando Shireen Abu Akleh es asesinada en directo en televisión, y cuando hay testigos palestinos y otros testigos oculares que dan su versión inmediatamente después en directo en televisión y dicen: «Vimos a los soldados israelíes allí disparándonos, y luego Shireen cayó y luego nos hirieron y los israelíes siguieron disparando», eso nunca es creíble para los medios de comunicación estadounidenses.
Lo que hacen los israelíes es publicar inmediatamente una contranarrativa; aunque sea falsa, aunque los israelíes sepan que es falsa, y aunque sepan que se descubrirá que es falsa en un día, en una semana, en un mes, en tres meses, sirve al propósito inmediato de enturbiar las aguas para que todos los titulares sean inmediatamente «periodista palestino muerto en circunstancias controvertidas». Trabajo hecho, por lo que respecta a los israelíes. No necesitan ir más allá. Lo vimos claramente en el contexto de este genocidio en Gaza. Si recuerdan, al principio, cuando bombardearon el hospital Al Ahli, donde murieron docenas de personas y cientos resultaron heridas, los israelíes difundieron una versión que, dicho diplomáticamente, nunca se demostró: que había sido un misil de la Yihad Islámica el que cayó y los mató, a pesar de que los investigadores vieron las imágenes más tarde y dijeron que no podía haber sido ese misil. Pero el trabajo estaba hecho. Los israelíes habían conseguido lo que querían, que era que el portavoz del Departamento de Estado, The New York Times, CNN y The Washington Post pudieran decir que era discutible. ¿Quién sabe lo que pasó? Ese hospital está en disputa, pero ¿qué pasa con las otras dos docenas de hospitales que los israelíes ni siquiera negaron haber atacado? Esa es la táctica una y otra vez: Sembrar la duda donde no hay duda de que los periodistas estaban haciendo su trabajo. Pero, de nuevo, es que están explotando esa propensión de los medios estadounidenses a negarse a investigar, a negarse a adoptar una posición sobre adónde conducen las pruebas, y esa es la mayor fuerza de los israelíes.
Chris Hedges: Tenemos otras dos tácticas. Una, saturan las organizaciones de noticias, en el sentido de que hay una preponderancia de portavoces israelíes o de personas aliadas con Israel a las que se permite dominar las ondas y la prensa; la otra cosa que hacen, y usted ha sido víctima de ello, es demonizar a los palestinos para empañar esencialmente su credibilidad…
Ali Abunimah: Se considera que los palestinos no tienen ninguna credibilidad; si eres palestino, se considera que no puedes hablar de Palestina porque se asume que eres necesariamente parcial e inherentemente no dirías la verdad. Esa no es su táctica en otros casos. Nos dicen que tenemos que escuchar a los ucranianos. Ellos saben mejor que nadie lo que pasa en Ucrania. Saben lo que es mejor para Ucrania. Tenemos que escuchar a los sirios, siempre y cuando estén aliados con los esfuerzos de cambio de régimen de Estados Unidos, etcétera. Pero nunca hay que escuchar a los palestinos. Esa es la táctica.
En cuanto a la inclusión de las voces palestinas, nunca he visto más exclusión, más muro de hierro contra los palestinos a los que se les permite hablar en los llamados medios de comunicación dominantes. Por mi propia experiencia, puedo decir que hace 20 años no era raro que me invitaran a CNN, Fox News, MSNBC, BBC, NPR y CBC o la Canadian Broadcasting Corporation. Eso ya no ocurre nunca. No sabría decirles cuándo fue la última vez que un medio de comunicación se puso en contacto conmigo, y no es que yo sea el único cualificado. Hay muchos palestinos cualificados para hablar, pero yo soy un periodista y escritor palestino bastante conocido que puede hablar de estos temas. Pero nunca me aceptarán.
Me llaman regularmente de Al Jazeera, regularmente, aunque con menos frecuencia, de TRT, el canal turco, CGTN de China, y varios canales independientes. Ésos son los que me llaman, pero nunca un medio dominante, absolutamente nunca. Y no me refiero sólo a mí, me pongo como ejemplo, pero ahora es muy raro encontrar palestinos en los principales medios de comunicación. Siempre hay excepciones a toda regla, no digo que no haya grandes palestinos hablando en los medios. Por supuesto, los hay; lo que ellos consideran palestinos más seguros o representantes de la Autoridad Palestina que podemos decir con seguridad que no representan a los palestinos, incluso en la medida en que podemos confiar en las encuestas de opinión, son rechazados por la gran mayoría de los palestinos, pero esos son los que serán llamados por los principales medios de comunicación.
Chris Hedges: O figuras como el hijo del jeque Yassin, que se ha convertido en un fundamentalista cristiano y vomitará el racismo hacia los palestinos y Hamás, del que (por supuesto) su padre fue cofundador, gente que los medios dominantes quieren apoyar.
