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Yassamine Mather

Irán: Un año de desafío al régimen de los ayatollahs

A pesar de las innumerables manifestaciones de protesta y al menos 500 muertos, el régimen islámico todavía se aferra al poder. La izquierda debe pensar seriamente en su estrategia, la organización de masas y un partido.

* * *

El primer aniversario de la muerte de Mahsa (Jina) Amini —que murió después de ser arrestada por la “policía moral” de Irán— estuvo marcado el 15 de septiembre por protestas muy limitadas, por la fuerte represión del gobierno.

La semana pasada, la administración del presidente Ebrahim Raisi advirtió que no permitiría ninguna conmemoración. Durante una aparición en televisión, Raisi declaró amenazante: “Quienquiera que explote el nombre de Mahsa Amini para servir a las agendas extranjeras y crear inestabilidad en el país debe ser consciente de las consecuencias”.

Amini, de 22 años, fue arrestada por supuestamente llevar su hiyab de una manera “inapropiada”. Naturalmente, se ha culpado a las autoridades de su muerte, aunque el gobierno insiste en que falleció debido a condiciones médicas preexistentes. Una afirmación de la que David Miller, un ardiente apologista de la República Islámica, se hace eco en un tuit reciente: “Mahsa Amini, de hecho, no fue torturada o asesinada por el estado iraní. ¿Por qué los defensores del cambio de régimen no pueden admitir ese hecho?”.

Cita a Seyed Mohammad Marandi, que ha sido descrito como “uno de los principales propagandistas de habla inglesa de la República Islámica de Irán, que generalmente defiende puntos de vista que están alineados con el gobierno iraní”. Según Marandi, “Es extraño cómo una revista médica revisada por pares puede simplemente afirmar que Mahsa Amini fue torturada, mientras que no hay absolutamente ninguna evidencia que respalde tal acusación. Tal vez podrían añadir que los iraníes también tiran a los bebés de las incubadoras”.1

Por supuesto, la familia de Mahsa cuestiona a quienes niegan las circunstancias de su muerte, pero lo que Marandi y Miller no entienden es que el problema al que se enfrenta la República Islámica no son los defensores del “cambio de régimen” pro Estados Unidos en el extranjero. Desde septiembre de 2022, los iraníes se han manifestado por miles en todas las ciudades del país contra el hiyab forzoso, el gobierno Raisi y la propia dictadura. Al menos 500 manifestantes han muerto y miles de jóvenes iraníes han resultado heridos por las porras de metal utilizadas por las fuerzas de seguridad, perdiendo algún ojo o una extremidad.

Nadie en su sano juicio puede negar la fuerza de los sentimientos contra las autoridades. Según todos los informes, al menos el 20% de las mujeres iraníes han dejado de usar el hiyab (en algunas áreas urbanas la cifra es mucho más alta) y todos los llamamientos públicos para que cambien su decisión, todas las amenazas y castigos (incluyendo obligar a las mujeres a lavar a los muertos en una morgue y obligarlas a ver a psiquiatras para ser “educadas” sobre la importancia del hiyab) han fracasado. Aunque el hiyab sigue siendo una parte muy importante de la política del régimen, gente dentro de Irán me dice que los intentos del gobierno de obligar a que las mujeres se tapen la cabeza están fracasando. Como señala una mujer: “El caballo se ha escapado, es demasiado tarde para cerrar la puerta del establo”.

Oposición de izquierda

En la ausencia actual de grandes protestas dentro de Irán, estamos escuchando comentarios sobre el fracaso del movimiento de protesta para derrocar a la República Islámica. Aquí tenemos una amplia gama de opiniones. Los reformistas nos dicen que es porque el movimiento intentó ir demasiado lejos: estaba bien plantear la consigna inicial, pero fue un error añadir otras contra el líder supremo de Irán, Ali Khamenei. Escribiendo en Middle East Eye, Shahir Sahidsaleth culpa de todo al “triunfo de los conservadores que se han asegurado el control sobre las tres ramas del gobierno”, y añade: “Si bien las protestas comenzaron inicialmente con la consigna muy progresista de Mujer, Vida, Libertad, que se oponía firmemente al hiyab obligatorio, las consignas subversivas y antidictadura, especialmente dirigidas a Khamenei, rápidamente prevalecieron dentro del movimiento”.2

Como si fuera posible defender una consigna sobre los derechos de la mujer sin enfrentarse al líder supremo y su dictadura.

Finalmente, sin embargo, algunos sectores de la “izquierda light” se han dado cuenta de que no se puede derrocar a la República Islámica sin planes estratégicos, organización y un programa. Pero puedo asegurarles que, si somos testigos de otra oleada de protestas callejeras, esas izquierdas blandas olvidarán sus declaraciones actuales y caerán de nuevo en la trampa de predecir el “inminente” derrocamiento del régimen, sin los medios necesarios para ello una vez más.

Desafortunadamente, ninguno de ellos parece abordar la cuestión fundamental de los fracasos de la llamada “izquierda”, e incluso los que afirman ser la izquierda radical, para defender una posición de principios tanto en contra de la República Islámica de Irán como contra el imperialismo, el neocolonialismo y el sionismo. En mi opinión, esto se debe a que, a pesar del movimiento Vida, Mujer, Libertad, ha habido una deriva constante por parte de secciones de la izquierda iraní hacia una posición pro-occidental y pro-imperialista. Así que hemos caído en esta terrible situación en la que grandes sectores de la “izquierda” iraní están tan influenciados por la propaganda occidental que el único tema que abordan es la oposición a la República Islámica; en lo que a ellos respecta, nada más importa.

