La política electoral, si bien no debe desestimarse, no puede ubicarse en el centro de ninguna acción política radical seria, orientada a cambiar las instituciones que sustentan el sistema político, desmantelar las ideologías hegemónicas y fomentar el tipo de conciencia de masas en que habría de basarse un cambio social y político desesperadamente necesario.
José Luis Gordillo
Ucrania: alto el fuego y negociaciones de paz
El próximo 24 de febrero se cumplirá un año de la injustificable invasión rusa de Ucrania, acontecimiento cuyas consecuencias letales hay que sumar a la muerte y la destrucción provocados por los ocho años anteriores de la guerra civil que comenzó en 2014. En ella, desde el principio, intervinieron los mismos actores internacionales (Rusia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Polonia y otros estados de la UE) que ahora están profundizando su implicación en la misma.
En esa guerra vicaria o por delegación entre potencias nucleares, la población de Ucrania y los soldados rusos son, en el sentido más estricto de la expresión, la carne de cañón de los juegos geoestratégicos de EE. UU./OTAN y Rusia. A medida que la guerra se alarga, se incrementa el riesgo de extensión de la misma, en especial cuando varios estados europeos, como el Estado español, van incrementando su participación en el conflicto enviando cada vez más armas a Kiev. Entre unos y otros, nos están llevando hacia una guerra que, como reconoció el pasado noviembre el general estadounidense Mark Milley, presidente de la Junta de Jefes del Estado Mayor del Ejército estadounidense, ninguno de los bandos enfrentados puede ganar. El general Milley, por ello, recomendaba que se fuera pensando en iniciar unas negociaciones de paz. Conviene atender a la opinión de este «experto», pues Milley es uno de los que codirigen la guerra desde el lado de Kiev. Sería una buena cosa que en el gobierno de España (por ejemplo, por parte de Yolanda Díaz, vicepresidenta del mismo) se tomase buena nota de dicha opinión y se actuase en consecuencia.
El próximo sábado 25 de febrero diversas organizaciones convocarán manifestaciones y concentraciones para pedir, sobre todo, un alto el fuego y el inicio de conversaciones de paz en Ucrania. En Londres se ha convocado una manifestación para ese día y con ese objetivo, y es bastante probable que también haya manifestaciones similares en Bruselas y París, cuando menos. En España, diversos colectivos pacifistas, antimilitaristas, ecologistas y de la CGT han convocado actos en Madrid, Valencia, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Pamplona, Bilbao, Valladolid, Ferrol, La Coruña, Burgos, Alicante y Salamanca (que nosotros sepamos). En Cataluña también se llevarán a cabo diversos actos. En Barcelona está convocada una manifestación para el mismo día cuyos detalles se especifican en un llamamiento que también se publica en este boletín.
Ya se verá el éxito que tienen, pero la petición de un alto el fuego y conversaciones de paz para detener la devastación de Ucrania está destinada a tener cada vez más apoyo social, en especial si los gobernantes rusos, estadounidenses y europeos siguen echando gasolina al fuego y la guerra se va alargando sin que se vea cuál puede ser su final. En este momento, según algunas encuestas, en torno a un 50% de la población de España apoya el final negociado de la guerra, al igual que un 64% de austriacos, un 60% de alemanes, 54% de griegos y un 50% de italianos. A los dirigentes de Unidas Podemos y de otras fuerzas de izquierdas, por cierto, hay que recordarles que 2023 va a ser un año en el que se van a celebrar varias elecciones, incluidas unas elecciones generales, y que no pueden permanecer callados ante el acontecimiento político y militar más importante y peligroso que está ocurriendo en Europa.
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