Ali Abunimah: Figuras muy marginales que no pueden decirte nada sobre la experiencia o las perspectivas de la gran mayoría de los palestinos, y no pueden darte un punto de vista que esté de alguna manera arraigado en esa experiencia en la realidad. Pero te dice que, si están buscando a esas personas, no están tratando de reflejar lo que los palestinos piensan y experimentan, sino intentando dar forma a su audiencia sobre lo que deben pensar acerca de los palestinos.
Chris Hedges: ¿Por qué crees que te dejaron fuera? El período de tiempo que has mencionado coincide con el de una mayor comprensión y simpatía del público por lo que los palestinos están sufriendo. Sin embargo, durante ese período, digamos de dos décadas, has visto su voz completamente silenciada por los principales medios de comunicación. ¿Por qué?
Ali Abunimah: Eso tiene que ver con el estrecho abanico de ideas sobre las que se nos permite hablar en los principales medios de comunicación. No creo que tenga que ver sólo conmigo. Tiene que ver con cualquiera, especialmente con cualquier palestino que vaya más allá de esos límites. No está permitido cuestionar o atacar el sionismo como ideología política racista, que por supuesto lo es. No se te permite cuestionar la idea de que la llamada «solución de dos Estados» es el único resultado admisible. Francamente, no se te permite hablar como habla y piensa la inmensa mayoría de los palestinos. Sólo se te permite hablar dentro de unos límites muy estrechos. Ese es un elemento.
El otro elemento tiene que ver con el cambio general en el papel de los medios de comunicación allí donde lo hemos visto; me refiero al llamado Occidente-Estados Unidos y sus satélites. Los medios de comunicación se han convertido en un portavoz mucho más domesticado del gobierno y lo vemos en todos los ámbitos. Antes he mencionado la BBC, que para mí es uno de los ejemplos más crudos y chocantes de ello. Crecí escuchando la BBC. Uno de mis primeros recuerdos es entrar en la habitación de mis padres y escuchar la BBC en la radio, que mi padre escuchaba todas las mañanas, en inglés y árabe, porque se consideraba fiable, autorizada e independiente del gobierno.
Recuerdo ejemplos de esa independencia durante mi infancia. A finales de los ochenta, el gobierno de Margaret Thatcher en el Reino Unido prohibió a la BBC emitir las voces de altos cargos del Sinn Féin, el partido político irlandés asociado al IRA y a la lucha armada contra el dominio británico. La BBC la desafió públicamente haciendo que unos actores doblaran las palabras de portavoces del Sinn Féin como Gerry Adams, desafiando al gobierno. Hubo un episodio de Panorama titulado «Muerte en la roca», que sacó a la luz las órdenes de disparar a matar del gobierno de Thatcher para ejecutar extrajudicialmente a miembros del IRA acusados… Hoy en día nunca verías a la BBC haciendo esas cosas. No digo esto para sugerir que la BBC era una organización mediática perfecta. No lo era. Pero había un nivel de independencia que ahora ha desaparecido por completo y eso se ve en su repetición como loros de la propaganda del Rusiagate, en su repetición como loros de la propaganda sobre Ucrania y en su extrema repetición como loros de la propaganda israelí. Ha perdido cualquier sentido de misión periodística independiente. Pero lo que estoy diciendo sobre la BBC también es cierto sobre la CBC en Canadá, que escucho mucho en la radio por satélite cuando estoy en mi coche, o NPR, o cualquier otro de los medios de comunicación supuestamente públicos. Es un patrón muy similar con The New York Times y The Washington Post, que son probablemente los periódicos más influyentes del mundo y los periódicos que marcan la agenda del mundo en gran medida. También tiene que ver con esa transformación general de lo que queda de los medios en portavoces obedientes del gobierno.
Chris Hedges: Habiendo trabajado yo mismo en The New York Times durante quince años tendría que decir que, a diferencia de la BBC, siempre fueron malos…
Ali Abunimah: Correcto, sí.
Chris Hedges: Tenemos este genocidio que está siendo transmitido en vivo. Cientos de personas, casi todas civiles, mueren y resultan heridas cada día. Yo cubrí Sarajevo y había de cuatro a cinco muertos al día. No era divertido, era horrible. Compara eso con la escala de la matanza y luego la militarización de la hambruna y todo lo demás. La maquinaria propagandística israelí se ha disparado y tú has sido uno de los principales denunciadores de las mentiras. Hagamos dos historias que sé que la Intifada Electrónica ha expuesto.
Empecemos con el ataque del 7 de octubre. Hay dos narrativas: la primera de la que hablaremos es la respuesta de Israel. Está muy claro, por el trabajo que habéis hecho vosotros y algunos periódicos israelíes, que hubo un intervalo de seis a ocho horas en el que los tanques y helicópteros israelíes estuvieron disparando a todo lo que se movía, volando casas en kibutz donde pensaban que los pistoleros de Hamás tenían rehenes. Los mataban a todos. Luego podemos tratar la infame historia de la violación de la que The New York Times está trabajando muy duro para tratar de salvar algo de credibilidad. Pero empecemos con esa primera historia en la que tu trabajaste mucho.
