¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
Alberto García Saleh
«China no va a permitir que Rusia utilice armamento nuclear»
Entrevista a Rafael Díaz-Salazar
¿Cuál es el origen real de la guerra en Ucrania?
Esta guerra es la continuación de una guerra civil que había en el interior de Ucrania entre las organizaciones civiles, políticas y armadas prorrusas en una zona llamada Dombás, que es una cuenca minera bastante industrializada. En ella existen dos regiones prorrusas que quieren independizarse: las autodenominadas República Popular de Donetsk y República Popular de Lugansk. Hacia el sur está la Península de Crimea, formada por la República Popular de Crimea y la ciudad autónoma de Sebastopol. Estas tres regiones tienen una fuerte conexión con Rusia y le pidieron que apoyara sus deseos de independencia. Crimea ya había sido anexionada por Rusia en 2014. Naciones Unidas reprobó este hecho y la Unión Europea y Estados Unidos lo condenaron, pero sin una oposición firme y continuada. La dependencia energética de Rusia era muy grande en los países de la UE. Pienso que, desde entonces, empezaron a sonar tambores de guerra. De alguna forma, Rusia se entronó militarmente en el conflicto bélico en Siria en 2015 y apoyó al dictador Bashar Al-Asad. Estados Unidos desde años anteriores ya estaba preparando la guerra en Ucrania. Hay fuentes muy sólidas para fundamentar esta afirmación.
¿Pero cuál es el motivo por el cual Rusia inicia la invasión?
Además de lo dicho anteriormente, hay varias causas. La primera es que, después de la desaparición de la URSS, Rusia se siente desubicada en el contexto internacional. Toma conciencia de que está siendo ninguneada y rememora su pasado imperial. Había perdido mucho territorio en Europa y Asia Central después de la independencia de los países que habían pertenecido a la URSS. Especialmente era doloroso el fin de la unión con Bielorrusia y Ucrania acordado en el Tratado de Belavezha que fue firmado por Yeltsin en diciembre de 1991. No obstante, Rusia no olvidó su pasado imperial zarista y soviético y fue avivándolo.
¿Y cómo actúa ese imperialismo en esta situación concreta?
Rusia empieza a alentar a algunos movimientos prorrusos en diversos países independientes de la antigua URSS y a dictadores que les interesa la protección de Putin. Interviene y desestabiliza repúblicas limítrofes. Lo hace en Chechenia, Georgia, Kazajistán, Bielorrusia, entre otros. Son muy pocos los territorios de los países más pegados a Rusia en donde no haya sucedido esta desestabilización y la represión de la oposición. En Bielorrusia y en Kazajistán, especialmente. Putin apoya a gobiernos prorrusos para tener aliados territoriales que sean la “puerta trasera” de Rusia en diversos espacios.
Putin dentro y fuera de su país es un tirano y un criminal de guerra. También lo han sido y lo son los presidentes belicistas e imperialistas de Estados Unidos a lo largo de la historia de este país, especialmente en la época del lanzamiento de las bombas atómicas en Japón y en la guerra de Vietnam, pero también en las décadas sucesivas. Estados Unidos ha cometido en países del Sur numerosísimos crímenes de guerra.
Rusia ha hecho lo mismo que hizo Estados Unidos cuando declaró que su patio trasero era América Latina y el Caribe. Desde esta tesis geopolítica, ese país norteamericano ha desestabilizado a gobiernos nacional-populares o revolucionarios y ha favorecido y financiado golpes militares de Estado. El caso de Cuba es paradigmático cuando la URSS aceptó la solicitud de apoyo a la revolución cubana y envió misiles soviéticos a esa isla en 1962. Estados Unidos, como todo Imperio, tuvo claro que no iba a permitir que en sus fronteras se instalaran esos misiles. Afortunadamente, la diplomacia de Kennedy y Jruschov impidió la guerra. En los últimos tiempos, Estados Unidos sigue apoyando a dictadores que violan los derechos humanos y ha desencadenado guerras, en las que por cierto nunca ha vencido. Lo sucedido en Irán e Irak, así como en Afganistán, es muy elocuente. Esto no convierte en bueno al tirano Putin. Insisto, es un criminal de guerra y un opresor del pueblo ruso y de otros países.
