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Soledad Bengoechea

Con la vara en la mano: las primeras mujeres alcaldesas fueron rurales

Yo no deseo que las mujeres tengan poder sobre los hombres, sino sobre ellas mismas.
Mary Wollstonecraft, filósofa y escritora inglesa del siglo XVIII

 

Fueron pioneras. Pisaron fuerte. Seguro que no les fue fácil. No era sencillo nadar a contracorriente. Lo consiguieron y abrieron camino. La historia las recuerda.

Las mujeres que en este apartado se van a tratar son, sin duda, singulares. Singulares por alcanzar el cargo de alcaldesas en una sociedad dominada por los hombres. Singulares, sobre todo, por ostentar ese cargo en el mundo rural. Es difícil pensar que una mujer pudiese tener tan alto grado de activismo político y social en aquellos pequeños y silenciosos pueblos españoles. A pesar de los avances feministas, la mujer rural no acostumbraba a implicarse en la política de lleno. De ahí la importancia de estas mujeres como ejemplo de vidas atrevidas en el difícil contexto en el que les tocó vivir. Curiosamente, o quizás no tanto, todas fueron maestras o estuvieron dedicadas a transferir sus conocimientos a los vecinos y vecinas de sus pueblos.

Matilde Pérez Mollá

Matilde Pérez Mollá ocupó el cargo de primera mujer alcaldesa en España. Pero no fue elegida por sufragio universal. Lo fue gracias a unas medidas que tomó la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) entre el 27 de octubre de 1924 y el 1 de enero de 1930. Matilde había nacido en Cuatretondeta (Alicante) en 1858 y en esta localidad desempeñó el cargo por designación del gobernador de Alicante, el general Cristino Bermúdez de Castro. En los seis años que estuvo de alcaldesa se modernizó el municipio, se construyó la primera carretera del pueblo, que unía la población con la vecina Gorga, y se instaló la luz eléctrica en calles y hogares. Mujer pionera, dio un paso más para abrir las puertas del mundo de la política a las mujeres. Los vecinos decían de ella que recorría el pueblo a caballo supervisando personalmente las medidas adoptadas para su mejora. Matilde fue una excepción, porque en aquella sociedad la mujer rural solía desempeñar un papel más tradicional. A Matilde, en estos años dictatoriales, le siguieron otras mujeres.

El nombramiento de Julia Mayoral como alcaldesa avivó la polémica sobre la intervención de la mujer en la política activa. La prensa de entonces debatió el tema, no tanto por el nombramiento de Julia, sino por la disputa entre partidarios y detractores del nombramiento de las mujeres para el cargo. Los detractores argumentaban que las mujeres eran más sensibles, más emocionales y sutiles por propia naturaleza, lo que sería un obstáculo para que pudieran tomar las firmes decisiones que el puesto requería. Por el contrario, los partidarios de que pudieran acceder al cargo sostenían que a hombres y mujeres se debía otorgar igualdad de derechos, para que ellas no resultaran discriminadas.

En 2004, el consistorio de Cuatretondeta, dirigido por la alcaldesa María Magdalena Chiquillo, reconoció públicamente a Pérez Mollá en un acto de homenaje, dedicándole una calle y colocando una placa en la fachada de la vivienda donde nació.[1]

Natividad Yarza

Pero la primera alcaldesa española elegida por sufragio universal fue Natividad Yarza, docente y política, escogida alcaldesa de Bellprat (Barcelona) en enero de 1934. Con este nombramiento, Yarza se convertía en la primera alcaldesa catalana, y también en la primera alcaldesa española elegida por sufragio. Hasta ese momento, las otras alcaldesas solo habían sido presidentas de las comisiones gestoras, como las que hubo durante la Dictadura de Primo de Rivera, como Matilde Pérez Mollá, se ha dicho antes. Con Yarza se inicia un nuevo camino, imparable hasta el final de la guerra civil. Un camino en el que las mujeres ganan alcaldías, y la vara de mando.

