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Joan M.ª Girona

Móviles, ¡no! Hay alternativas

Se ha generado cierta alarma social en sectores concretos de nuestra sociedad, clases medias sobre todo. Familias y profesorado están advirtiendo de los peligros que, supuestamente, pueden acarrear los móviles en manos de criaturas o adolescentes. Y piden que se prohíba su uso en los centros escolares e incluso que posean alguno antes de cumplir los dieciséis años. Parece ser que prefieren prohibir antes que enseñar. El Departamento denominado de Educación se ha hecho eco de la alarma mediática y está estudiando cómo regular o prohibir estos aparatos en los centros escolares. Incluso el gobierno de España ha terciado en el debate y propone su prohibición y/o regulación. Muchas instituciones han dado su opinión. Intentaré añadir algunas reflexiones al debate.

* Los móviles han llegado para quedarse y cada día serán una parte más importante de nuestra vida y de nuestras actividades. Como lo será también la mal llamada inteligencia artificial. Prohibir, en este caso como en otros muchos, no consigue su objetivo. Deberíamos plantearnos cómo enseñar a los menores a utilizarlos bien. La generación adulta, una parte de los progenitores y del profesorado, no estamos a la altura. No conocemos suficientemente el funcionamiento de estos aparatos y no nos atrevemos a enseñar a los hijos o alumnos.

* Hoy por hoy no hay conclusiones rigurosas que demuestren los peligros que se les atribuye. No existen evidencias que constaten que la prohibición favorezca la salud de las criaturas o de los adolescentes. Tampoco existe ninguna evidencia contrastada de que las relaciones entre las personas hayan menguado a causa de internet o las redes sociales.

* Educar en una vida llena de tecnología digital no es sencillo, es complicado; por este motivo muchos adultos buscan la solución aparentemente fácil: la prohibición. Digo aparentemente porque las consecuencias, si se aplicase, podrían ser más graves que el objetivo que se desea conseguir. ¿Qué harían a los dieciséis años con uno en sus manos por primera vez? Los supuestos peligros seguramente serían más graves; después de los años de la prohibición, impacientes por tenerlo, ¿cómo lo utilizarían? ¿Qué límites tendrían? ¿En quién podrían confiar cuando sus adultos de referencia, padres y maestros, no estuvieran a su lado, no cumplieran su responsabilidad de enseñar, de acompañarles en el acceso al aparato? ¿Quién les explicará entonces la diferencia entre el mundo de la publicidad que invade todas las redes digitales y el mundo real? Se les debe ayudar y acompañar para que descubran lo que hay detrás. La responsabilidad es de las generaciones adultas, de quienes debes educarles.

* Constato un problema grave: el desconocimiento generalizado. Los móviles contienen muchas aplicaciones. Las que utilizan (utilizamos) mayoritariamente son las creadas por las grandes empresas tecnológicas, las llamadas GAFAM[1], y las chinas que están entrando con fuerza.

Instagram, la china TikTok y otras muchas están pensadas para crear adicción, para provocar dependencia. En ellas no aparecen los contenidos de manera cronológica, lo que implica estar atentos continuamente y, al mismo tiempo, proporcionar nuestros datos para su negocio, datos que proporcionamos de forma gratuita e inconscientemente. Hablo de desconocimiento porque hay redes sociales y aplicaciones alternativas que no dependen de GAFAM[2]. Aplicaciones de software libre con sus propios servidores. Educar, educarnos en la tecnología digital implicaría conocerlas y utilizarlas. ¿Por qué no lo hacemos? La mayoría de los centros escolares, la mayoría de los adultos, seguimos con Google. Es nuestra responsabilidad si niños y adolescentes hacen como nosotros y dependen de las aplicaciones perniciosas. Educar no es sencillo: prohibir no ayuda. Con otros temas conflictivos buscamos alternativas que superen o maticen el conflicto. Con los móviles deberíamos hacer lo mismo. Ofrecer alternativas que superen lo que ofrece el sistema económico que nos domina.