Ali Abunimah: Lo hicimos. La Intifada Electrónica y un par de otras publicaciones independientes que has mencionado, The Grayzone y Mondoweiss. Para nosotros fue inmediatamente claro que la narrativa israelí no tenía sentido. ¿Cómo podían generar esa destrucción unos pistoleros ligeramente armados, cruzando la frontera en moto, a pie (algunos iban en parapente, lo que era muy dramático), que llevaban AK-47? Y tal vez llevaban algunas granadas y posiblemente incluso algún lanzagranadas. Pero cuando uno mira las imágenes que se publicaron ampliamente de la devastación en algunas de estas bases militares israelíes y kibutz alrededor de Gaza, no tiene sentido. Calles enteras de casas arrasadas. Escombros humeantes. No se puede hacer eso con un AK-47. Entonces, ¿qué pasó? Y luego miras también las fotos que se publicaron ampliamente de cientos de vehículos incinerados. No tiene sentido. ¿Qué es lo que pasó?
Rápidamente, empezaron a salir historias en los medios israelíes a los pocos días, y la primera gran historia que publicamos en la Intifada Electrónica fue el relato de Yasmin Porat. Era una superviviente de la violencia que se produjo en el kibutz Be’eri, que es uno de los kibutz cercanos a la valla fronteriza de Gaza. El relato que hizo se emitió en una entrevista en la radio estatal israelí en su programa matinal, más o menos el equivalente al Morning Edition de NPR. Se trata de una gran plataforma nacional en Israel. Contó que los palestinos entraron y se llevaron a gente cautiva, pero que «nos trataron con humanidad». Esa fue la palabra que utilizó. No fueron violentos con la gente, la cuidaron.
No digo que fuera una experiencia agradable, pero lo que dijo es que «nos cuidaron», nos tranquilizaron, nos dijeron que os llevaríamos a Gaza y luego nos liberarían. Dijo muy claramente que no hubo violencia ni disparos hasta que aparecieron las fuerzas israelíes y empezaron a disparar. Y en la casa donde estaba retenida con otras 13 personas, 12 civiles israelíes y un palestino de Jerusalén Este —que había sido conductor en ese asalto a Supernova—, que también fue llevado allí por los combatientes palestinos, murieron todos menos ella y una mujer israelí. Ambas, Yasmin Porat y la otra mujer israelí, cuando dieron sus relatos dijeron que fue un tanque israelí el que abrió fuego y mató a civiles israelíes. Y hay otros incidentes como ese.
Luego se produjo la revelación del portavoz israelí de alto rango de que, oh, el número de muertos no era de 1.400, como se había afirmado inicialmente, sino de 1.200. ¿Por qué el cambio? ¿Por qué el cambio? Había 200 cuerpos calcinados hasta quedar irreconocibles que creíamos que eran israelíes, pero que resultaron ser miembros de Hamás. ¿Cómo es posible? ¿Estás diciendo que hay 200 cuerpos quemados que no puedes decir si son israelíes o palestinos?, ¿qué significa eso? Significa que estás disparando a la gente indiscriminadamente o intencionadamente, pero sin tener en cuenta si son israelíes o palestinos.
Luego estaba la fuente de la policía israelí que reveló a Haaretz que en la incursión de Supernova (donde se nos dice que los hombres armados de Hamás asesinaron sin piedad a más de 300 personas) los helicópteros de las FDI abrieron fuego e hirieron a la gente, pero no dieron una cifra de cuántos fueron alcanzados por los disparos, y revelación tras revelación en la prensa israelí. La mayor parte de lo que hacíamos —no digo que no sea un trabajo duro, porque lo es, dedicamos muchas horas— era traducir los relatos de la prensa israelí, redactarlos, proporcionar el contexto y aportar las pruebas. A menudo se trata de entrevistas concedidas en medios israelíes, así que las traducimos, las subtitulamos y las publicamos.
Así que, Chris, prácticamente toda la información que proporcionamos procede de fuentes israelíes. No es la Intifada Electrónica la que lo dice, es una entrevista de un superviviente en la radio estatal israelí, o es un relato dado por un oficial del ejército israelí al corresponsal militar de Yedioth Ahronoth, uno de los periódicos de mayor tirada de Israel. Pero estos relatos están completamente excluidos de The New York Times, CNN, The Washington Post, la BBC, etcétera. FAIR (Fairness & Accuracy in Reporting), el organismo de control de los medios de comunicación, publicó un buen informe a finales de febrero en el que analizaba cuántas veces los principales medios de comunicación estadounidenses habían mencionado estos llamados incidentes de fuego amigo e informado sobre ellos, y era casi nulo. Encontraron dos referencias de pasada, una en The New York Times y otra muy desdeñosa en The Washington Post.