De alguna manera, es fácil entender la frustración y, de hecho, la ira de la generación más joven en Irán, que no ha escuchado nada más que la retórica antioccidental hueca de la República Islámica, mientras que son plenamente conscientes de la hipocresía de tales consignas cuando provienen de un régimen que en realidad quería alinearse con Occidente, pero fue rechazado. Hoy en día, esta generación más joven, junto con la abrumadora mayoría de la población, se enfrenta a una situación económica desastrosa, así como a la interferencia diaria constante en todos los aspectos de su vida privada: pueden ser arrestados porque no llevan la ropa adecuada, porque quieren socializar con el sexo opuesto, porque quieren beber alcohol, escuchar la música equivocada…

Agregue a todo esto la corrupción de un estado que considera la prohibición del alcohol, una prohibición que fue establecida en los primeros meses de la República Islámica, como un pilar de su existencia. Sin embargo, ya en el verano de 1979, unos meses después de la revolución, sectores del estado (guardias fronterizas, policía y comités locales de seguridad islámica) eran los principales distribuidores de alcohol de contrabando. Estamos hablando de un país donde la adicción al alcohol se ha convertido en un problema importante, donde Alcohólicos Anónimos tiene algunas de sus sucursales regionales más grandes.

Después de más de cuatro décadas de tal corrupción e hipocresía, los intentos del estado chiíta de ganarse a la mayoría de la población no han tenido éxito y, hasta cierto punto, las autoridades religiosas han aceptado la doble vida de muchos. Saben muy bien que lo que la gente hace en privado está oficialmente prohibido. Ahora también parece que se han visto obligadas a tolerar que las mujeres se quiten el pañuelo en público.

Aprender las lecciones

Las manifestaciones están claramente vinculadas a la lucha por derrocar la República Islámica. Sin embargo, a menos que la izquierda pueda aprender de las derrotas de las últimas décadas, pensar estratégicamente y planificar en consecuencia, solo podemos esperar una repetición de los fracasos actuales. Uno de los pasos más importantes es denunciar a la oposición de derecha: los monárquicos, los mojahedin y los republicanos pro estadounidenses, así como romper con su estrecha relación con el imperialismo e incluso el sionismo.

A principios de septiembre, la ministra de inteligencia israelí, Gila Gamliel, se reunió con periodistas y analistas del exilio iraní en lo que se describió como una preparación para “el día siguiente”, cuando el régimen iraní se debilite hasta el punto de colapsar. Según Al Monitor, “Gamliel participó como orador principal en una conferencia en internet titulada “El camino hacia un Irán democrático”, organizada por el Centro de Asuntos Públicos de Jerusalén. En su discurso, Gamliel expresó su “apoyo al pueblo iraní y a los manifestantes iraníes”.3

Por supuesto, los “periodistas y analistas” iraníes que Gamliel conoció recientemente en Londres pueden ser descritos como sus empleados, ya que Israel financia las estaciones de televisión basura de habla persa que transmiten desde la capital del Reino Unido. Anteriormente, muchas de estas estaciones estaban asociadas con Arabia Saudí, pero ahora el acercamiento político entre Teherán y Riad ha cambiado las cosas. Gran parte de la financiación proviene actualmente de Israel.

Ha’aretz ha señalado en varias ocasiones que tales estaciones de televisión disfrutan de estrechas relaciones con el Mossad. Sin embargo, sectores de la izquierda iraní parecen incapaces de trazar líneas claras de separación entre su posición y el estado sionista, o de hecho el imperialismo y el neocolonialismo. Incluso cuando describen la represión y la tortura bajo el régimen del Shah, no se refieren al hecho de que era un títere de las potencias imperialistas.

El problema con esta posición suave y pro-Occidente es que es difícil organizar una verdadera solidaridad revolucionaria con el actual movimiento de protesta iraní, a pesar de que las personalidades de derecha que fueron promovidas el año pasado eran en gran medida irrelevantes de entrada y ahora todos han desaparecido.

Por supuesto, es posible que podamos presenciar el colapso o la autodestrucción de la República Islámica, o incluso su derrocamiento por parte de las potencias occidentales. Pero la posición de la izquierda debe partir de la oposición tanto a la República Islámica como al imperialismo.

Notas

  1. www.sotwe.com/UrOrientalist.
  2. www.middleeasteye.net/opinion/iran-mahsa-amini-anniversary-protests-movement-failed-why.
  3. www.al-monitor.com/originals/2023/09/israeli-intelligence-minister-meets-iranian-diaspora-london.

[Fuente: Sin Permiso. Yassamine Mather es una socialista iraní exiliada en Reino Unido, profesora de la Universidad de Glasgow y directora de la campaña Fuera las Manos del Pueblo de Irán (HOPI). Trad. de Enrique García de la fuente original: https://weeklyworker.co.uk/worker/1459/a-year-of-defiance/]

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2023

La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.

Noam Chomsky
The Precipice (2021)

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