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Jonathan Cook

Occidente respalda el genocidio al alinearse con Israel en su guerra contra la UNRWA

Occidente respalda el genocidio al alinearse con Israel en su guerra contra la UNRWA

Jonathan Cook

Hay un trasfondo importante en la decisión de Estados Unidos y otros destacados Estados occidentales, Reino Unido entre ellos, de congelar la financiación de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, por su acrónimo en inglés), el principal canal por el que la ONU distribuye alimentos y servicios sociales a la población palestina más desesperada y desamparada.

El recorte de fondos —que también han aprobado Alemania, Francia, Japón, Suiza, Canadá, Países Bajos, Italia, Australia y Finlandia— se impuso a pesar de que el Tribunal Internacional de Justicia (TIJ) dictaminara el viernes que posiblemente Israel esté cometiendo un genocidio en Gaza. Los jueces del Tribunal Internacional citaron extensamente a los funcionarios de la ONU que advirtieron de que las acciones de Israel habían dejado a prácticamente la totalidad de los 2,3 millones de habitantes del enclave al borde de una catástrofe humanitaria, incluida la hambruna.

El endeble pretexto de Occidente para lo que equivale a una guerra contra la UNRWA consiste en que Israel sostiene que doce funcionarios locales de la ONU —de un total de trece mil— están implicados en la fuga de Hamás de la prisión al aire libre de Gaza que tuvo lugar el 7 de octubre. La única prueba parece ser las confesiones obtenidas bajo coacción, probablemente mediante tortura, de combatientes palestinos capturados por Israel ese día.

La ONU despidió inmediatamente a todo el personal acusado, aparentemente sin las debidas garantías. Podemos suponer que esto se debió a que la agencia para los refugiados temía que su ya de por sí exiguo apoyo a la población de Gaza, así como a millones de refugiados palestinos de toda la región —en Cisjordania, Líbano, Jordania y Siria—, se viera aún más amenazado. No tenía por qué preocuparse. De todos modos, los países donantes occidentales cortaron su financiación y han sumido a Gaza aún más en la calamidad.

Lo hicieron sin tener en cuenta el hecho de que su decisión equivale a un castigo colectivo: unos 2,3 millones de palestinos de Gaza se enfrentan a la inanición y a la propagación de enfermedades mortales, mientras que otros cuatro millones de refugiados palestinos que hay por toda la región corren el riesgo inminente de perder alimentos, asistencia sanitaria y escolarización.

Según el profesor de derecho Francis Boyle, que presentó una demanda por genocidio en Bosnia ante el Tribunal Internacional hace aproximadamente dos décadas, esto hace que la mayoría de estos Estados occidentales pasen de ser cómplices del genocidio de Israel (vendiendo armas y proporcionando ayuda y cobertura diplomática) a participar directa y activamente en el genocidio al violar la prohibición de la Convención sobre el Genocidio de 1948 de “infligir deliberadamente al grupo [en este caso, la población palestina] condiciones de vida que hayan de acarrear su destrucción física total o parcial”.

El Tribunal Internacional está investigando a Israel por genocidio; sin embargo, podría ampliar fácilmente su investigación e incluir a los Estados occidentales. La amenaza a la UNRWA debe verse desde esa perspectiva. No sólo Israel está haciendo caso omiso del Tribunal Internacional y del derecho internacional, sino que Estados como Estados Unidos y el Reino Unido también lo están haciendo al recortar su financiación a la agencia de la ONU para los refugiados. Están dando una bofetada al tribunal y señalando que apoyan incondicionalmente los crímenes de Israel aunque se demuestre que son de naturaleza genocida.

La criatura de Israel

Este es el contexto adecuado para entender lo que realmente está pasando con este último ataque a la UNRWA:

1. La agencia fue creada en 1949 —décadas antes de la actual matanza militar de Israel en Gaza— para atender las necesidades básicas de los refugiados palestinos, incluidos el suministro de alimentos esenciales, la atención sanitaria y la educación. Su papel en Gaza es fundamental porque la mayoría de la población palestina que vive allí lo perdió todo en 1948, o desciende de familias que lo perdieron todo. Fue entonces cuando fueron objeto de una limpieza étnica por parte del incipiente ejército israelí y los expulsó de la mayor parte de Palestina en un suceso conocido por los palestinos como la Nakba o Catástrofe. Sus tierras se convirtieron en lo que los dirigentes israelíes describieron como un “Estado judío” en exclusiva. El ejército israelí se dedicó a destruir las ciudades y pueblos palestinos dentro de este nuevo Estado para que no pudieran regresar nunca.

2. La UNRWA es independiente de la principal agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, y únicamente se ocupa de los refugiados palestinos. Aunque Israel no quiere que lo sepas, la razón de que haya dos agencias de la ONU para los refugiados es que Israel y sus apoyos occidentales insistieron en la división en 1948. ¿Por qué? Porque Israel temía que los palestinos fueran competencia de la precursora de ACNUR, la Organización Internacional de Refugiados (OIR). Esta se creó inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, en gran parte para hacer frente a los millones de judíos europeos que huían de las atrocidades nazis.