Eso no ocurre por accidente. Me siguen muchos periodistas, incluidos periodistas de los principales medios de comunicación. Ven todas estas historias, saben que esto está ocurriendo, y todos estos grandes periódicos y agencias de noticias siguen la prensa israelí, por lo que también ven estas historias. No se las están perdiendo. Alguien está tomando la decisión de no informar sobre ellas. No puedo explicar completamente ese proceso, pero eso es claramente lo que está sucediendo. No es que la Intifada Electrónica tenga poderes mágicos. Leemos la prensa israelí como todo el mundo, y cuando vemos estas historias, las publicamos.
Chris Hedges: Vimos la filtración de un memo de CNN, Thompson, que solía estar en The New York Times; han establecido directrices muy estrictas en cuanto a lo que se informará y lo que no. Están filtrando todo a través de la Oficina de Jerusalén, lo llaman segundos ojos. Tú has informado sobre esto. Sabemos que los guardianes están allí y que están en la parte superior. Están en la cima de MSNBC, están en la cima de CNN, y están en la cima de The New York Times. La mentira de la omisión sigue siendo una mentira, pero esa es probablemente la mayor mentira, la mentira de la omisión que utilizan estas instituciones.
Ali Abunimah: Así es. Es lo que no se cuenta y lo que no se dice. Hablamos a menudo del contexto. Cuando se omite el contexto, eso es omisión. No se puede esperar que los lectores entiendan una noticia sin proporcionarles el contexto, los antecedentes y la historia adecuados, que es lo que no quieren hacer. Para ellos, la historia empieza el 7 de octubre. El otro elemento… Nos centramos en los medios de comunicación, pero podemos extenderlo a organizaciones importantes como las Naciones Unidas, supuestamente neutrales, supuestamente internacionales y supuestamente al servicio del derecho internacional.
Vimos este patrón desde el mismo momento en que comenzaron los acontecimientos del 7 de octubre, en los que cualquier cosa que Israel dijera que hacían los palestinos era aceptada inmediatamente por los altos funcionarios de la ONU. Lo condenaron como si no hubiera controversia sobre lo ocurrido. Mientras que cualquier cosa que los palestinos dijeran que Israel hizo, o cualquier cosa que Israel fuera grabado en vídeo haciendo, se nos decía, «oh, esto es muy preocupante. Pediremos una investigación». ¿Por qué nadie pidió una investigación sobre las afirmaciones de Israel el 7 de octubre? Israel afirmó que había docenas de bebés decapitados, pero nadie vio ninguna prueba. ¿Por qué no se pidió una investigación?
Sabemos que Israel se niega rotundamente a cooperar con cualquier investigación de la ONU o cualquier comisión de investigación. Chris, sabes muy bien lo que le ocurrió a Irak cuando se le acusó falsamente de no cooperar con los inspectores de armas de la ONU en la década de 1990 y principios de la década de 2000: Irak fue invadido, destruido, y un millón de personas murieron, fueron desplazadas y sus vidas quedaron arruinadas. Israel no ha permitido la entrada en el país de ningún investigador independiente de la ONU ni de ningún investigador de derechos humanos en años. No recuerdo la última vez. Cada vez que Israel lleva a cabo una de sus masacres en Gaza —nos remontamos a 2008— y hay una comisión de investigación independiente nombrada por el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, Israel se niega a cooperar con ellos o a permitirles entrar.
Pero esto no forma parte del discurso aquí, en cuanto a la percepción de que Israel es una sociedad abierta, una democracia, y que se investiga a sí misma. Israel ni se investiga a sí mismo ni permite que nadie lo investigue y miente todo el tiempo; mentiras que son expuestas repetidamente y, sin embargo, se le sigue dando el beneficio de la duda por las principales organizaciones y medios de comunicación cada vez.
Chris Hedges: Y sale gratis. Trabajé en The New York Times; es arribismo. Sabes lo que te va a pasar, pero la mayoría de los periodistas del New York Times son buenos arribistas. No hay reglas escritas en la pared. Sabes lo que va a hacer avanzar tu carrera y lo que va a perjudicarla, y la mayoría de los periodistas no quieren ir por ahí.
Ali Abunimah: Chris, nunca quise ser periodista. Nunca me propuse ser periodista. Ni siquiera me considero periodista. Sólo soy alguien que quiere que se sepa la verdad. Si tuviera una gotera debajo del fregadero y no tuviera a nadie que pudiera venir a arreglarla, tendría que aprender a ser fontanero en el acto. Eso es lo que pienso del periodismo. Es que la verdad tiene que salir a la luz. Y no creo que sea una persona particularmente especial, pero, sinceramente, si fuera a un restaurante y por cualquier razón sintiera que no he dado al personal una propina lo suficientemente grande, perdería el sueño por ello. Me quitaría el sueño. Pero imagina que lo que estoy haciendo está costando la vida de personas, alimentando un genocidio, o que mi complicidad con una historia falsa alimenta un genocidio. No entiendo cómo la gente puede convivir con eso. ¿Qué carrera merece ese tipo de complicidad? No lo sé.
Chris Hedges: Es «Los hombres huecos» de Eliot.