¿Cuáles serían las otras causas que hay tras la invasión?
Una muy importante es el engaño de la OTAN y su comportamiento en el espacio postsoviético. Tras la caída de la URSS, prometió a Rusia que no se iba a instalar en países limítrofes, según lo establecido en el marco del Consejo de Cooperación del Atlántico Norte. En 1994, Rusia se unió al programa Asociación para la Paz. El Consejo Rusia-OTAN se estableció en 2002. Sin embargo, esta organización militar no ha cumplido su palabra y ha rodeado a Rusia. Los países bálticos —Estonia, Lituania y Letonia— están geográficamente pegados a Rusia. Otros países como Polonia y Noruega son fronterizos. Casi todos los países del antiguo Pacto de Varsovia ahora forman parte de la OTAN. ¿Hubiera permitido Estados Unidos que Cuba, República Dominicana, Haití, México, Brasil y Centroamérica hubieran decidido en la década de los ochenta, en aras de su soberanía nacional, formar parte del Pacto de Varsovia? Guste o no, todo Imperio necesita un amplio territorio en sus fronteras que sea militarmente neutral.
La situación se tensó por parte de la OTAN cuando en 2008 Estados Unidos propuso a Ucrania, dada su relevancia geopolítica, incorporarse a esta Alianza Militar. También propugnaba el ingreso de Georgia. Toda una insensata provocación a Rusia que fue rechazada por algunos países europeos miembros de esa Alianza.
Existe otra causa relacionada con la necesidad que tiene Rusia de una salida al mar Negro para su comercio internacional.
¿Cuál es la relación histórica entre Rusia y Ucrania?
Ucrania se unifica con Rusia a mediados del siglo XVII. Sin embargo, para conocer los estrechos vínculos históricos entre estos dos países, es necesario retrotraernos a siglos anteriores. Durante la Edad Media en el territorio de la actual Ucrania existían tribus y en el siglo IX d. C. se crea el Rus de Kiev, que sería el embrión del primer Estado eslavo. Ucrania y Rusia comparten ese origen. La religión ortodoxa se convirtió en el núcleo de una identidad colectiva compartida muy fuerte. Evidentemente este pasado no justifica la invasión rusa actual y su deseo de ocupar toda Ucrania y convertirla en otra Bielorrusia manejada por Putin. Ahora bien, conviene tener presente la intensa rusificación de Ucrania durante siglos. Basta con leer algunas novelas de Tolstói.
¿Y en qué contexto se forma Ucrania como república en el siglo XX?
Después del final de la Primera Guerra Mundial y la caída del Imperio austrohúngaro y del Imperio ruso el país se divide entre nacionalistas y comunistas que autoproclaman la República Popular de Ucrania y la República Socialista Soviética de Ucrania. Tuvo lugar una guerra de independencia, al igual que en otros países, entre nacionalistas anticomunistas y comunistas. Al final, por causas diversas, se impone el modelo soviético y los comunistas ucranianos adhieren su República a la URSS en 1922 y en esta federación permanecen hasta 1991, casi setenta años en un proceso de rusificación muy fuerte. Conviene recordar que en 1954 la Rusia soviética por iniciativa propia cedió a la Ucrania soviética la gestión de Crimea por las dificultades de acceso que tenía.
A partir de 1991 nace el espacio postsoviético y los Estados miembros de la antigua URSS alcanzan su independencia con un marcado rechazo de Rusia. Ucrania renace como Estado plenamente soberano, pero en su interior coexisten dos tendencias. Una quiere dar prioridad a las relaciones con la nueva Rusia y está alentada por las nuevas mafias que se hacen con el control del Estado y los medios de comunicación y se apoyan en los territorios y poblaciones más rusificados. Otras mafias políticas y económicas se inclinan por Europa occidental y Estados Unidos y se apoyan en zonas y poblaciones en las que el nacionalismo antisoviético es más fuerte.
¿Y qué tanto por ciento de la población es prorrusa y qué tanto por cierto es prooccidental?
Tendría que conocer in situ el país durante algunos años y analizar estudios antropológicos y socioculturales para contestar con precisión.
