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El Rombo

Kakademia, III

IX

Aquel joven seseante

de modales suaves,

humildes,

latino-polaco

o ucranio,

que nunca se sabe,

el mundo fue muy confuso

el siglo pasado,

buscó para sí

un funcionariado de por vida

con la desgracia

de que dos mulas del tribunal

correspondiente para eso

también habían leído

nada menos que en

Le Monde Diplomatique

el plagiado artículo

que ahora presentaba como suyo

notas al pie incluidas.

Mas quien la sigue

 la consigue,

según es sabiduría popular;

años después

alguna burrocracia le cuantificó

de señor eminente

y le dieron una plaza-bicoca

catalana

de la que

no le apea

ni Dios Padre.

X

También

había plagiado, y quien

le protegiera

ya nada

quería con él.

Después del fiasco

otro señor

le recogió para que

le llevara

la cartera.

Muriose, y luego otro

le recogió también

para lo mismo.

Tantas llevó

que al final le ungieron

catedrático

y finalmente,

decano

en aquella flamante,

reputada,

universidad nueva,

y ahora juzga

el trabajo ajeno.

XI

Aquel señor mayor,

de misa

y lentísimo hablar,

historiador,

iba a ser el decano.

La chingamos, pensé.

Pero resultó ser

republicano

de toda la vida.

Era un pesado en clase.

La suya era la última

de la larga mañana

y él seguía y seguía

con su tabarra histórica

ya pasada la hora;

los alumnos escapaban

uno a uno

pegando portazos

a cual más fuerte

mientras yo le aguardaba

fuera del aula

para almorzar

menú del día

en el restaurante de la Estación

optando

entre Tres Erres y Berichó.

Nos hizo felices a todos;

nos protegió

en aquellos negros años

militares.

Joaquín, mi mejor y llorado

amigo

en el campus lejano.

XII

Aquí tiene mi ficha, profesor,

dijo el muchacho

medio pelirrojo y despistado.

Gracias, contestele,

pero no pido fichas.

Sin embargo,

le había fichado

 al instante:

inocencia,

bondad,

inteligencia.

Venía por mi Seminario

sobre Das Kapital,

no precisamente

dogmático.

Andando el tiempo

se convirtió en objetor,

en pacifista,

en marido

en profesor

ecologista,

en padrazo,

andarín,

desde tiempo inmemorial

en amigo

y confesor.

Me enseñó

el pacifismo

y la bondad.

Yo admiraba

su olfato fino

y buena brújula

para el análisis político

y muchas cosas más

que por él supe.

Los aprendizajes

en la uni de verdad

son recíprocos.

25 /

11 /

2022

La civilización y la justicia del orden burgués aparecen en todo su siniestro esplendor dondequiera que los esclavos y los parias de este orden osan rebelarse contra sus señores. En tales momentos, esa civilización y esa justicia se muestran como lo que son: salvajismo descarado y venganza sin ley.

Karl Marx
La Guerra Civil en Francia (1871)

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