Ali Abunimah: ¿Cómo es que hay tantos?
Chris Hedges: Es lo que quieren las instituciones dominantes. Por eso hay mediocres dirigiendo esas instituciones.
Quiero preguntar sobre la historia de la «agresión sexual». El New York Times publicó un enorme artículo que tú, The Grayzone y Mondoweiss destrozasteis. Por un lado, tenemos la mentira por omisión sobre la complicidad de Israel en el asesinato de muchos de los suyos junto con los combatientes de Hamás. Luego tenemos la mentira abierta (o la fabricación) de una historia de atrocidad que no tuvo lugar. Así que para la gente que no lo ha leído, explica lo que pasó. No se pueden inventar estas cosas. Contrataron a una mujer israelí que había trabajado en Inteligencia de la Fuerza Aérea, que era cineasta, que nunca había hecho periodismo, y al sobrino de su pareja. Vamos a repasar esa historia porque has hecho un trabajo fantástico y realmente has obligado al New York Times a dar un paso atrás. Iban a poner esa historia en su pódcast y ahora no lo están haciendo. Hubo una revuelta interna entre los reporteros de The New York Times que estaban hartos de la incompetencia. Así que repásalo.
Ali Abunimah: Sí. Tenemos que empezar antes de la historia de The New York Times, porque la historia de The New York Times alegando un amplio patrón de violencia sexual deliberada el 7 de octubre no se publicó hasta el 28 de diciembre; eso es bastante tarde. Tenemos que remontarnos al 7 de octubre, porque inmediatamente después del 7 de octubre se produjeron estas denuncias de violaciones, agresiones sexuales y violencia desenfrenada, y estaban ocurriendo tantas cosas que yo estaba al tanto de estos informes, pero no me centré necesariamente en ellos porque había muchas otras cosas. Hay que reconocer que había una cuenta de Twitter —volví a mirarla el otro día— que no sabemos quién es. Se llaman ‘zei_squirrel’ —han hecho importantes reportajes sobre esto en su cuenta de Twitter—. Han roto historias y han hecho un gran análisis. Esa cuenta estaba cuestionando la narrativa de violación masiva desde el 9 de octubre, si no antes, y diciendo «esto no tiene sentido». Esto no tiene sentido. Esto no pasa la prueba del olfato.
Pero, realmente, desde el 7 de octubre en adelante, esta historia de violación masiva, de violación brutal, comenzó a desarrollarse. Y, recuerda, esto fue en el contexto de otra propaganda de atrocidad, la de los bebés decapitados que nunca sucedió. El bebé que fue puesto en un horno que nunca sucedió. La mujer embarazada cuyo vientre fue abierto y luego el feto fue apuñalado; eso nunca sucedió. Las historias de niños atados y quemados, eso nunca ocurrió. Y así una y otra vez. Todas estas historias fueron sistemáticamente desmentidas, a veces por testigos que estaban allí, a veces por los medios de comunicación israelíes, y a veces incluso por el ejército israelí; en algunos de estos casos, dijeron «no», «eso no sucedió». Mentiras que eran demasiado grandes incluso para el ejército israelí. Y en ese contexto iban las historias de violaciones.
Una vez que Israel comenzó su genocidio en Gaza en serio, y la ola de simpatía en el Occidente oficial y los medios de comunicación occidentales oficiales comenzó a disminuir, los israelíes se dieron cuenta: tenemos que recuperar la simpatía que teníamos justo al principio en el shock del 7 de octubre. Y esta historia de violación era perfecta para eso en su mente, porque si estás apelando a una audiencia progresista occidental, es ideal. Es la narrativa ideal para, digamos, el votante de Hillary Clinton, porque las encuestas mostraban que, en Occidente, en el Occidente agresivo o el Occidente liberal, la base del Partido Demócrata, y en toda Europa, había una repulsión absoluta por lo que Israel estaba haciendo.
Así que se necesita una narrativa que justifique o distraiga de la propaganda, y pinte a los palestinos como bestias, peores que el ISIS. Eso es lo que Israel dijo, «Hamás es igual a ISIS». Así que necesitas una narrativa que llene ese papel y la historia de la violación era perfecta para eso porque también encaja con un par de ideas. Una es el racismo latente que se ha inculcado a la gente de que los hombres árabes, morenos, negros y musulmanes son racistas violentos, sexuales e incontrolables, que es un tropo muy antiguo que se remonta a la época de Jim Crow en Estados Unidos. Por ejemplo, la idea de que un hombre negro es un peligro para una mujer blanca o una mujer colona y que hay que proteger a las mujeres de esos brutos es una idea muy antigua en la historia del colonialismo y el racismo estadounidenses.