Veamos quién era Natividad Yarza. Había nacido en Valladolid el año 1872. A los pocos meses la familia se trasladó a Zaragoza. Cuatro años después, se instalaba en Barcelona. Desconocemos por qué los estudios de maestra los cursó en Huesca, pero así fue. En 1906, con el título en la mano, Natividad comenzó a ejercer de manera interina en diversas localidades de Cataluña y Aragón. ¡Por fin ejercía! En junio de 1930 obtuvo una plaza en propiedad en la localidad barcelonesa de Bellprat. Entonces ya estaba dispuesta a transformar la sociedad en sentido progresista. Desde su edad adulta, era afín a las ideas republicanas. Se identificada, también, con los ideales feministas y estaba comprometida con la educación laica. Yarza figura entre las promotoras de la Asociación Femenina Republicana Victoria Kent (agosto de 1931), pero también como iniciadora del grupo femenino del Partido Republicano Radical Socialista de Barcelona, creado en junio de 1932. Como maestra, trató de inculcar a sus alumnos el ideal de una educación laica y secularizada. Fue nombrada vicesecretaria del Instituto Laico Benéfico de Barcelona y dinamizó cuanto pudo la participación de la gente humilde de Bellprat en la vida política local.

Como ha demostrado su principal biógrafo, Isidre Surroca, Yarza vivió con intensidad su compromiso político, su cargo de alcaldesa. Observemos como lo obtuvo. La derrota de la izquierda en las elecciones generales de noviembre de 1933 sumió al Partido Republicano Radical Socialista en una profunda crisis. Ello también se notó en Bellprat. Por eso, cuando en enero de 1934 llegó el turno de renovar democráticamente los ayuntamientos, Natividad decidió presentarse como independiente en las listas de Esquerra Republicana de Cataluña (ERC). Solo hacía un mes que Francesc Macià, presidente de la Generalidad de Cataluña y líder de ERC, había fallecido. Ahora ocupaba ambos cargos el republicano federalista Lluís Companys. Yarza superó por apenas cinco votos al candidato de la Lliga Regionalista y fue proclamada, el 14 de enero de 1934, alcaldesa de Bellprat. Duró poco en el cargo. En agosto de aquel mismo año Yarza fue trasladada como maestra a otro pueblo catalán: la Pobla de Claramunt. A partir de entonces se abrió un paréntesis de silencio en su trayectoria política. Probablemente, se vio afectada por el impacto de los sucesos revolucionarios de octubre de 1934, sucesos que tuvieron lugar principalmente en Asturias y Cataluña. No ha quedado constancia de su participación.

En agosto de 1936, un mes después de comenzada la Guerra Civil, corrió a alistarse de miliciana. Tenía una edad avanzada para los parámetros de aquel tiempo, 62 años. Era agosto de 1936 y Natividad partió hacia el frente de Aragón, concretamente a los alrededores de Huesca, para ayudar en tareas de abastecimiento a las trincheras. No se alistó a la columna Maciá-Companys, formada por voluntarios de Esquerra Republicana de Cataluña, sino que optó por la Del Barrio, con milicianos del PSUC y la UGT. Se conserva una foto en la que posa vestida de miliciana y portando un fusil.

Semanas después las milicianas fueron retiradas del frente e integradas en el Ejército Popular. Entonces Natividad volvió a Barcelona para ejercer de maestra y atender, conforme las normas de coeducación dictadas por el Consejo de la Escuela Nueva Unificada, a niños de familias catalanas que huían de Madrid y Toledo.

Al final de la guerra, en 1939, el párroco de la Pobla de Claramunt emitió unos informes negativos sobre ella, sobre su proceder profesional. Al año siguiente fue suspendida por la Comisión Depuradora de la Enseñanza.

Exiliada en Toulouse después de la guerra civil (1936-1939), pocas noticias se saben de su vida a partir de ese momento salvo lo publicado por Elena Masó i Reig en el libro Les dones d’Esquerra, 1939-1979 y la biografía que aparece en la web http://memoriaesquerra.cat. Como recogen ambos relatos, en 1953 comenzó a recibir ayuda económica del Spanish Refugee Aid, Inc. (SRA), entidad creada en Nueva York por Nancy MacDonald para asistir a los refugiados de la Guerra Civil que residían en Francia.

El exilio resultó duro para esta mujer valiente y enérgica. Incluso hubo de trabajar como planchadora hasta que su avanzada edad se lo permitió. En agosto de 1959, al bajar del autobús cayó de tal manera que hubo de ingresar en el hospital. Falleció en el Hospital de La Grave el 16 de febrero de 1960.

