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Ana Luísa Amaral

Oración en el Mediterráneo

En vez de peces, Señor,

danos paz,

un mar que sea de olas inocentes,

y una vez en la arena

gente que mire con el corazón abierto,

voces que nos acepten

El viaje es tan difícil

que hasta la espuma hiere y hierve,

y es tan alta que ciega

durante la entera travesía

Haz, Señor, que no haya

muertos esta vez,

deja las rocas lejos,

que el viento amaine

y que tu paz por fin

se multiplique

Que después de la balsa

la guerra, la fatiga,

tras los brazos abiertos y sonoros,

haya, Señor,

un poco de pan tierno

y un pescado, tal vez,

del mar

que es también nuestro

 

De Ágora (2019)

Trad. de Marisa Martínez Pérsico

Fuente: infoLibre

 

Testamento

Voy a partir en avión

Y el miedo a las alturas mezclado conmigo

Me hace tomar calmantes y tener sueños confusos

 

Si me muero

Quiero que mi hija no se olvide de mí

Que alguien le cante aunque sea con voz desafinada

Y que le ofrezcan fantasía

Más que un horario correcto

O una cama bien hecha

 

Denle amor y háganla ver

Dentro de las cosas

Soñar con soles azules y cielos brillantes

En vez de enseñarle a sumar

Y a pelar patatas

 

Preparen a mi hija para la vida

Si muero en avión

Y quedo despegada de mi cuerpo

Y fuera átomo libre allá en el cielo

 

Que se acuerde de mí

Mi hija

Y más tarde que diga a su hija

Que yo volé allá en el cielo

Y fui regocijo deslumbrado

Al ver en su casa las sumas mal hechas

Y las patatas en la bolsa olvidadas

E intactas.

De Minha senhora de quê (1990)

Trad. de Rosana Alija

[Ana Luísa Amaral, escritora y profesora de literatura angloamericana en la Universidade do Porto, fue una de las principales autoras contemporáneas de Portugal, y una figura clave en el movimiento y los estudios feministas del país. Nacida en Lisboa en 1956, falleció en Oporto el 6 de agosto de 2022].

27/8/2022

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2022

La diferencia fundamental [de la cultura obrera] con la cultura de los intelectuales que tan odiosa me resultaba es el principio de modestia. El militante obrero, el representante obrero, aunque sea culto, es modesto porque, se podría decir, reconoce que existe la muerte, como la reconoce el pueblo. El pueblo sabe que uno muere. El intelectual es una especie de cretino grandilocuente que se empeña en no morirse, es un tipo que no se ha enterado que uno muere, e intenta ser célebre, hacerse un nombre, destacar… esas gilipolleces del intelectual que son el trasunto ideal de su pertenencia a la clase dominante.

Manuel Sacristán Luzón
M.A.R.X, p. 59

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