Señores políticos:
impedir una guerra
sale más barato
que pagarla.
La rápida sustitución de las mercancías causa estragos en el gusto cuando se trata de libros. Lo último es lo más publicitado, y si se trata de un buen tomazo caro muchísimo mejor para el autor, el editor y el librero. Por eso no ha parecido inoportuno mencionar una serie de libros no desaparecidos pero sí poco visibles hoy, con los que un lector de narrativa puede pasar horas muy felices. Hela aquí:
R. L. Stevenson, El señor de Ballantree, 1889
T. Mann, Los Budenbrook, 1901
V. Català, Solitud,[1] 1904
John Dos Passos, Manhattan Transfer, 1925
L.-F. Céline, Viaje al fondo de la noche, 1932
A. Malraux, La condición humana, 1933
A. Huxley, Ciego en Gaza, 1936[2]
J. Steinbeck, Las uvas de la ira, 1939
G. Greene, El poder y la gloria, 1940
C. Laforet, Nada, 1945
V. Nabokov, Pnin, 1957
H. Böll, Billar a las nueve y media, 1959
L. Martín-Santos, Tiempo de silencio, 1962
V. Grossman, Vida y destino, 1980
W. G. Sebald, Austerlitz, 2001
22 /
9 /
2022
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