En 2007 la Corporación municipal de Bellprat le tributó homenaje colocando una placa en su honor en la fachada del Ayuntamiento, el mismo edificio que albergó la escuela durante la Segunda República y en el que Natividad Yarza ejerció como maestra y alcaldesa, la primera alcaldesa democrática de Cataluña.[2]

Domínguez Remón

Durante la República, Natividad Yarza fue la primera alcaldesa española elegida democráticamente, se ha dicho, pero Domínguez Remón lo fue dos años antes, en 1932, aunque el cargo no le fue concedido por sufragio, sino por orden del gobernador. Ocurrió de la manera que sigue: por diversos problemas, en 1932 el ayuntamiento de Gallur dimitió en pleno y el gobernador civil de Zaragoza nombró a Domínguez presidenta de una comisión gestora para hacer cargo de la gestión municipal. Tomó posesión el 28 de julio de ese mismo año. María era periodista, poetisa, feminista, maestra y socialista. Había nacido en el pueblo zaragozano de Pozuelo de Aragón el 1 de abril de 1882. De familia campesina, apenas tuvo estudios. Su formación fue autodidacta. A los 18 años fue obligada a casarse con un campesino del pueblo que poseía tierras. Harta de padecer malos tratos, huyó a Barcelona con el dinero que le prestó una amiga. En la ciudad condal trabajó como sirvienta. Mientras, en las pocas horas que le quedaban libres ampliaba su formación. A los 35 años comenzó a ejercer de maestra —aunque no disponía aún del título— en Almandoz, pequeña pedanía del valle de Baztán. Mujer valiente e independiente, poco antes ya había comenzado a colaborar como articulista en el diario madrileño El País. En sus escritos destacó, sobre todo, por la defensa de los derechos de las mujeres y por el amparo a los derechos sociales, pero, sobre todo, se distinguió por su lucha para que la educación llegara a todos los miembros de la sociedad. En 1918 se contagió de la llamada “gripe española”. Tuvo que regresar a su pueblo natal y permanecer un año en cama.

Recuperada, adquirió una máquina de coser medias con la que pudo ganarse la vida. Nunca volvió con su marido. Por ello tuvo que soportar las habladurías de los vecinos del pueblo. ¡Era la sociedad de la época! Una vez viuda, se casó con Arturo Romanos, un campesino que profesaba ideas socialistas. Aunque nunca militó en ningún partido, ayudó a su marido a crear la UGT en su pueblo.

María Domínguez fue una luchadora por los derechos de la mujer en particular y por la justicia, la libertad y la igualdad en general, y sobre todo una tenaz defensora de la educación como único medio de construir una sociedad nueva.

Señala José Luis Garrot que de la obra de María, Opiniones de mujeres, publicada en 1934, podemos extraer algunos de los pensamientos de esta ejemplar mujer: “La verdadera civilización no se consigue con las balas, sino con los libros”.

La vida de María Domínguez se truncó el 7 de septiembre de 1936 cuando fue asesinada por los franquistas en las tapias del cementerio de Fuendejalón, pueblo cercano al suyo. Su vida acabó como la de tantas otras mujeres del momento. Fue demasiado atrevida, demasiado valiente. Poco antes su marido había sido asesinado en Tabuenca.[3]

Julia Mayoral

Otra maestra que durante la República se convirtió en alcaldesa fue la extremeña Julia Mayoral Márquez. Nació en Santa Amalia (Badajoz), en la calle Madroñero n.º 6. Su pueblo le tiene dedicada una calle con su nombre. Julia estudió Enseñanza Primaria en Santa Amalia, y Magisterio en Badajoz. Allí preparó y aprobó las oposiciones en las que obtuvo plaza. Su primer destino como maestra fue Alange (Badajoz), donde tomó posesión el 26 de enero de 1933. En esa misma época fue nombrada alcaldesa de dicha localidad. Su nombramiento no fue por sufragio. La nombró alcaldesa una comisión gestora, ya que el Parlamento decidió anular los resultados de las elecciones municipales. Julia Mayoral representaba al sector de los funcionarios públicos.

En el diario que Julia escribió sobre su paso por la alcaldía de Alange contaba algunas de sus vicisitudes como alcaldesa. Estaba orgullosa: tuvo la osadía de ordenar y conseguir que los bares se cerraran en aquella época a las diez de la noche. En el plano social, los obreros, agitados en aquellos días, estaban encantados con su alcaldesa porque supo resolver el problema del paro.