Desde el punto de vista de la sociología electoral, los resultados en los diversos comicios para formar el Parlamento y los gobiernos muestran que los votantes se dividen entre prorrusos y prooccidentales sin excesivas diferencias, salvo en regiones del Este, del Oeste y del Sur. Hay que tener en cuenta que en la Ucrania postsoviética existe muchísima corrupción y el país ha estado en manos de mafias con una criminalidad organizada muy fuerte. Ha imperado una democracia de mínimos sometida a vaivenes violentos, especialmente desde la denominada “revolución naranja” en 2004 y, con mayor intensidad, desde los sucesos en el “Euromaidán” en 2014 que desencadenaron una conflictividad política y territorial muy intensa que ha incidido en la guerra actual.
¿Cómo han sido y son las intervenciones de Estados Unidos y de Rusia en el conflicto ucraniano?
Hay dos fases: la previa a la guerra y la actual. Rusia y Estados Unidos llevan interviniendo en Ucrania en los asuntos políticos, económicos y militares del país desde bastantes años, dada la relevancia geopolítica del territorio. Los intentos de Rusia para convertir a Ucrania en una nueva Bielorrusia no son recientes. Siempre ha apoyado a candidatos electorales prorrusos y ha contribuido a desestabilizar y armar a los rebeldes en el Dombás. Ya me referí antes a la anexión ilegal de Crimea.
Estados Unidos también ha intervenido en los procesos electorales, en la “revolución naranja” y en el “Euromaidán”.
Todo esto no significa que no haya una pulsión colectiva popular prooccidental que es partidaria del ingreso en la UE. Es autóctona y fuerte. También se puede decir algo parecido de la población prorrusa que no es fruto de una manipulación de Rusia y de Putin, pues tiene bases sociales ucranianas.
Por lo que respecta a la dimensión militar, Rusia actualmente comete crímenes de guerra desde su invasión intolerable de Ucrania. Por ahora, no desea el alto el fuego y amenaza con el uso de su armamento nuclear.
Estados Unidos está entrenando desde 2018 a militares ucranianos y ha ido constituyendo una potente red de inteligencia militar. Es el país que dirige la estrategia militar en esta guerra y el que más la apoya con armas y recursos económicos. En la última cumbre del G7 en Hiroshima ha logrado que países de la OTAN suministren aviones de combate F-16 a Ucrania, lo cual conlleva una peligrosa escalada militar que, de no detenerse, va a llevar inexorablemente a una participación directa en la guerra. Puede ser que envíe como primer emisario al ejército polaco. También, al igual que la UE, se niega a un alto el fuego.
Ambos países y sus aliados saben que esta guerra, salvo si no se desencadena una hecatombe nuclear, terminará al igual que otras en una mesa de negociación. Mientras tanto se masacra al pueblo ucraniano con un sadismo bélico terrible en aras de conquistar el máximo terreno para que uno de los dos bandos sea el más fuerte en las futuras negociaciones. Ahora estamos entrando en la fase más dura de la guerra con la contraofensiva de Ucrania y la nueva estrategia rusa de combate.
¿Qué escenarios para la paz se contemplan realmente?
Tendríamos que hablar de paces, dado que hay varias guerras en el conflicto en Ucrania. La primera es la guerra civil entre ucranianos. La segunda entre Rusia y Ucrania. La tercera entre varios imperios: el que fue y no renuncia a serlo de otro modo (Rusia), el que es y quiere imponer una paz imperial en función de sus intereses (Estados Unidos) y el que quiere serlo y se ve amenazada por el actual (China). Conviene tener presente que la OTAN insistentemente incluye a China como un enemigo a contener. Tampoco es disparatado pensar que la próxima guerra puede tener lugar en Taiwán. Estados Unidos, China y los aliados de ambos llevan tiempo preparándose para ella. Otra cosa es si la desencadenan.
Desde esta perspectiva, el final de esta guerra con una paz sólida conlleva crear una nueva arquitectura multipolar de gobernanza global, la generación de un nuevo marco de seguridad mundial y la creación de una cultura y unos instrumentos de confianza mutua.