Y luego enlazas con eso, esta sensibilidad progresista sobre creer a las mujeres y #MeToo. Así que cualquiera que cuestione esta narrativa puede ser pintado automáticamente como un apologista de la violación, alguien que no cree en las mujeres. El único problema es que no había mujeres. Hasta el día de hoy, no ha habido ni una sola persona que haya dicho: «yo fui víctima de esto», y no se ha aportado ni una sola prueba sólida. Los israelíes dicen que tienen 100.000 —o algo por el estilo— videoclips del 7 de octubre, y sin embargo ninguno de ellos muestra lo que afirman, que hubo una campaña generalizada y sistemática de violación masiva.
Así que la narrativa propagandística sobre la violación masiva ya se estaba desmoronando a mediados de noviembre. Hicimos nuestro primer vídeo largo de desacreditación en la Intifada Electrónica justo a principios de diciembre. Creo que Mondoweiss ya había publicado un artículo. Así que, en ese momento, estaba bien y verdaderamente desacreditado. Y pensamos, muy bien, eso es todo, ya está hecho, y se quedaron en silencio por un tiempo. No vimos que se presionara tanto porque previamente habían sacado a Hillary Clinton para impulsar la historia. Mintió en un pequeño vídeo que colgó en Twitter en el que decía que las mujeres y niñas israelíes habían denunciado lo que habían presenciado y experimentado en términos de violencia sexual, lo que no era cierto. Ninguna mujer o niña israelí ha denunciado haber sufrido este tipo de violencia.
Así que la historia del New York Times que salió a finales de diciembre fue un esfuerzo por revivir una narrativa ya desacreditada. Es importante que la gente lo entienda. Jeffrey Gettleman, que es un escritor ganador del Premio Pulitzer [trabaja en The New York Times], se asoció con Anat Schwartz, que, como has mencionado, se anunciaba como cineasta y nunca había tenido experiencia en este tipo de reportajes. Y el sobrino de su compañera, un recién licenciado en literatura llamado Adam Sella, que tampoco tenía experiencia en este tipo de reportajes; si había hecho algo de periodismo, era como bloguero gastronómico. Los pusieron a trabajar en este reportaje de gran repercusión, a estas personas sin experiencia, y más tarde se supo que el usuario de Twitter, zei_squirrel, encontró el historial de redes sociales de Anat Schwartz que mostraba sus opiniones de extrema derecha e incluso genocidas.
Pero tú trabajaste en The New York Times. Sabes lo difícil que es, Chris, para la gente conseguir trabajo en el New York Times. Es considerado el pináculo del periodismo estadounidense. La gente puede trabajar en 3, 4 o 5 medios antes de llegar a The New York Times y antes de llegar a un puesto de responsabilidad o importante. Sin embargo, estas dos personas con cero experiencia periodística se ponen en esta historia. Y la historia se vino abajo de inmediato. Se publicó el 28 de diciembre e, inmediatamente, medios independientes, incluido el Electronic Intifada, la destrozaron. Encontramos muchos agujeros en la historia, muchas discrepancias. Una vez más, no presentaron una sola víctima viva o muerta que fuera identificada positivamente. Ni una sola persona se presentó.
Anat Schwartz reveló en un pódcast en hebreo que el primer paso que dio, que es buen periodismo si lo piensas, fue llamar a todos los hospitales, a todos los centros de crisis por violación, a todas las instituciones de Israel encargadas de atender a las víctimas de agresiones sexuales. Y todos le dijeron que no, que ni una sola persona se había presentado. Ni una sola denuncia. Eso debería haber alertado a The New York Times y al ganador del Premio Pulitzer Jeffrey Gettleman para que dijeran, espera, ¿qué está pasando aquí? Debería haberles alertado de que la única historia aquí era la de un engaño, de propaganda, de propaganda de atrocidades diseñada para justificar y alimentar el genocidio.
Sin embargo, cuando no encontraron pruebas, en lugar de decir eso, en lugar de decir: «alto, vamos a reevaluar. Analicemos lo que realmente está sucediendo aquí», decidieron que, si no hay pruebas, tendremos que inventar algunas. Si no hay víctimas, tendremos que inventar algunas. ¿Y qué hicieron? El personaje central de esta historia de Gettleman y compañía era una mujer llamada Gal Abdush, de la que nunca dijeron abiertamente que sufriera una violación, pero afirmaron que debía haber sido violada. Fue asesinada el 7 de octubre. Dicen que debe haber sido violada porque había un vídeo que mostraba su cuerpo en una posición que sugería que podría haber sido violada. Ninguna prueba, ninguna prueba forense, ninguna otra prueba.
Después de que publicaran esto el 28 de diciembre, su familia y su hermana salieron y dijeron, esto es indignante. El New York Times nunca nos dijo que iba a sugerir que Gal Abdush fue violada, que nunca nos han mostrado ninguna prueba de que fuera violada, y nos manipularon y engañaron. Esa fue la única persona de la historia a la que identificaron positivamente como posible víctima de violación. Y luego tuvieron otros dos supuestos incidentes de violaciones en grupo el 7 de octubre, en los que no se ha identificado a las víctimas, no se ha identificado a los autores, pero tienen cuatro testigos oculares, dos para cada uno.
