¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.
El Lobo Feroz
La Academia no limpia
Recientemente a la Academia le ha dado por fijar, y algún escritor ha protestado, en realidad, en su propio nombre y en el de muchos que nos expresamos por escrito en castellano. La cosa ha surgido en torno a la palabra ‘sólo’, que ahora, según la Academia, sólo se debe escribir con tilde cuando da lugar a ambigüedad en torno a su significado. Eso ha sustituido a una regla anterior clarisima: ‘sólo’ se escribe con tilde cuando puede ser sustituida por ‘solamente’, y sin tilde cuando no —cuando se refiere a la soledad—. La razón de la inquietud académica puede residir en que ‘solo’ es palabra llana no terminada en vocal, ni en ‘n’ o ‘s’, o sea, una excepción a la regla general del uso de la tilde para palabras llanas.
De momento la Academia no se ha pronunciado sobre el caso parecido de la palabra ‘aún’, que se escribe con tilde cuando puede ser sustituida por ‘todavía’ y sin ella cuando puede ser sustituida por ‘incluso’. Es de temer que la Academia vaya a por ella.
Esta obsesión de la Academia por fijar contrasta con el abandono de sus tareas de limpiar y dar esplendor. Algunos ejemplos:
Para empezar, la ‘P’ significativa de un lugar de aparcamiento; en América Latina, para los aparcamientos se usa ‘A’. El castellano de América es más resistente a lo gringo que el de aquí. Aquella ‘P’ está por ‘parkin’, chulesca castellanización de ‘parking’. Y ha generado otros términos terminados en ‘-ing’: ‘puenting’, ‘vueling’, ‘bicing’, etc., ante la pasividad de la Academia. Si vamos a los automóviles, se ha consagrado ‘starter’, cuando se podría haber consagrado ‘arranque’ o ‘inicio’ si la Academia hubiera hecho los deberes. Y no hablemos del ‘on’ y el ‘off’, y tantos términos de los aparatejos y de la informática. La lengua castellana va camino de convertirse en España en un dialecto del inglés. La Academia sólo ha dado una batalla, por la ‘ñ’, ganada en la informática; seguramente porque habría sido demasiado fuerte acabar normalizando ‘Espagna’ o ‘Catalugna’.
¿Qué ocurre? Ocurre que en la Academia hay pocos gramáticos y literatos y demasiados cuerpos honorarios. Así nos va. No son infrecuentes, incluso entre autores consagrados, errores en el uso del pronombre ‘se’, que puede ser impersonal o servir para oraciones en pasiva refleja. Hay cierta inseguridad en la aplicación del sufijo ‘se’ en oraciones con verbos auxiliares. No es correcto, p. ej., ‘tenerse que abrir’ y sí lo es ‘tener que abrirse’. Con el ‘se’ a veces se mueven hasta los inmuebles.
En Cataluña ha aparecido una nueva corrupción del castellano. En esa tendencia a democratizar en falso los tratamientos, común a todo el país —p. ej., la generalización del tuteo, como los anglos—, aquí el castellano se ha contaminado del catalán. En cuanto a tratamientos, los usos castellanos correctos para llamar, por ejemplo, a Javier Marías, serían ‘señor Marías’, ‘don Javier’ o simplemente ‘Javier’. Pues ahora el uso normalizado en Cataluña es ‘señor Javier’. Eso duele particularmente cuando este uso se vocea en una visita médica, en cualquier trato público o privado. La Academia de la Lengua Española (que debería ser Lengua Castellana), ¿podría aconsejar al personal? Nos haría un favor.
A todas éstas, preciso es señalar que la Academia no prescribe los usos ortográficos, sino que simplemente los recomienda. ¿Eso facilita la libertad a los escritores? Lo cierto es que no: los escritores escriben como les parece, pero los correctores de galeradas de imprenta de las editoriales y diarios suelen ser talibánicamente más papistas que el papa y convierten en órdenes los consejos de la Academia de la Lengua. ¿Correctores de los diarios? Bueno, a la vista de las faltas de sintaxis y ortografía de los periódicos, parece que se han ahorrado esos puestos de trabajo.
El Lobo que esto suscribe hace un llamamiento a los escritores para que protesten de la potestas concedida por las empresas editoriales a correctores sin auctoritas, por una parte, y a hacer caso omiso de las recomendaciones de la Academia cuando éstas parezcan más bien arbitrarias y no ayuden en nada al aprendizaje de los escolares, entre quienes están los escritores de mañana.
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2023