Por lo que respecta a los otros dos tipos de guerra, en el caso de que no se logre un alto el fuego, lo más probable es la victoria relativa de uno de los bandos, dado que nunca será absoluta. Si gana Rusia, Ucrania va a tener que ceder territorios. Como mínimo serán las Repúblicas de Lugansk, Donetsk y Crimea. Esto resolvería, además, la guerra civil entre ucranianos. Si gana Ucrania, se le plantea un problema enorme a Putin que puede desembocar en una caída de su régimen. En este caso, la guerra civil puede desactivarse con un estatuto de amplia autonomía a las regiones prorrusas.
Hay también otro escenario si persiste la guerra hasta el final, no hay un claro ganador y, por hastío de unos y de otros, se decide un armisticio con posteriores negociaciones.
¿Y cómo está funcionando la vía diplomática por parte de otros países?
Algunos están presionando para lograr un alto el fuego y resolver el conflicto pacíficamente. China ha elaborado un plan interesante. Sabemos que Rusia no puede hacer nada contra la voluntad de China. Este plan, que es una primera propuesta general que requiere elaboraciones posteriores más concretas, contiene dos planteamientos muy importantes. El primero es el respeto a la integridad territorial de los países y el cumplimiento del derecho internacional. El segundo es el rechazo del uso de armas nucleares en un conflicto bélico. China no va a permitir que Rusia utilice armamento nuclear. Sólo por eso ya deberíamos estar agradecidos a este país. Putin y sus colaboradores, salvo si alcanzan un estado de locura absoluta, no se van a atrever a usarlo sin consultar con China.
Por otro lado, el presidente de Brasil, Lula, quiere crear un G-20 por la paz con grandes países del mundo como India, Indonesia, México, Irán, Sudáfrica, Brasil, Argentina, etc. Su estrategia es presionar a los países implicados en la guerra para que cese el fuego y se inicien cuanto antes conversaciones de paz. Rusia, la Unión Europea, Estados Unidos y, derivadamente, Ucrania no deben proseguir la escalada militar y encerrar al mundo en un nuevo belicismo que está teniendo graves repercusiones en los países empobrecidos. Esta guerra está impidiendo que la agenda internacional se centre en problemas sociales como el hambre y la crisis ecológica, entre otros.
¿El Vaticano está siendo un actor geopolítico importante en esta guerra?
Utilizando el lenguaje de las relaciones internacionales, la Santa Sede desde el inicio de la guerra ha sido la institución más relevante y valiente en la defensa de un pacifismo radical para resolver el conflicto bélico. Es la gran difusora de una cultura de paz e intenta generar una opinión pública pacifista. El Papa Francisco el primer día de la invasión fue a hablar con el embajador ruso y desde entonces ha impulsado diversas iniciativas con Putin, Zelenski y otras instituciones para el alto el fuego. La Secretaría de Estado, dirigida por el cardenal Parolin, también está siendo muy activa. Propuso una conferencia internacional de paz. Rusia, Ucrania, la UE, Estados Unidos y los grandes medios de comunicación occidentales critican y rechazan la propuesta pacifista de Francisco, expresada en dos libros, numerosos mensajes e iniciativas diplomáticas concretas. Actualmente el cardenal Zuppi, que tienen experiencia en procesos de resolución pacífica de conflictos bélicos en África, ha sido nombrado interlocutor de los presidentes Zelenski y Putin.
¿Estas iniciativas de China, Brasil, la Santa Sede tienen peso para pensar de forma optimista en la solución del conflicto?
Ahora mismo, no. Las partes implicadas en el conflicto se dirigen a una ofensiva militar radical. Están ciegas. Ahora bien, hay algunos comportamientos que nos permiten albergar alguna esperanza. Putin y Zelenski han recibido a los enviados de China y Brasil. Están abiertos a recibir al enviado de la Santa Sede. A Rusia le viene bien porque los interlocutores no son Estados Unidos, ni la Unión Europea. Ucrania, un país muy importante en el comercio internacional con los países del Sur, no puede cerrarse a ellos, pues tiene que pensar en el día después de la guerra. Desde luego, si Estados Unidos y China quisieran, la guerra se terminaría pronto.
En el fondo, todos los países que defienden ahora radicalizar la escalada militar saben que es inevitable iniciar negociaciones de paz. El problema es cuánta destrucción y cuánto sufrimiento humano será bastante para que entren en la lógica de la paz.
[Fuente: Cristianisme i Justícia. Entrevista realizada por Alberto García para La Provincia. Diario de Las Palmas]
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