La primera testigo ocular fue presentada por la policía israelí en la rueda de prensa de octubre o principios de noviembre. Ni siquiera apareció ella misma, fue un vídeo presentado por la policía israelí en el que contaba esta extravagante historia en la que decía que había estado escondida en un arbusto y que le habían disparado. Había estado en esa fiesta en el desierto y vio a un grupo de hombres salir de la furgoneta y violar en grupo a una mujer y luego asesinarla. Luego violaron y asesinaron en grupo a otras cinco mujeres, les cortaron la cabeza y se pavoneaban con las cabezas de esas mujeres sobre sus cabezas como trofeos. Era una historia tan extravagante.
La pregunta obvia es, esta es una historia horrible, pero si fuera verdad, habría toneladas de evidencia física; ¿dónde están los cuerpos sin cabeza? ¿Dónde están las cabezas cortadas? ¿Dónde está toda la sangre? ¿Dónde está todo el ADN? ¿Cómo pudo pasar todo esto sin dejar rastro? En ningún momento de la historia de Gettleman o de cualquiera de las otras historias de los medios de comunicación que repitieron esta historia de atrocidad, nadie abordó la ausencia total de pruebas físicas. Luego, The New York Times, cuando volvió a contar esta historia ya desacreditada en el artículo de Gettleman, dijo, oh, había otro testigo ocular que dijo que estaba escondido en la zanja y levantó la cabeza y vio una violación en grupo. Levantó la cabeza una vez y vio todo lo que estaba pasando. El problema es que el mismo testigo había dicho a los medios israelíes semanas antes del reportaje del New York Times que no había visto nada. Que se lo había dicho la otra mujer que afirmó ver lo que vio, pero que él mismo no lo vio. Y, sin embargo, en el New York Times unas semanas más tarde, se presenta como si lo hubiera visto él mismo. Así que ese es un ejemplo de la escala de la fabricación y el fraude.
El otro elemento, que es tan importante mencionar aquí, es que prácticamente todas estas historias vinieron de lo que generosamente se ha identificado en la prensa como los primeros en responder. Y eso juega con una idea cultural que tenemos en los EE. UU., que tal vez fue reforzada con todos los bomberos que murieron en el 9/11, que los primeros en responder son personas desinteresadas, abnegadas, que son inherentemente creíbles. Así que si un socorrista viene y te dice yo vi esto, es probable que le creas. ¿Quiénes son estas personas descritas como primeros intervinientes en The New York Times y otros medios de comunicación que informaron de estas atrocidades? Muchos de ellos eran miembros del ejército israelí, miembros del régimen que perpetra el genocidio. Esos eran los primeros en responder.
O eran miembros de esta organización extremista judía llamada ZAKA. Lo que hacen es ir a escenas de crímenes o escenas de violencia y recoger cuerpos y partes de cuerpos para darles un entierro judío. Pero esta es una organización que, por un lado, fue fundada por un hombre acusado de agresión sexual en serie. Y cuando esto salió a la luz, murió por suicidio en 2021. Esta organización, ZAKA, y sus altos representantes, han dicho tantas mentiras desde el 7 de octubre… Por ejemplo, una persona, Yossi Landau, que es entrevistado en todo tipo de medios de comunicación, contó la historia atroz —desde entonces completamente desacreditada y negada incluso por las autoridades israelíes— de la mujer embarazada a la que le abrieron el vientre y le sacaron el feto.
Aparece en televisión diciendo: «Lo vi con mis propios ojos»; algo que todo el mundo coincide ahora, incluidas las autoridades israelíes, en que nunca ocurrió. Uno de los médicos del ejército israelí que fue citado en The New York Times dijo que entró en un dormitorio en el kibutz Be’eri y vio a dos chicas adolescentes que —esto es gráfico para cualquier espectador ahí fuera— que fueron asesinadas, violadas, despojadas de sus ropas, y tenían semen en sus espaldas. Esto nunca sucedió. Las autoridades del kibutz Be’eri han dicho, categóricamente que esto no sucedió. No hubo agresiones sexuales en el kibutz Be’eri. No se encontraron adolescentes en el kibutz Be’eri que encajaran con esta descripción o en ese lugar. The Intercept publicó un artículo hace unos días que demostraba de forma concluyente que esto nunca ocurrió. Pero esta historia es una característica central del artículo de Gettleman del New York Times, que el New York Times sigue insistiendo en que es buen periodismo.
Chris Hedges: Pueden insistir en que es buen periodismo, pero claramente hay resentimiento entre el personal que se da cuenta de que no es buen periodismo. Se suponía que iba a salir en su podcast, pero no lo han publicado. Me recuerda mucho al pódcast Caliphate, que era un engaño basado en un impostor que decía ser miembro del ISIS y crucificaba a gente; audio snuff porn o algo así. Dice mucho de la decadencia de la integridad periodística. No sé si cuando yo estaba en el Times habrían contratado a gente sin experiencia periodística o a gente tan partidista. No es que hicieran un trabajo especialmente bueno en la cobertura de los palestinos. Cada medio de comunicación está atendiendo ahora a un grupo demográfico concreto; están alimentando a su grupo demográfico con lo que ya creen. Están contribuyendo a los estereotipos que existen. No sé si el Times ha pagado un alto precio por el Rusiagate, por el Califato, o incluso si pagará un alto precio por esto. Eso entra en el…
Ali Abunimah: O por la guerra de Irak.