Julia Mayoral afirmaba que recibió el nombramiento de alcaldesa con asombro, pero con júbilo y orgullo. Confesaba que siempre se había mantenido al margen de la política y que su dedicación estaba encaminada a la enseñanza. Su posterior destino como maestra fue Mérida. Allí conoció al jefe de Correos, Adrián Seguro, con el que contrajo matrimonio y tuvo cuatro hijos.

Mayoral se jubiló como maestra en el colegio Federico García Lorca de Mérida, conocido antaño como El Calvario. Falleció en la madrugada del día de San José, el veinte de marzo de 1983, a los ochenta años de edad.[4]

Blasa Jiménez

Citemos a otra mujer pionera: Blasa Jiménez Chaparro, alias La Letrada o La Morena. Nació en Alhambra (Ciudad Real) el 4 de marzo de 1889. De profesión sus labores, se casó con Andrés Orejón Peláez, con el que tuvo cinco hijos. El apodo de La Letrada se lo ganó a pulso: sabía leer y escribir y daba clases a sus paisanos en pueblos donde las tasas de analfabetismo eran muy altas. Jiménez formó parte también de la primera generación de mujeres que participaba en la política española. En las elecciones del 16 de febrero de 1936, en que ganó el Frente Popular, actuó como interventora del PSOE. Y fue alcaldesa republicana en su pequeño pueblo, Alambra. El cargo lo ocupó el 3 de junio de 1938, en plena guerra civil. Entonces era también la máxima dirigente del Partido Comunista en el pueblo. Durante toda la guerra de España fue concejal y ocupó papeles importantes: depositaria de los fondos municipales e integrante de varios comités, como representante del Comité Local del Socorro Rojo. O consejera de propaganda del Ayuntamiento de Alhambra. En su primera intervención logró una ayuda para un refugiado.

La España de la conspiración golpista nunca perdonó que ellas rompieran las reglas de juego. Vestidas con recato, sumisas y virtuosas: así quería el franquismo a las mujeres. Detenida, a Blasa sus torturadores le arrancaron los pezones y la sometieron a otras horribles torturas, como a la llamada “gota malaya”. El tribunal franquista dictó una primera condena a pena de muerte, conmutada por treinta años de reclusión mayor. La ficha carcelaria de La Letrada indica que hubo un traslado a la prisión de mujeres de Amorebieta (Vizcaya), que era una de las cárceles femeninas más duras de España. Mientras, los fascistas acabaron con la vida de su marido, Andrés Orejón, y su hijo mayor, Severiano. Ella murió entre rejas a finales de los años cuarenta. El cuerpo sigue en paradero desconocido. Su familia nunca supo dónde estaba enterrada. Tampoco hubo ni ha habido ningún homenaje en el pueblo, nada.[5]

  1. “Matilde Pérez Mollá, la primera alcaldesa de España”, 20/3/2019, https://elmundoentrenosotras.com/matilde-perez-molla-la-primera-alcaldesa-espana/.
  2. Miguel A. Delgado, “Natividad Yarza, de maestra a primera alcaldesa de la historia”, El Español, 24/12/2016, https://elespanol.com/cultura/historia/20161221/179982777_0.amp.html.
  3. José Luis Garrot Garrot, “María Domínguez Remón, la primera alcaldesa de la II República”, Crónica, 4/7/2019, https://asambleadigital.es/maria-dominguez-remon-la-primera-alcaldesa-de-la-ii-republica/; http://cesbor.blogspot.com/2016/06/la-primera-alcaldesa-de-espana.html, 19/6/2016.
  4. Antonio Guerra Caballero, “La primera alcaldesa de España fue extremeña”, Hoy, 14/6/2016, https://www.hoy.es/extremadura/201606/14/primera-alcaldesa-espana-extremena-20160614005029-v.html
  5. Luis Ángel Gómez Santos, “Blasa Jiménez Chaparro (Alhambra, Ciudad Real), una alcaldesa republicana en el mundo rural”, en VV.AA., Para hacerte saber mil cosas nuevas. Ciudad Real 1939, UNED, 2018, pp. 854-857.

 

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2023

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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