Debemos hablar de uso responsable explicando que los aparatos tecnológicos que tienen (tenemos) en las manos están diseñados para crear adicción. Que la tecnología no es neutra. No olvidemos, sin embargo, que la mayor responsabilidad corresponde a las empresas que crean, construyen y venden; y a los gobiernos que lo permiten e incluso se benefician de las ganancias económicas.

Debemos hablar de uso responsable teniendo en cuenta los enormes gastos energéticos y de agua que necesitan las tecnologías digitales no libres. Están perjudicando el medio ambiente y favoreciendo el grave cambio climático que estamos sufriendo. Las aplicaciones libres consumen mucha menos electricidad y nada de agua. La red social Mastodon es un ejemplo de ello.

* La utilización varía según la clase social. Habría que pensar si la disminución del éxito escolar de una parte de alumnado en situación socioeconómica precaria se debe a la situación que vive o a la utilización de móviles. Criaturas de clases sociales bajas pasan más horas con los móviles y se afirma que se retrasa su crecimiento. ¿Cuál es la causa: el móvil o la situación precaria? Cuando no había móviles, a estos niños también les costaba crecer y madurar. Desgraciadamente, como en otros aspectos, los más afectados son los menos equipados para afrontar sus consecuencias. Pero en muchas de estas familias los adolescentes pueden incluso ayudar a sus adultos a entender la tecnología que les rodea. Las preocupaciones o prioridades también son distintas. A los padres y madres que llegan tarde y cansados ​​a casa, para hacer la cena y poner a dormir a los niños, les debe ser complicado evitar el uso de las pantallas de sus criaturas.

* Hay familias que piden que los centros escolares prohíban el móvil y que no se les compre ninguno antes de los dieciséis años; necesitan sentirse acompañadas por un grupo numeroso (creado a partir de la tecnología digital) para no comprar el aparato a sus hijos o hijas, están dejando de lado su responsabilidad educadora.

Los adolescentes representan el colectivo que está bajo sospecha, que es observado con lupa por el tiempo que dedican a sus móviles. Pues bien, ¿qué alternativas les ofrecemos? En el centro escolar, además de un horario excesivamente amplio, les cargamos de trabajos para hacer en casa e incluso de actividades extraescolares. Su tiempo libre para el ocio se ha reducido respecto a generaciones anteriores. El móvil es una alternativa a su alcance que ofrece actividades con facilidad y contacto constante con sus compañeros y compañeras, sin necesidad de desplazarse. El móvil les sirve para ser adolescentes: y tienen derecho a ello. Jaume Funes lo ha explicado con claridad[3]. La adolescencia es una etapa conflictiva y sin conflictos no hay cambios. Creen que siempre tienen razón y se explican mal; no preguntan, opinan, y esta actitud molesta a algunos adultos. Posiblemente viven los conflictos solos o solas porque los adultos de referencia no nos hemos dado cuenta de lo que les ocurría. A menudo padecen un cierto malestar, a veces significativo, y las pantallas les pueden servir para compensarlo. Antes que prohibir estaría mejor ayudar y dar recursos para mejorar su malestar. La prohibición no protege como la educación y el acompañamiento y, además, nos hace más ciegos a los adultos que desconoceremos aspectos de nuestros adolescentes. José Ramón Ubieto, psicólogo, escribe: “En el debate de los móviles y los niños, la solución no es la prohibición”[4]. Propone que las familias eduquen y pongan límites.

* El objetivo de educar no es sólo aprender conocimientos; es aprender para la vida con todo lo que eso representa. Y una parte importante, hoy, es el uso del móvil. Educar y educarnos en este campo implica, a familiares y educadores, conocer y utilizar las alternativas no perniciosas para nuestra vida ni para el medio ambiente: software y aplicaciones libres.

[Joan M. Girona es maestro y psicopedagogo]

  1. Google, Amazon, Facebook, Apple, Microsoft
  2. Pere Girona, analista de ddatos.
  3. https://www.ara.cat/opinio/drets-digitals-infancia-jaume-funes_129_4858865.html
  4. José R. Ubieto (2023), ¿Adictos o amantes? Claves para la salud mental digital en infancias y adolescencias. Ed. Octaedro.

 

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