Israel no quería que a los dos casos se les garantizara un trato similar porque estaba presionando mucho para que los refugiados judíos se asentaran en tierras de las que acababa de expulsar a los palestinos. Parte de la misión de la OIR era solicitar la repatriación de los judíos europeos. A Israel le preocupaba que ese mismo principio pudiera utilizarse para negarles a los judíos que quería que colonizaran tierras palestinas, así como para obligarle a permitir que los refugiados palestinos regresaran a sus antiguos hogares. De modo que, en un sentido estricto, la UNRWA es una criatura de Israel: se creó para mantener a los palestinos como un caso aparte, una anomalía.

Un campo de prisioneros

3. Sin embargo, las cosas no salieron para Israel exactamente según lo previsto. Debido a su negativa a permitir el regreso de los refugiados y la reticencia de los Estados árabes vecinos a ser cómplices del acto inicial de limpieza étnica por parte de Israel, la población palestina en los campos de refugiados de la UNRWA se disparó. Se convirtieron en un problema especial en Gaza, donde cerca de dos tercios de la población son refugiados o descendientes de refugiados. El diminuto enclave costero no disponía de tierras ni recursos para hacer frente al rápido crecimiento de su población. En Israel se temía que, a medida que la situación de los palestinos de Gaza se hiciera más desesperada, la comunidad internacional presionara a Israel para llegar a un acuerdo de paz que permitiera el regreso de los refugiados a sus antiguos hogares.

Había que impedirlo a toda costa. A principios de la década de 1990, cuando se iniciaba el supuesto “proceso de paz” de Oslo, Israel comenzó a encerrar a los palestinos de Gaza en una jaula de acero rodeada de torres de artillería. Hace unos diecisiete años, Israel añadió un bloqueo que impedía a la población entrar y salir de Gaza, incluso a través de las aguas costeras de la franja y sus cielos. Los palestinos se convirtieron en prisioneros de un gigantesco campo de concentración, privados de cualquier contacto básico con el mundo exterior. Únicamente Israel decidía lo que estaba permitido entrar y salir. Un tribunal israelí supo más tarde que, a partir de 2008, el ejército israelí sometió a Gaza a lo que equivalía a una dieta de hambre mediante la restricción del suministro de alimentos.

La estrategia consistía en hacer de Gaza un lugar inhabitable, algo sobre lo que la ONU empezó a advertir en 2015. El plan de acción de Israel parece haber sido así:

Al hacer que los palestinos de Gaza estuvieran cada vez más desesperados, era seguro que grupos militantes como Hamás, dispuestos a luchar para liberar el enclave, ganarían en popularidad. A su vez, eso proporcionaría a Israel la excusa para endurecer aún más las restricciones sobre Gaza para hacer frente a una “amenaza terrorista”, así como para destrozar intermitentemente Gaza en “represalia” por esos ataques —o lo que los mandos militares israelíes llamaron en varias ocasiones “segar la hierba” y “devolver Gaza a la Edad de Piedra”—. Se partía de la suposición de que los grupos militantes de Gaza agotarían sus energías gestionando las constantes “crisis humanitarias” que Israel había urdido.

Al mismo tiempo, Israel podía fomentar dos líneas narrativas paralelas. En público podía decir que le resultaba imposible responsabilizarse de los habitantes de Gaza, ya que estaban claramente comprometidos con el odio hacia los judíos así como con el terrorismo. Al mismo tiempo, en privado le diría a la comunidad internacional que, teniendo en cuenta lo inhabitable que se estaba volviendo Gaza, necesitaban encontrar urgentemente una solución que no implicara a Israel. La esperanza era que Washington pudiera presionar o sobornar al vecino Egipto para que se hiciera cargo de la mayor parte de la población de Gaza en situación de desamparo.

Desenmascaramiento

4. El 7 de octubre, Hamás y otros grupos militantes consiguieron lo que Israel había dado por imposible. Salieron de su campo de concentración. La conmoción de los dirigentes israelíes no se debe únicamente a la naturaleza sangrienta de la fuga. Ese día Hamás desbarató todo el concepto de seguridad de Israel, diseñado para seguir aplastando a los palestinos y mantener la desesperanza de los Estados árabes y del resto de grupos de resistencia de la región. La semana pasada, en un golpe demoledor, el Tribunal Internacional acordó juzgar a Israel por genocidio en Gaza, derrumbando el argumento moral a favor de un Estado judío exclusivo construido sobre las ruinas de la patria de los palestinos.

La conclusión casi unánime de los jueces de que Sudáfrica ha presentado indicios razonables del genocidio cometido por Israel debería obligar a reevaluar todo lo anterior. Los genocidios no surgen de la nada. Ocurren tras largos períodos en los que el grupo opresor deshumaniza a otro grupo, instiga contra él y lo agrede. El Tribunal Internacional ha admitido implícitamente que los palestinos tenían razón cuando insistieron en que la Nakba –la expoliación masiva por parte de Israel y la operación de limpieza étnica de 1948– nunca concluyó. Simplemente adoptó formas diferentes. Israel fue mejorando en la ocultación de esos crímenes hasta que le arrancaron la máscara tras el estallido del 7 de octubre.

