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Rafael Poch de Feliu

Un fracaso militar y un entierro

El tiempo aclarará el alcance del fracaso militar ruso en la región de Járkov, escenario de una exitosa contraofensiva ucraniana. El complejo atlantista la presenta como un gran éxito e incluso como posible fin del lento pero mantenido avance ruso. Mucho más discretos se muestran los militares de Estados Unidos directamente responsables del asunto. Por su parte, en algunos medios de la izquierda del Sur global se ignora olímpicamente lo que sugieren los compungidos rostros que han ido apareciendo estos días en la tele rusa. Se dice, por ejemplo que los ucranianos, “han ocupado áreas de las que rusos tenía previsto retirarse”. Todo va bien.

Quienes presenciaron las acciones del ejército ruso en la primera guerra chechena, o en los inicios de la guerra de Afganistán, no pueden sorprenderse del nivel de desastre, incompetencia y desbarajuste del que son capaces las fuerzas armadas rusas. En la historia militar rusa las enormes cantidades de entrega y heroísmo van de la mano con el desastre y el desbarajuste, pero en las agresiones, allí donde el oso ruso ataca sin haber sido previa y directamente atacado, lo segundo suele dominar ampliamente sobre lo primero.

Los fracasos de la “operación militar especial” rusa sirven para demostrar la utilidad del extraordinario flujo de armas y dinero para el corrupto régimen ucraniano orientada hacia la eternización del conflicto en Ucrania, definido sin disimulo alguno por la embajadora de Estados Unidos en Kíev, Marie Yovanovich, como “el campo de batalla de la competición entre grandes potencias”. Pero todo eso es secundario para situar en su gran contexto la espantada/retirada/derrota, sea cual sea la descripción más adecuada, presenciada en la región de Járkov.

A menor escala, lo que se está viendo en Ucrania es muy parecido a las maravillas militares que Occidente, y especialmente Estados Unidos, nos viene regalando desde hace mucho tiempo. Como recuerda Andrew Bacevich, el ejército de Estados Unidos, que lo hace todo tan bien, dispone de la más avanzada tecnología para matar, y consume un presupuesto por lo menos catorce veces superior al ruso, ha sido incapaz de ganar sus propias guerras. Ahí podemos remontarnos hasta Corea y Vietnam. “Y eso cuando, Rusia solo lleva seis meses empantanada en Ucrania, mientras que Estados Unidos lo estuvo veinte años en Afganistán y todavía tiene tropas en Irak dos décadas después de la desastrosa invasión de aquel país”.

¿A qué se debe el desbarajuste político-militar de Estados Unidos que además de producir millones de muertos, decenas de millones de desplazados y refugiados, completa destrucción de ciudades enteras, etc., etc., tuvo por resultado estimular fenómenos como el del Estado Islámico y el avance de la influencia de su adversario iraní en Irak?.

Al hablar del fracaso militar ruso en Járkov y analizar sus motivos con la habitual arrogancia, demostramos no haber aprendido nada del loco belicismo occidental de los últimos años, dice con buen criterio Bacevich.

El entierro de Gorbachov

Ningún político alemán asistió al entierro de Gorbachov el 3 de septiembre en Moscú. El Gorbachov que fue el artífice de la apertura del muro de Berlín y de la reunificación alemana, no ha merecido ni siquiera ese gesto.

Acudir al entierro habría recordado que hace no tanto, los dos países negociaron asuntos de gran trascendencia para el continente. Habría sido también un guiño a los sectores de la sociedad rusa a los que la Unión Europea está criminalizando colectivamente por la acción de su gobierno, con las sanciones, restricción de visados, censura cultural y prohibición de visitas. Es la prueba definitiva de que Alemania renuncia a la diplomacia.

La ex canciller Angela Merkel, esa vulgar y rutinaria administradora de lo que había, que los medios de comunicación convirtieron en la gran estadista de Europa, alegó un “problema de rodilla” para no acudir. Los demás ni siquiera ofrecieron excusa. Verdadera hoja de parra de toda una vergüenza nacional. Sin Gorbachov es muy posible que aún estuviéramos en aquella “República de Bonn”, aquella Alemania que queríamos tanto que nos encantaba que hubiera dos, como se decía.

Es obvio que Alemania y Francia juntas, podrían reconducir ahora la situación en Europa, fuera del dictado de Estados Unidos, pero no hay voluntad. Macron no pasa de la impotente gesticulación. Un “europeísta” tan reputado como Wolfgang Schäuble, el “Doctor Strangelove” del castigo a Grecia, propone ideas tan peregrinas como incluir a Polonia en el destartalado puente de mando franco-alemán Análisis. El voluntarioso esfuerzo de Ursula von der Leyen y de la necia, belicista y arrogante ministra de exteriores Annalena Baerbock por enviar armas y más armas al régimen ucraniano, a fin de eternizar la guerra y con ello el sufrimiento de la población civil, en Ucrania, en Rusia y en la propia Europa, precisa una consulta al psicoanalista.

En la rusofobia de los medios de comunicación alemanes y de su clase política postreunificación, ¿no hay ecos revanchistas por los abuelos derrotados en Stalingrado? ¿Cómo explicar sino su entusiasmo por perjudicar sus propios intereses subordinándolos a los demenciales planes de Estados Unidos de echarle un pulso a China, su primer socio comercial, que comienza con Rusia en Ucrania?

Tampoco asistió Putin al entierro. Se limitó a inclinarse ante el féretro en el hospital con un ramo de rosas rojas y a persignarse. La ausencia de un verdadero funeral de Estado es coherente con el hecho de que el actual régimen ruso no sea resultado de Gorbachov, sino de lo que lo derribó. Gorbachov fue la antítesis de lo que representa para Rusia la invasión de Ucrania,

Respecto a España, la ignorancia de la izquierda sobre lo que era la URSS y la simpleza de atribuir a Gorbachov la responsabilidad de la disolución del superestado que tan bien nos venía como contrapeso global, ha producido comentarios negativos muy cortos sobre la personalidad del gran ruso universal que minusvaloró al imperialismo. Por ahí pocas sorpresas.

[Fuente: Ctxt]

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2022

¿Cómo viven los vivos con los muertos? Hasta que el capitalismo deshumanizó a la sociedad, todos los vivos esperaban la experiencia de la muerte. Era su futuro final. Los vivos eran en sí mismo incompletos. De esa forma vivos y muertos eran interdependientes. Siempre. Sólo una forma de egotismo extraordinariamente moderna rompió esa interdependencia. Con consecuencias desastrosas para los vivos, ahora pensamos en los muertos en términos de los eliminados.

John Berger
Doce tesis sobre la economia de los muertos (1994)

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