Chris Hedges: O por la guerra de Irak, sí.
Ali Abunimah: En febrero tuvieron este evento en la Universidad de Columbia para centrarse en estas denuncias de violencia sexual. Fue encabezado por Hillary Clinton; Jeffrey Gettleman estaba allí, y Sheryl Sandberg de Lean In fama, el ex ejecutivo de Facebook/Meta, y tenían un panel de lo que yo llamaría académicos menores. Mis fuentes en la Universidad de Columbia me dijeron que varios académicos que entendían los fines propagandísticos de esta reunión se negaron a participar. Sin embargo, tenían a Hillary Clinton, y tenían a Jeffrey Gettleman. Y, por supuesto, fue una regurgitación completa de la propaganda de la atrocidad. Y Gettleman fue traído.
Fue interesante porque él era claramente consciente de todas las críticas y de que su historia había sido desacreditada. Pero, por supuesto, no fue cuestionado en nada de esto por Sheryl Sandberg, que lo entrevistó. Fue elogiado. Se le dijo, eres el mejor de los mejores e hiciste un reportaje sólido. Pero él era muy consciente de que estaba siendo observado de cerca por todas las personas que sabían que esto era un engaño o un fraude. Y dijo, mi trabajo no es reunir pruebas. No voy a decir que lo que hice es evidencia. Es más información y compartir historias. Así que se echó atrás de esa manera, pero como si dijera, «eh, no me culpes si lo que publico está mal. Sólo estoy compartiendo historias. No tengo ninguna responsabilidad de defender lo que publico». Fue un microcosmos, ese evento, porque mostró cómo todos… Tienes a Hillary Clinton, la criminal de guerra belicista. Tienes a Sheryl Sandberg, la representante de Silicon Valley, y tienes a Jeffrey Gettleman, el representante de, ¿puedo llamarlo, «El fracasado New York Times» o «El mentiroso New York Times»? También estaba el decano de la Escuela de Asuntos Internacionales y Públicos de Columbia, que es un antiguo oficial de inteligencia israelí. Todos estaban allí para apoyarse mutuamente, rascarse la espalda y proteger las mentiras de los demás. Fue un microcosmos perfecto del mundo en que vivimos.
Luego estaban los estudiantes del público, que protestaban e interrumpían y lo hacían con gran valentía y admirablemente, pero no tenían otra forma de participar. Se les excluyó por completo. No hubo preguntas y respuestas con el público. No tuvieron ninguna oportunidad de participar de forma significativa para cuestionar estas mentiras o enfrentarse a Hillary Clinton o Jeffrey Gettleman, excepto a través de la protesta, gritando desde los márgenes, gritando desde la barrera. Y la Universidad de Columbia, que acogió este evento, representa para mí a todas las instituciones de élite. Especialmente nuestras universidades de élite que proclaman que, oh, estamos aquí para proporcionar un lugar para la libertad académica y la investigación y la libertad de expresión. Estos son nuestros valores sagrados. Pero son lugares para reproducir y reforzar los valores e intereses de la clase dominante. Así que, para mí, ese evento realmente lo captó perfectamente. Fue una metáfora del mundo en que vivimos ahora.
Chris Hedges: La Universidad de Columbia, que ha prohibido Voces Judías por la Paz y Estudiantes por la Justicia en Palestina.
Ali Abunimah: Y está que involucrada en una intensa represión de los estudiantes y profesores que hablan sobre este tema, y al igual que otros campus está participando en una caza de brujas bajo la bandera de la lucha contra el presunto antisemitismo. Pero es una caza de brujas contra los partidarios de los derechos palestinos. Ese es también el patrón en los medios de comunicación: si cuestionas estas historias, si haces periodismo independiente, en el mejor de los casos eres un teórico de la conspiración. En el peor, un chiflado. Incluso puedes ser un antisemita o un negacionista del Holocausto, que es como nos llamaron The Washington Post, The Grayzone y otros medios independientes que hasta ahora han hecho reportajes indiscutibles e incontrovertibles sobre el 7 de octubre y algunas de las otras mentiras de las que hemos hablado.
Chris Hedges: Genial. Ese fue Ali Abunimah, que con la Intifada Electrónica mantiene vivo el periodismo. Quiero dar las gracias a The Real News Network y a su equipo de producción: Cameron Granadino, Adam Coley, David Hebden y Kayla Rivara. Pueden encontrarme en chrishedges.substack.com.
[Fuente: Blog de Rafael Poch. Fuente original: Scheerpost]
15 /
3 /
2024