5. Los esfuerzos de Israel por deshacerse de la UNRWA no son nuevos. Se remontan a muchos años atrás. Por varias razones, la agencia de la ONU para los refugiados es una espina clavada en el costado de Israel, y más aún en Gaza. En primer lugar, ha proporcionado un salvavidas a los palestinos, pues los ha alimentado y atendido, y ha dado trabajo a miles de personas en un lugar cuya tasa de desempleo es de las más altas del mundo. Ha invertido en infraestructuras como hospitales y escuelas, que hacen la vida en Gaza más soportable cuando el objetivo de Israel ha sido durante mucho tiempo que el enclave sea inhabitable. Las escuelas de la UNRWA, bien gestionadas y con personal palestino, enseñan a los niños su propia historia, dónde vivieron sus abuelos y la campaña israelí de desposesión y limpieza étnica contra ellos. Esto desmiente de forma manifiesta el infame eslogan sionista sobre el futuro sin identidad de los palestinos: “Los viejos morirán y los jóvenes olvidarán”.

Divide y vencerás

Pero el papel de la UNRWA va más allá. De un modo excepcional, es la única agencia que unifica a los palestinos dondequiera que vivan, incluso cuando están separados por las fronteras nacionales y la fragmentación del territorio bajo control de Israel. La UNRWA une a los palestinos incluso cuando sus propios líderes políticos han sido manipulados en un interminable sectarismo por las políticas de divide y vencerás de Israel: Hamás está supuestamente al mando en Gaza, mientras que el Fatah de Mahmud Abbas pretende dirigir Cisjordania.

Asimismo, la UNRWA mantiene vivo el argumento moral a favor del derecho al retorno de los palestinos, un principio reconocido en el derecho internacional, pero abandonado hace tiempo por los Estados occidentales.

Incluso antes del 7 de octubre, la UNRWA se había convertido en un obstáculo que había que eliminar si Israel quería hacer una limpieza étnica en Gaza. Por esta razón Israel ha presionado repetidamente para que los principales donantes, especialmente Estados Unidos, dejen de financiar a la UNRWA. Ya en 2018, por ejemplo, la agencia de refugiados se vio sumida en una crisis existencial cuando el presidente Donald Trump accedió a la presión israelí y cortó toda su financiación. Incluso después de que se revirtiera la decisión, la agencia ha estado avanzando con dificultades económicas.

6. Ahora Israel está en modo de ataque total contra el Tribunal Internacional, y tiene aún más que ganar con la destrucción de la UNRWA que antes. La congelación de la financiación y el mayor debilitamiento de la agencia de refugiados socavarán las estructuras de apoyo a los palestinos en general. Pero en el caso de Gaza, la medida acelerará en concreto la hambruna y las enfermedades y convertirá el enclave en un lugar inhabitable más rápidamente.

Pero hará algo más. También servirá como un palo con el que golpear al Tribunal Internacional mientras Israel trata de frenar la investigación por genocidio. La afirmación apenas velada de Israel es que quince de los diecisiete jueces del Tribunal Internacional de Justicia se tragaron el argumento presuntamente antisemita de Sudáfrica de que Israel está cometiendo genocidio. El tribunal citó extensamente a los funcionarios de la ONU, incluido el director de la UNRWA, que afirmaron que Israel estaba creando de forma activa una crisis humanitaria sin precedentes en Gaza. Ahora, como señala el exembajador del Reino Unido Craig Murray, las confesiones obtenidas bajo coacción contra doce funcionarios de la UNRWA sirven para “proporcionar una narrativa propagandística contra la sentencia del Tribunal Internacional de Justicia y reducir la credibilidad de las pruebas de la UNRWA ante el tribunal”.

De forma extraordinaria, los medios de comunicación occidentales han hecho el trabajo de relaciones públicas de Israel al prestar más atención a las reclamaciones de Israel sobre un puñado de empleados de la UNRWA que a la decisión del Tribunal Internacional de juzgar a Israel por genocidio.

Igualmente beneficioso para Israel es el hecho de que los principales Estados occidentales se hayan puesto de acuerdo tan rápidamente. La congelación de la financiación une sus destinos al de Israel. Envía el mensaje de que estarán con Israel contra el Tribunal Internacional, decida lo que decida. Su guerra contra la UNRWA pretende ser un acto de intimidación colectiva contra el Tribunal. Es una señal de que Occidente se niega a aceptar que el derecho internacional se le aplique a él o a su Estado cliente. Es un recordatorio de que los Estados occidentales se niegan a cualquier restricción de su libertad de acción —y de que son Israel y sus protectores los verdaderos Estados transgresores.

[Fuente: Ctxt. Jonathan Cook es un escritor británico y periodista independiente. Entre 2001 y 2021 residió en Nazaret, Israel. Escribe con frecuencia sobre el conflicto entre Israel y Palestina. En 2011 recibió el premio especial de periodismo Martha Gellhorn por su trabajo sobre Oriente Medio. Ha trabajado en The Guardian y The Observer]

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